Desde la madrugada del lunes 6 de febrero, la angustia y la incertidumbre se apoderó de decenas de familias vinculadas a las actividades del mercado persa de calle General Paz, entre Patricias Mendocinas y España, pleno centro de la capital.
De la nada, unas llamas que podrían haber sido sofocadas segundos después de la ignición inicial, consumieron las enormes instalaciones del comercio colectivo y dejaron en ruina a los concesionarios que alquilaban espacios para vender las más variadas mercaderías. Artículos todos con una fuerte carga combustible: madera, cartón, papel, tejidos, además de las propias instalaciones.
Nada sirve en el lugar y la estructura que queda deberá ser demolida al no poder ser aprovechada. La reconstrucción deberá ser total.
El episodio que hemos narrado dio pie para recordar otros hechos de la historia reciente y otros más antiguos, que causaron impacto en la población e ingentes pérdidas materiales, que trastocaron la existencia de muchas personas. En por lo menos dos de los sucesos que evocamos, ocurrió lo más grave: la pérdida de vidas humanas. Nos referimos a la llamada “explosión de Gas del Estado” y el caso Quattrini.
La “sidrera”
Una primera evocación, que debe estar en la memoria de lujaninos veteranos, nos remonta a junio de 1970, cuando un siniestro destruyó el frigorífico Pincolini, o “la sidrera”, como se llamaba al establecimiento de la calle Paso de los Andes, de Luján, fundado por Carlos Pincolini (no confundir con su hijo, homónimo, abogado y docente).
Fuego en La Marchigiana
La Marchigiana, uno de los restaurantes históricos del centro mendocino, sucesor y herencia de Vecchia Roma, se quemó íntegramente en la mañana del 14 de marzo de 2002. Ya había pasado la Fiesta de la Vendimia.
Los dueños del lugar, la familia Barbera, en plena crisis post 2001, habían prohibido la entrada de políticos y funcionarios públicos al establecimiento.
El incendio generó versiones sobre el origen del fuego, pero los propietarios dijeron estar convencidos de que la causa fue un cortocircuito en la cocina.
Las llamas fueron advertidas a las 7.30 por la gente que pasaba frente al negocio, en calle Patricias Mendocinas de esta capital, a pocas cuadras del persa que se destruyó el lunes pasado. En menos de media hora se propagaron a todo el local por la fácil combustión de la cubierta superior, construida con palos y paja a la manera de un quincho.
Cuatro dotaciones de bomberos extinguieron el fuego. Fernando Barbera, uno de los titulares, explicó que los daños habían sido totales. La Marchigiana fue fundado hace cinco décadas por María Teresa Barbera, una cocinera oriunda de Le Marche (Las Marcas), Italia.
La famosa casa de comidas reabrió con el tiempo sus puertas. El éxito de La Marchigiana se media por los casi 250 comensales diarios y porque era un punto de reunión de políticos y funcionarios públicos. Esa relación se quebró cuando Fernando Barbera anuncio que no se permitiría el acceso de políticos ni funcionarios como protesta por el atraso del gobierno provincial para pagar los subsidios destinados a los comedores infantiles. Tiempo después, la veda concluyó porque el gobierno había hecho los aportes adeudados.
María Teresa Barbera dijo entonces que no sospechaba de nada malo, de ninguna actitud intencional, y que el hecho se debía a un descuido de ellos.
Un matadero “como un horno siderúrgico”
Un incendio que se expandió rápidamente afectó un edificio de dos plantas y una cuadra de extensión, abandonado y ocupado por más de 35 familias indigentes, en Villa Marini, sin que se registraran víctimas. Era el antiguo Matadero Frigorífico de Godoy Cruz. La fecha, el 30 de julio de 2007.
Ese centro de faenamiento funcionó como tal hasta el año 1977, y luego a mediados de los 80, el lugar fue tomado por treinta y nueve familias, que ocuparon el lugar por más de veinte años.
Los “residentes” se ubicaron en las cámaras del edificio, y separaron sus habitáculos por tabiques. Las condiciones habitacionales eran precarias e inadecuadas.
El fuego consumió las pertenencias de los ocupantes de la antigua industria, una edificación de unos 100 metros de largo, que corría riesgo de derrumbe por efecto del fuego, “cuya intensidad lo asemejaba a un gran horno siderúrgico”, señalaba una crónica de entonces.
La zona fue refuncionalizada y dio paso a la creación del actual parque San Vicente. Desaparecidas las antiguas instalaciones del matadero, se desarrollaron nuevas y modernas construcciones. Es un buen lugar para las caminatas y las prácticas deportivas.
Las familias que en 2007 habitaban el legendario edificio de faenamiento, pasaron a ser los moradores del barrio San Vicente, de 40 casas.
Una bodega
El 17 de diciembre de 2008 se prendió fuego uno de los pujantes establecimientos vitivinícolas de Godoy Cruz, la bodega Escorihuela, inaugurada en 1884, y gerenciada por el grupo Catena Zapata.
El incendio fue avasallador y en pocas horas arrasó importantes sectores del tradicional establecimiento, donde funciona el restaurante del cocinero Francis Mallmann. Pese a que las llamas alcanzaron varios metros de altura, no hubo que lamentar víctimas.
Gustavo Tiritera, comandante de los bomberos voluntarios de Luján de Cuyo, comentó que fue una de las emergencias más difíciles de controlar en la que le tocó actuar. “La extinción –dijo– fue muy compleja. Las llamas, que podrían divisarse de distintos puntos del Gran Mendoza consumieron depósitos y galpones, todo en dos o tres horas”. También se perdieron una planta de fraccionamiento, pallets, cajas de vinos, mobiliario, nada se salvó en esos lugares, pero el fuego no alcanzó al lujoso restaurante de Francis Mallmann, como tampoco al sector de visitas turísticas. El fuego se habría originado en un depósito donde se acumulan artículos de cartón.
El mítico “Barloa”
El primer día de 2013 fue una pesadilla para el popular carrito Barloa, en Las Heras, a dos cuadras del canal zanjón de Los Ciruelos, esquina de avenida San Martín y Morales. Un incendio, que pudo haber sido originado por una cañita voladora, destruyó el “templo” de los lomos del Gran Mendoza. O un cortocircuito.
Sin embargo, un mes después del siniestro el panorama había cambiado y la familia del ex boxeador Humberto Barloa, titular del negocio, trabajaba para poner a punto las instalaciones de la sandwichería. La solidaridad fue muy grande. Clientes y amigos ayudaron con lo que podían para la reapertura de la casa de comidas, visitada por lugareños, mendocinos de distintos partes, turistas y hasta por artistas, como el cantautor Manu Chao.
Lo comentado es apenas un breve resumen. Quedan los siniestros de Melto Cuyo, de supermercados, el de Galería Tonsa, cines, edificios y hasta el depósito de arsenales del Liceo General Espejo, la cúpula del ECA... Y el conteo continúa.
Los casos Gas del Estado y de la fábrica de Quattrini
El 26 de abril de 1977, la ciudad de Mendoza y alrededores vivió una jornada dramática: la explosión de un camión cisterna en la planta de Gas del Estado, en Talcahuano y Boulogne Sur Mer, a metros del Parque General San Martín y los monoblocks de Prensa. Dejó como saldo cuatro operarios muertos y heridos. La explosión fue seguida por una gran llamarada y una espesa columna de humo. La onda expansiva arrojó todo tipo de objetos; restos de camión siniestrado cayeron cerca del pabellón de Cirugía del Hospital Lencinas, a unos 200 metros. Hubo una numerosa evacuación espontánea de los vecinos de la zona.
Otra deflagración, pero en este caso de pólvora, provocó un fatal incidente laboral en la fábrica de elementos de pirotecnia que la familia Quattrini poseía en una finca de Rodeo de la Cruz, cerca del carril Ponce. Ese grupo familiar fue, hasta ese momento, el gran proveedor de fuegos artificiales para el cierre de la Fiesta Nacional de la Vendimia y de otros festejos masivos, inclusive fuera de la provincia.
Tres integrantes del clan armaban en uno de los galpones bengalas y otros artículos explosivos y de luz. En un instante, una deflagración y el desastre. Murió en el acto Teresa Florinda Luconi, la esposa del fundador de la firma, José Benjamín Quattrini (para entonces fallecido). En días siguientes fallecieron Ricardo Héctor Quattrini (60), Elio Ariel y Víctor Hugo, hijos de aquel, de 28 y 36 años, respectivamente. Habían sufrido quemaduras irreversibles.
La desgarradora historia fue evocada por la docente Carina Quattrini (51), hija y hermana de los varones fallecidos, quien llegó al lugar minutos después del desastre.
Otro testimonio lo proporcionó Carlos Mutti, quien, con 18 años, integró el primer auxilio que llegó al escenario, como miembro del Cuerpo de Bomberos Voluntarios. Era un novato en su primera prueba de fuego; hoy es el comandante de la unidad. “Fue tremendo, difícil, pero el impacto sufrido por el suceso tuvo que salir de adentro mío, porque de otra forma no hubiera podido continuar; los sentimientos tienen que salir, salvar a alguien, ésa es la meta; lo que sigue después (con los heridos), depende de otras personas”.