Hasta el momento existen en Mendoza –y están en carpeta- dos grandes proyectos para la producción de cannabis con fines medicinales. Se trata de dos emprendimientos privados y que están siendo analizados por las autoridades gubernamentales.
A diferencia de otras provincias que ya cuentan con el marco regulatorio para esta actividad, Mendoza no participará con su propia producción, sino que –a nivel estatal- actuará como ente de control, regulación y fiscalización de lo que privados produzcan en territorio provincial. Y entre todos los actores públicos que participarán, uno de ellos es el Instituto de Sanidad y calidad Agropecuaria de Mendoza (Iscamen).
En ese sentido, un sector del extenso terreno en donde se encuentra situada la bioplanta del Iscamen en Santa Rosa –y donde se producen ejemplares de Moscas del Mediterráneo estériles- ha sido destinado para la instalación de un campo donde se producirá cannabis medicinal en Mendoza, con laboratorio incluido.
“El Iscamen ha sido designado como fiscalizador de los proyectos productivos de cannabis. Pero no fiscalizador desde lo económico, sino para controlar que –al momento de la producción- los proyectos que lo trabajen cumplan con los protocolos relacionados a todo el proceso desde que llega la semilla hasta que se cosecha a la planta y se envía al laboratorio. Después será el Ministerio de Salud quien se encargue de controlar que se cumplan con los componentes permitidos y que sea exclusivamente para uso medicinal, que es el permitido hasta el momento”, destacó la ingeniera agrónoma y coordinadora del programa de Cannabis del Iscamen, Flavia Gil.
En ese sentido, Gil insistió en que ni Mendoza como provincia ni el Iscamen como dependencia se encargarán de la producción comercial, sino que brindarán el marco para proteger la producción privada.
La producción de cannabis permitida en Mendoza
Dentro del marco legal existente a nivel nacional, en Mendoza se va a autorizar la producción de aceite de cannabis con un componente de hasta 1% de THC. “Más de 1% deja de ser medicinal, por lo que hasta 1% es lo que se considera legal. Después existen otros que se fabrican con entre 1% y 5% de THC que es para uso recreativo, pero no está autorizada su producción, ni en el país ni en Mendoza. Hay aceites que se fabrican hasta con 36% de THC”, ejemplificó la coordinadora del programa de Cannabis del Iscamen.
La intención es que tanto las parcelas y espacios productivos como el laboratorio estén operativos en plenitud a mediados de noviembre. Para ello ya se ha montado una carpa de tipo invernáculo (greenhouse) para producir plantas en el lugar, aunque también se han destinado espacios para producción outdoor e indoor.
En el laboratorio, en tanto, se van a probar los distintos tipos de producción y todo será orgánico. “Creemos que va a ser un buen negocio. El cannabis y sus derivados tienen muchos usos, que van desde lo veterinario hasta lo cosmético”, destacó la responsable del programa.
Dentro de estos espacios experimentales y para uso interno que ya están terminando de montarse en la sede del Iscamen se controlarán precisamente todos los proyectos productivos y económicamente rentables. Todo esto permitirá, en base a las pruebas, aprender y definir la metodología de trabajo, además de dar pautas y generar protocolos específicos.
“Para esta etapa hay un trabajo netamente agronómico y de laboratorio. Allí estamos instalando equipos que permitan, con la mayor precisión posible, detectar y trabajar con los contenidos mínimos de los principales derivados cannábicos (como son THC, CBD y otros). Todo esto lo estamos montando, además, como parte de todo un sistema de trazabilidad para poder tener la mayor certeza y dar el marco más preciso posible para que el productor pueda desarrollarse”, resaltó Gil.
La tecnología del invernáculo
Alejandro Herrera es asesor y técnico de cultivo de cannabis medicinal y está trabajando dentro del proyecto de Cannabis del Iscamen. Es uno de los encargados de operar y monitorear el funcionamiento del invernáculo que se ha montado y que cuenta con tecnología de avanzada.
“Es el primer invernadero que se monta en el Iscamen y es automático. Tiene un sistema de cortinas que regula la temperatura, abriéndose y cerrándose según la necesidad. También se controla la humedad y la temperatura y, aunque está automatizado, precisa de un operario que esté siguiendo todo. En caso de que haya Zonda o un viento fuerte, tiene un sensor que -según la velocidad de la ráfaga-, puede activarse para que el espacio se cierre automáticamente”, resumió Herrera.