Desde avenida Las Heras hacia el Oeste, cruzamos las vías y en Juan B. Justo aparecen hoteles, restaurantes, bares y distintos locales comerciales. Es la continuación del centro de la Ciudad en las últimas cuadras de la Quinta Sección. En los últimos tiempos las cervecerías artesanales y parrilladas del lugar concentran la atención de mendocinos y visitantes pre-pandemia y es uno de los sitios preferidos de diversión nocturna.
La avenida tiene gran variedad de alojamientos, desde hoteles y hostel hasta casas de alquiler temporario. Los hoteles son una característica de la zona, especialmente cerca de las vías del tren.
“Don Ramón Marín, español, abrió este hotel en 1956 justamente porque estaba cerca de la estación del ferrocarril. También tenía el hotel España, casi frente a la estación. Hoy es administrado por la nieta de Marín”, explica el encargado del hotel Margal y agrega que se llama así de la unión de dos apellidos Marín y Galdeano, esposa de Marín.
El conserje cuenta que los propietarios también fueron dueños de la confitería Española, de avenida Las Heras, y de una agencia de viajes. Hasta antes de la pandemia trabajaban con delegaciones de jubilados y personas de otras provincias que hacían escala para viajar a Chile.
Por lo visto, la zona siempre está dispuesta a recibir gente. Una antigua construcción sobre la vereda Norte, antes de cruzar Tiburcio Benegas, marca una época muy distinta a la actual. Se trata de la Casa de Vecindad, sobre Juan B. Justo 175-183, una construcción que data de 1915 para alojar a los ingenieros y trabajadores del ferrocarril.
El frente deja al descubierto el ladrillo y las estructuras metálicas de la época. Allí funcionan locales comerciales y la mayoría de los departamentos están alquilados. “Es la única edificación que queda en pie. Fue declarada Patrimonio Cultural de la Ciudad en 1991; perteneció a la nieta del gobernador Francisco Moyano y fue construida para ingenieros del ferrocarril”, afirma Felipe Rinaldo, de Turismo y Cultura del municipio capitalino.
Y agrega: “Es una casa con varias habitaciones, 12 departamentos, realizada para alojar personas. Son las llamadas Casas de Inquilinato o Vecindad”. El funcionario hace la aclaración porque la calle se caracterizó por la instalación de varios conventillos (casas habitadas por muchas familias) que cobijaron a los primeros inmigrantes que llegaron a fines del siglo XIX y principios del XX.
“Con la puesta en funcionamiento del ferrocarril, en 1885, la calle sirvió de primer hogar a estas personas, que se instalaban en habitaciones que no tenían muchos servicios. Así surgieron los conventillos, pero también estaba el hotel de los inmigrantes, en una calle que rinde homenaje a Juan Bautista Justo, dirigente de la Unión Cívica, Fundador del Partido Socialista y creador del Hogar Obrero”, suma.
Rinaldo cuenta también que esta avenida de ocho cuadras, desde las vías hasta Boulogne Sur Mer, fue asfaltada en 1940 y era la continuación de la avenida Circunvalación Norte (hoy avenida Las Heras), de la Ciudad Nueva, delineada por el agrimensor francés, Julio Balloffet. Sobre la actualidad comercial de Juan B. Justo, Rinaldo destaca que hay 90 locales comerciales y ocho establecimientos hoteleros.
La vida en comunidad
El arquitecto, especialista en patrimonio e investigador, Jorge Ricardo Ponte, en su libro La Fragilidad de la Memoria, señala que hacia 1889 gran parte de la población de la Ciudad Nueva se concentraba en las inmediaciones de la estación ferroviaria. “La llegada del ferrocarril en 1885, con sus servicios regulares, unía a Mendoza con la capital de la República, Buenos Aires. Como puede suponerse, la estación también se ubicaría en el sector Oeste de la ciudad o Pueblo Nuevo. Con el ferrocarril arriban las nuevas maquinarias que adoptaría la industria vitivinícola y que transformaría la economía local; y los inmigrantes, italianos y españoles, que prácticamente producen un trasvasamiento de la población criolla local”, describe.
Cerca de la estación se ubican los primeros llegados, que luego se trasladarán a otros puntos de la ciudad, suburbios y áreas de cultivo. A principios del siglo XX ya existía el problema de acceso a la viviendas a las clases obreras. En su libro, Ponte cita a Los Andes en su edición del 8 de agosto de 1906, hace 115 años: “En Mendoza, encontrar una casa medianamente decente y un alquiler también mediano es resolver todo un problema”.
Ponte, quien además es vecino de la zona, explica las diferencias entre los conventillos y casas de inquilinato o casas de vecindad, como se las conocía. En el primer caso, eran construcciones tradicionales que se dividían por “el eje del patio central, quedando conformadas dos viviendas, cada una con una hilera de habitaciones que daban a una galería y estas al patio principal y secundario. Así aparecen estas viviendas llamadas ‘casas tipo chorizo’, que fueron adaptadas para el usufructo de la renta. El conjunto tenía un patio común y el servicio sanitario también común para todas las piezas de water-closet sin duchas o bañeras”.
En el caso de las casas de vecindad, Ponte señala que “era un conjunto seriado de departamentos, si es que puede utilizarse ese término, siempre en planta baja, con unidades diferenciadas para dormitorios-estar, un rincón de fuego exclusivo, baños comunes para todas las unidades y a veces también fregadores comunes”. También expresa que estas unidades generalmente estaban vinculadas por un pasillo que comunicaba con la calle.
Por problemas sanitarios de la Mendoza de aquella época fueron desapareciendo los conventillos, a medida que la ciudad avanzaba hacia el Oeste hasta vincularla con el parque General San Martín. Entre los más nombrados por los vecinos más antiguos es el 1414, que desapareció hace varios años.