El primer eclipse total de Luna en más de dos años coincidió este miércoles con una superluna roja, lo que generó un espectáculo cósmico que pudo ser visto por la población.
Esta superluna “de sangre” fue visible en todo el Pacífico -que ofrecerá la mejor vista-, así como en la mitad occidental de América del Norte, el extremo sur de Sudamérica y el este de Asia.
El eclipse total duró unos 15 minutos, mientras la Tierra pasaba directamente entre la Luna y el Sol. Pero el espectáculo entero se extendió por unas cinco horas, en la madrugada de Argentina, a medida que la sombra de la Tierra cubría gradualmente la Luna y después poco a poco se desvanecía.
El color anaranjado rojizo es resultado de todos los amaneceres y atardeceres en la atmósfera terrestre que se proyectan hacia la superficie de la Luna eclipsada.
La sonda Lunar Reconnaissance Orbiter, que ha orbitado la Luna durante 12 años, midió los cambios de temperatura en la superficie lunar durante el eclipse. Los telescopios en la cima de la montaña Mauna Kea de Hawái también monitorearon al satélite.
Más allá que no siempre la ubicación beneficia, todas las personas, en todos los lugares, pudieron contemplar una Luna más brillante de lo usual, siempre que el clima lo permitiera. De todos modos, en la web hubo transmisiones en directo.
La Luna estuvo a unos 357.460 kilómetros de distancia. Es esta proximidad, aunada al hecho de que es luna llena, lo que le llevó a encajar en el concepto de superluna, que la hace parecer más grande y brillante.
La superluna del mes pasado, en cambio, estuvo 155 kilómetros más lejos. A diferencia de un eclipse de Sol, ver directamente una Luna eclipsada no conlleva ningún riesgo.