Por la ruta nacional 188, unos pocos minutos antes de llegar a la ciudad de General Alvear y muy cerca del predio ferial de la fiesta ganadera, se encuentra una obra emblemática de la tradición vitivinícola provincial del siglo XX. A la bodega Faraón se ingresa por calle 10 y está prácticamente pegada a la ruta nacional a 4.000 metros del kilómetro O, en la zona de Los Compartos, distrito de Alvear Oeste.
Una arquitectura con motivos egipcios, una explicación de cómo esa cultura producía el vino y la escultura de un faraón, realizada por el artista Mariano Pagés, sorprende a los visitantes que deciden conocer este antiguo establecimiento que junto a los viñedos tiene nueve hectáreas de superficie, que fue recuperado por el municipio y convertido en multiespacio cultural del departamento.
La historia de la bodega comienza en 1905, cuando la familia Cremaschi, venida de Italia y tras vivir en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, decide mudarse a Alvear y construyen el establecimiento, cavas y piletas de fermentación. El hijo de María Antonieta y Anselmo, Víctor Manuel se había quedado en Buenos Aires para estudiar ingeniería civil.
“En 1925 Víctor, un amante de la cultura egipcia, ingeniero y con amplios conocimientos en enología y varias disciplinas, llega a la provincia y se hace cargo del lugar y allí la transforma, por eso vemos que esa fusión de conocimientos de Víctor se ven hoy en la bodega”, comenta Silvia Martínez, guía de turismo.
Y destaca que allí comienza ha experimentar con distintos trabajos, orientados a mejorar el proceso de producción: “Él siempre cuestionaba los accidentes que se producían en las bodegas por inhalación de anhídrido carbónico. Algunos de ellos eran mortales para los empleados. A partir de esa base de conocimientos desarrolla 28 vasijas con una capacidad para 5.000 litros que tenían boca abajo y arriba, con forma de pirámide invertida. Esto es entre 1941 y 1943, hasta que en 1948 inventa la cuba de fermentación continua, un proceso que patenta el 9 de abril de ese año y que revoluciona la industria no solo a nivel local, sino mundial. Es más, algunas bodegas de otros lugares utilizan este método de fermentación continua o Fermentación Cremaschi”.
La mayor parte de la producción se concentraba en la venta de vino en damajuana, un formato usual para aquella época de gran demanda del mercado interno.
A partir de 1983, con la muerte de Víctor comienza a declinar la compañía, que queda en manos de su hija para luego ser adquirida por la sociedad Valle de Nubia. En 2012 entró en convocatoria de acreedores, permaneció cerrada durante 4 años y muchas partes fueron a remate.
Una obra de Carlos Alonso
“Gracias a la recuperación del lugar, hoy podemos ver la escultura de Mariano Pagés, realizada en 1952, de 2,8 metros de alto. Es sobre la base de Ramsés II con el rostro de Víctor Cremaschi (por sugerencia de Pagés). Y detrás del faraón hay un bajorrelieve donde se describe la elaboración del vino en Egipto”, cuenta Martínez. Y resalta: “Hoy tenemos distintas salas de la bodega: la fraccionamiento, se transforma en Museo de Arte de General Alvear, con muestras ganadoras de las bienales que organiza el municipio. Donde se estibaba la mercadería , damajunas y botellas, funciona un salón multiuso. La antigua sala de envasado de damajuana pasó a ser punto digital. El sector de los toneles, es un salón de usos múltiples. Y donde estaba la báscula y se observa la obra realizada en una de las paredes del destacado artista Carlos Alonso y el museo del vino”.
Sobre Víctor, Silvia Martínez asegura que “por los relatos de boca a boca, se trataba de una persona que infundía mucho respeto, por sus conocimientos. Leía libros en varios idiomas, era una persona muy culta y poseía conocimientos muy avanzados para la época. La bodega contaba con riego por goteo”. Y comenta que en el museo hay muestras del producto Vitaluva, un concentrado de mosto de uva. “Era una persona que le gustaba innovar, ya en 1931 decía que el mosto era un buen producto para endulzar”.
“Lamentablemente se perdió mucho material que no se pudo recuperar, entre ellos, las vasijas de roble de Nancy y colección completa de cuadros de Alonso sobre el Martín Fierro que tenía Víctor Cremaschi”, se lamenta el intendente Walther Marcolini. Y cuenta que Alonso estuvo allí por primera vez cuando tenía 22 años por invitación de Pagés.
Marcolini recuerda cuando el municipio decidió adquirir la bodega, o lo que quedaba de ella en pleno proceso de remate judicial. Señala que en 2006 la bodega tenía declaratoria de patrimonio provincial, durante la gestión de Julio Cobos. “Con este argumento hice una presentación ante la Justicia para que se parara el remate por un interés legítimo de la comunidad. Se terminaron rematando 7 bienes muebles y dos inmuebles. Para el resto quedó desierto el remate, se quedó sin base y allí hicimos una oferta. El juez aceptó en parte, por un monto de $4.600.000 a pagar en 10 cuotas y no en 15 como habíamos ofrecido. En abril de 2016 recibimos la bodega y abrió al público 8 de julio, durante la velada patriótica. Esa noche, los fermentadores continuos se vistieron con luces, fue un espectáculo impactante”.
A partir de ese momento comenzó la recuperación de las instalaciones y se transformó en el multiespacio cultural de la actualidad, aunque queda pendiente la promesa de volver a elaborar vino en ese sitio, como un producto de degustación para los visitantes. Por intervención del diputado nacional Luis Borsani, se logró declarar a la bodega Monumento Histórico Nacional y se hizo una presentación ante la Unesco para que forme parte del Patrimonio Cultural.
Visitas guiadas
Hoy la bodega tiene visitas guiadas de lunes a partir de la mañana alas 19 y fines de semana de 10 a 18.