Las redes de distribución de energía eléctrica comprenden una de las infraestructuras humanas más conspicuas, presentes a través de diferentes tipos de paisajes y ambientes en casi todo el planeta. Sin embargo, los tendidos eléctricos también pueden convertirse en elementos letales para la avifauna, especialmente para las aves rapaces, al punto tal que la muerte por electrocución ha llevado a muchas especies de águilas al borde de su extinción en todo el mundo.
El águila coronada es una de las aves rapaces de mayor tamaño que habitan nuestro país. Puede alcanzar una altura de 80 centímetros cuando se encuentra posada y hasta 1,8 metros de extremo a extremos con sus alas abiertas durante el vuelo. De plumaje gris cenizo, su característico copete que forman una serie de plumas en la base de su cráneo, le confiere la característica distintiva que le da su nombre de “coronada”.
El águila coronada es también una de las especies de aves más amenazadas de la región: se encuentra categorizada como en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y su población global se estima en menos de 1.000 individuos adultos.
Se distribuye en la porción sur de Sudamérica, desde el centro sur de Brasil, Paraguay y Bolivia hasta el norte de la Patagonia argentina, ocupando principalmente ambientes áridos y semiáridos.
La especie se distribuía originalmente también en Uruguay, país donde se la considera extinta desde 1930 y donde no se la ha vuelto a registrar desde entonces. Se la conoce también como águila del Chaco por ser la región del bosque Chaqueño, bioma compartido con los cuatro países que se incluyen en su actual distribución, uno de los más característicos dentro de los que habita, y también como águila silbona por su característica vocalización que asemeja a un llanto o lamento. La especie ha sido declarada como Monumento Natural de las provincias de San Luis y Santa Fe, así como en varios departamentos de la provincia de Mendoza.
Las poblaciones de águila coronada se encuentran en franca disminución debido a las amenazas que enfrenta. Además de la destrucción de sus hábitats, la especie registra una alta mortalidad por la acción directa o indirecta del hombre, incluyendo la persecución directa, el envenenamiento con cebos tóxicos, el ahogamiento en reservorios de agua y también, por qué no, la electrocución en tendidos eléctricos.
La peligrosidad de los tendidos eléctricos para las aves se evalúa en cuanto a su diseño (ej., la posibilidad de que la cercanía entre cables o fases permita el contacto simultáneo de dos de ellas con los extremos de las alas) y por los materiales con que se construyen. Si el material de pilares y otros elementos de las torres son conductores de electricidad (ej., metal u hormigón), esto aumenta su peligrosidad dado que la electrocución del ave también ocurre al tocar sólo uno de los cables o fases y realizar la descarga a tierra a través de la estructura del pilar.
Los más de 20 años de estudios sobre la especie que llevamos adelante desde el Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (Cecara), en la Universidad Nacional de La Pampa indican, que el 70% de las águilas juveniles mueren antes de alcanzar la edad adulta y que el 30% de estas muertes se deben a la electrocución en tendidos eléctricos.
A esta altísima mortalidad se le suman algunas particularidades demográficas propias de la especie, como una baja productividad, ya que una pareja de águilas solo pone un huevo por intento de reproducción, y una maduración sexual retardada que los juveniles alcanzan, si sobreviven hasta ese entonces, cuando tienen entre cuatro y cinco años. Todos estos factores se conjugan para establecer una delicada fragilidad para la especie que puede determinar la supervivencia o extinción de sus poblaciones.
El empleo de transmisores satelitales, con los que equipamos a los jóvenes ejemplares cuando abandonan el nido, nos brindan localizaciones precisas de cada uno de ellos a diario, lo que nos ha permitido conocer sus causas de mortalidad, pero también identificar las principales áreas en donde se localizan sus poblaciones.
Sobre uno de los núcleos poblacionales más importantes identificados para el águila coronada en la provincia de La Pampa se cierne actualmente una alarmante amenaza. Un nuevo tendido eléctrico, que implicará un alto riesgo de electrocución para las aves, se proyecta en uno de los sitios de mayor presencia de águilas coronadas en esa provincia. El proyecto en cuestión utilizará diseños y materiales altamente peligrosos, como hormigón y hierro galvanizado, al tiempo que se realizará en una de las áreas con mayor concentración conocida y de individuos de la especie documentada por su seguimiento satelital.
A pesar de contar con información científica y antecedentes sobre la problemática, que incluyen a más de 10 águilas coronadas y centenares de águilas y aguiluchos de otras especies electrocutadas en La Pampa durante los últimos años, el análisis ambiental del proyecto es sumamente deficiente, ya que no tiene en cuenta la peligrosidad del diseño del tendido eléctrico a construir, además de omitir mencionar la presencia de águilas coronadas en el área.
Los investigadores del Cecara hemos solicitado se revise el análisis ambiental del proyecto. A este pedido se han sumado instituciones y ONG’s nacionales e internacionales de reconocido renombre y trayectoria en la conservación de la biodiversidad. En el pedido también se ha dado intervención a la Defensoría del Pueblo de la Nación y a la Dirección Nacional de Biodiversidad. De continuar la obra tal como está proyectada se estará poniendo en serio riesgo de supervivencia a las poblaciones de águila coronada, una de las especies más emblemáticas de nuestro país.
*El autor José Hernán Sarasola es el Director del Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (Cecara), UNLa Pampa–Conicet
Producción y edición: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar