Durante la pandemia se ha apreciado un incremento del consumo de psicofármacos. Así lo advierten en Mendoza y a nivel nacional. Esto no puede leerse ajeno a las advertencias que llegaron desde organismos internacionales sobre que la pandemia traería otra asociada a la salud mental.
Referentes de distintas áreas consultados en Mendoza dijeron que se observa este aumento pero que no se trata de algo nuevo. La tendencia a un mayor consumo de psicofármacos viene en ascenso desde hace varios años, lo que hizo la pandemia fue exacerbarlo.
Las principales droguerías de la provincia estiman que entre el primer semestre de 2020 y el mismo periodo de 2021 la demanda aumentó entre 12 y 13%. Esto en unidades globales que involucra medicamentos de lista 4, entre los que se incluyen tranquilizantes y antidepresivos, los de mayor demanda.
Mario Valestra, presidente del Colegio Farmacéutico de Mendoza explicó que durante la pandemia se presentaron dos situaciones y que por ello habría que analizar de manera diferenciada lo que ocurrió durante la primera etapa de la pandemia y la posterior, cuando se habilitaron actividades.
Desde que se implementó el aislamiento obligatorio hubo dificultades para acceder a la receta médica ya que muchos médicos durante el año pasado no atendieron de manera directa y hubo limitaciones. La venta en farmacias de este tipo de medicamentos se hace exclusivamente bajo receta archivada.
“En esta segunda etapa sí se ha visto un incremento de acuerdo a informes de obras sociales o droguerías”, dijo Valestra y aclaró que la demanda está más que nada asociada a cuadros depresivos.
Advertencias
El Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires elaboró en mayo un informe sobre la evolución de la comercialización de medicamentos. Allí advirtió sobre un fuerte aumento en el consumo de psicofármacos durante la pandemia.
Esta área está a cargo del defensor del Pueblo adjunto bonaerense, Walter Martello quien advirtió al respecto en un conversatorio: “Los indicadores más recientes de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), que monitoreamos periódicamente desde el Observatorio, nos muestran que en plena pandemia se vendieron en la Argentina casi 52 millones de psicofármacos, alrededor de 2,8 millones unidades más respecto a lo registrado en 2019”.
En un comunicado dijo además: “Dos psicofármacos, que se venden bajo receta archivada, se encuentran entre los 15 más vendidos y la tasa de crecimiento de la cantidad de unidades dispensadas de estos remedios supera varias veces el promedio general”.
Con ello hacía referencia al Clonazepam y al Alprazolam, dos psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso central.
Además, el informe reveló que en comparación con 2019, durante 2020 se vendieron 187.009 unidades más de Clonazepam (+3,93%) y 286.801 unidades más de Alprazolam (+6,31%). Estos porcentajes triplican y quintuplican respectivamente el promedio general de incremento de unidades dispensadas de medicamentos, registrado el año pasado (+ 1,36%).
Los datos incluyen la totalidad de tranquilizantes, antidepresivos, equilibrantes, antipsicóticos, hipnóticos, sedantes y antiepilépticos que también se usan como ansiolíticos y estabilizadores del estado de ánimo.
Según el Observatorio de Salud Medicamentos y Sociedad de la COFA, en 2020 hubo un aumento a nivel nacional de 6.990.573 unidades en las dispensas de medicamentos para el sistema nervioso, con respecto a 2019. Esto equivale a un 6,50%. Los que más se incrementaron fueron los sedantes e hipnóticos, en un 9,20%, seguidos de los antipsicóticos en un 8,60%.
COFA menciona en la publicación Correo Farmacéutico un estudio publicado el 30 de marzo en el Pharmacy & Pharmacology International Journal. Es una investigación del farmacéutico correntino Gerardo Fridman, miembro del Comité Nacional de Certificación (CNC) en la que refleja un preocupante aumento sostenido del consumo de psicofármacos en las provincias del Nordeste de la Argentina durante el aislamiento obligatorio por la pandemia. El experto advierte que de mantenerse esta tendencia puede convertirse en un problema de salud pública y sostiene que los psicofármacos deben ser prescriptos sólo por psiquiatras.
Valestra aclaró que los valores que se ven a nivel nacional no son los mismos en cada provincia e incluso en las regiones dentro de ellas ya que tienen sus particularidades respecto de este consumo. Mencionó que una variable a considerar es que Mendoza es una provincia con una edad promedio más elevada y son los adultos mayores los que toman más tranquilizantes e hipnóticos.
Los pesares
El virus Sars CoV-2 trajo pérdidas, angustia, ansiedad, convivencias difíciles, miedos, entre tantas otras emociones con las que obligó a confrontar. Y en el marco de una sociedad de consumo, para muchos la solución inmediata al pesar estuvo rápidamente a mano en una cajita. Si bien hay quienes, en el marco de un abordaje adecuado llevado a cabo por profesionales han recibido tal indicación por considerarla la más adecuada, otros han apelado a ella por cuenta propia.
El doctor Germán Berardo, vicepresidente de la Asociación de Psiquiatras de Mendoza señaló que en el incremento influyen una mayor automedicación y medicalización con bajo criterio, porque -expresó- estas dificultades de convivencia socioeconómica son procesos adaptativos y tienen ciertos criterios de medicalización. “Vemos que hay una alta prescripción por médicos no especialistas que no tienen los manejos adecuados para medicar esos procesos adaptativos”, subrayó.
Destacó que hay mucha automedicación, que se consigue por diversas vías, no solo con la prescripción sino que tambien hay mucho mercado negro de ansiolíticos.
Explicó que este aumento es multicausal y que se asocia fundamentalmente a falta de recursos emocionales de la población, baja tolerancia a la frustración y las variables del mercado de la industria, entre otros.
“El psicofármaco se ha transformado (con estas situaciones de fondo) en una especie de atajo frente a la desesperación y la desolación que la gente transita en el día a día, que no siempre son criterios de medicación”, detalló.
“Es indispensable hacer un uso racional de los medicamentos porque cada uno se piensa de acuerdo a las necesidades clínicas, en las dosis correspondientes y esto lo manejan los especialistas en salud mental”, subrayó el profesional.
Dijo que las personas más proclives y más afectadas son mujeres en edad productiva.
“El psicofármaco con un sobreuso más perjudicial son los ansiolíticos, las benzodiacepinas. Estos productos enmascaran la patología de base. Al no abordarla, lo que estamos haciendo es que siga avanzando, poniendo un paliativo, pero no tratando la enfermedad. Entonces quizás cuando se descubra la patología de base, se habrá perdido mucho tiempo de abordaje terapéutico”, dijo Fridman en una nota con la publicación Correo Farmacéutico.
Lo que observan los especialistas es que se ha tratado en muchos casos de cuadros agudos, muchos vinculados a cuestiones socio-económicas.
“Nuestra Ley Nacional de Salud Mental, habla de personas con padecimiento mental. En ese sentido, lo que sí trajo la pandemia son nuevos consultantes que plantean situaciones que están atravesando como sufrimiento subjetivo a partir de la pandemia, manifestado en diferentes estados emocionales como son angustia, cansancio, tristeza, etcétera”, dijo Mauricio Estrada, presidente del Colegio de Psicólogos de Mendoza.
“La situación me recuerda el escenario de atención post 2001, en el que era alto el nivel de consulta”, afirmó el licenciado en Psicología, Mario Lamagrande. “Este año he vuelto atender gente que ya había dado de alta, el proceso también es al revés: pacientes en atención psiquiátrica que es derivada en este caso a terapias cognitivo-conductuales que permiten mejorar la calidad de vida de pacientes con trastornos ansiosos y depresivos sobre todo en lo que son ataques de pánico e ira; esto implica que el motivo de consulta vuelve a centrarse en el malestar psíquico agudo por lo cual las intervenciones interdisciplinarias (psiquiátricas y psicológicas) se han vuelto más habituales”, explicó.
Agregó que en diálogo con colegas aprecian que han visto superadas las consultas y que se suman situaciones de duelos, problemas de pareja y fobias.
Esteban Wood, especialista en políticas públicas sobre drogas, dijo a Télam que los datos ponen en evidencia varias aristas. “Por un lado, la facilidad de acceso a medicamentos que deberían estar sujetos a estricto control; la automedicación y la medicalización de la vida cotidiana”, consideró.
También destacó “el factor estímulo que representan las publicidades de medicamentos y la construcción de ese ideal de no sentir dolor ni malestar alguno, sólo por comprar tal o cual medicamento”.
Los canales de la automedicación
Los especialistas consultados coinciden en señalar la problemática de la automedicación a la que se puede llegar por diversas vías. Ocurre en casos en que a alguien le ha quedado medicación de un tratamiento anterior, piden a un “médico amigo” la receta indispensable o al profesional de algún familiar.
Un reporte anual de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) hace referencia al narcotráfico y al consumo de drogas en todo el mundo.
El Informe 2021 describe modalidades de compra-venta de estupefacientes mediante la dark web y entregas por delivery, como así también dinámicas de consumo adaptadas al contexto de pandemia. Además, advierte sobre el creciente uso y abuso de psicofármacos. Según la UNODC, datos de más de 50 países muestran que la proporción de quienes compran drogas en la dark web se triplicó con creces. Desde 4,7% en enero de 2014 a 14,5% en enero de 2021.