Ante la disminución de las temperaturas, que hasta hace unos días eran bastante cálidas para la época, muchos miran con recelo nuevamente las clases presenciales, debido, principalmente, al protocolo que las rige en el contexto de pandemia de coronavirus.
La preocupación tiene que ver con la exigencia de ventilar las aulas y el impacto del frío en la salud de los niños. O sea, que por querer evitar una patología, terminen adquiriendo otra.
Natalia Sánchez Zapponi, jefa del servicio de Emergencia del Hospital Notti, destaca la importancia de la ventilación porque “las transmisiones son a través de las pequeñas micro gotas que se aerolizan al hablar, estornudar, toser, gritar o cantar, tanto en el virus del covid como de los otros virus que provocan infecciones respiratorias”.
Por ello, la pediatra considera fundamental evitar las modificaciones bruscas de temperatura, recordando que “el frío provoca cambios en la vía respiratoria y la única forma de prevenir es el abrigo”.
En este sentido, la sugerencia es vestirlos ‘en capas’: con una remera, una camiseta, un buzo y finalmente la campera “para que, si el niño siente calor, pueda ir despojándose de alguna prenda”, detalla Sánchez Zapponi.
Qué dice la DGE
En este sentido, desde la DGE, aclararon que “no está prohibido ni es obligatorio” encender las estufas, por lo que quedaría a criterio de cada establecimiento usarlas o no, en los casos que cuenten con las mismas.
Además, desde la mencionada institución aclararon que la recomendación es mantener abiertas puertas y ventanas unos 5 centímetros y no completamente.
Mientras tanto, personal docente y no docente, al igual que los alumnos, están apelando al uso de abrigos y, en algunos casos, hasta llevan mantas o frazadas para combatir las bajas temperaturas.
Además, ya se hizo llegar a los establecimientos un instructivo de rendición del “fondo de calefacción”, que es un monto fijo para reparar los sistemas de calefacción y a “la aislación de ventanas y puertas”.
Sobre el protocolo
En el punto 10 del Anexo II de la resolución que establece el protocolo, se prevé puntualmente cómo debe ser la ventilación del establecimiento.
En primer lugar, sugiere que “la ventilación natural es la opción preferente” y que en segunda instancia “se recomienda ventilación cruzada, si es posible de forma permanente, con apertura de puertas y/o ventanas opuestas o al menos en lados diferentes de la Sala”.
El objetivo, claramente es favorecer la circulación de aire, teniendo en cuenta que está comprobado que una de las principales vías de transmisión es el aire.
No obstante, el protocolo no indica una obligatoriedad de la medida, ya que sugiere “idealmente ventilar de manera permanente”, lo que deja abierta la posibilidad de mantener calefaccionadas las aulas.
En este caso, recomiendan ventilar “durante 10-15 minutos al inicio y al final de la jornada, durante el recreo, y siempre que sea posible entre clases, garantizando además una buena ventilación en los pasillos”
Agrega que, en caso necesario “se puede utilizar ventilación forzada (mecánica), debiendo aumentarse el suministro de aire exterior y disminuir la fracción de aire recirculado al máximo, con el fin de obtener una adecuada renovación de aire”.