Hace días Los Andes se refirió a los trabajos emprendidos por la Dirección de Hidráulica y la Dirección de Patrimonio del Gobierno de Mendoza en pos de proteger de la acción aluvional el Tambo de Ranchillos, con obras relacionadas con el cauce homónimo que discurre a la vera y al oriente del sitio.
Luego del aluvión de principios de febrero de 2018 fue preocupación de la Dirección de Patrimonio el hecho de que la excepcional avenida produjo la pérdida de recintos pircados del tambo, por lo que sus profesionales realizaron un informe técnico, en el que colaboramos como asesor científico provincial del Programa Qhapaq Ñan Sistema Vial Andino.
Por entonces surgió inmediatamente la necesidad de consulta a los organismos pertinentes en el manejo de cauces, al igual que por nuestra parte a profesionales expertos en su comportamiento bajo determinadas condiciones ambientales, investigadores que estudian sus incidencias en la traza de la RN 7 en alta montaña.
Además de esas consultas, como arqueólogos investigadores del sitio nos dedicamos a evaluar en el terreno la incidencia efectiva del aluvión sobre las estructuras pircadas, para lo que contábamos, entre otros, con nuestro registro de las mismas (Bárcena, 1999) y asimismo con los planos de los investigadores que nos precedieron en los estudios del tambo: Francisco de Aparicio (1938, 1940) y Carlos Rusconi (1940, 1941, 1956, 1962).
El tambo fue incluido en la correspondiente Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco desde 2014, junto con el asentamiento de la época en Ciénaga de Yalguaraz, el Tambo de Tambillos y tramos del camino incaico que los vincula, más sitios de altura como Puente del Inca y relacionados con actividades ceremoniales como cerro Penitentes, Confluencia y la Pirámide del Aconcagua.
En Ranchillos y Tambillos sumamos tareas para su protección y valorización patrimonial a partir de la segunda mitad de los ’80 y primera de los ’90, dotándolos entre otros de un cierre perimetral y carteles explicativos sobre su historia y funcionalidad, que facilitaran su visita por el público. Asimismo se diseñaron los planos, con la colaboración del recordado arquitecto Carlos de Rosa, de una construcción acorde con la fisonomía del paisaje, para uso de guarda sitios y centro de interpretación, que no llegó a construirse por falta de medios económicos; mientras que la instalación de un puente peatonal para salvar el arroyo Ranchillos, siguiendo directivas de organismos pertinentes y que permitiera mejor acceso a la senda de aproximación al tambo, quedó inconclusa por la acción de terceros que aserraron los maderos que usaríamos para tal fin, por lo que se estimó la carencia de seguridad para preservar la instalación y el material, junto con los gaviones, quedaron en Uspallata. Hoy está en proceso dotar a los sitios de esa infraestructura y seguramente se avanzará con un sistema de guarda sitios. En el concierto de sitios incaicos conocidos del centro oeste argentino, Ranchillos es el de mayor envergadura y destaca siguiendo su categorización según reglas de tamaño-rango de las estructuras, ocupando el tercer lugar luego de la Tambería del Inca en Chilecito, La Rioja, y la de Paso del Lamar en San Juan.
Con buena probabilidad sumaba a las funciones propias de un tambo en esta parte del Kollasuyu otras más específicas, como las propias de un centro administrativo del extremo austral oriental del Tawantinsuyu.
Construido hace más de 500 años no parecía haber perdido recintos por avatares naturales cuando sus investigadores primeros lo estudiaron y con nuestras investigaciones de los 80 y 90 comprobamos que las estructuras registradas en sus planos y descriptas por ellos, se mantenían 60 años después y persistían hasta comienzos de 2018 (en 2017 habíamos sumado a nuestros estudios en el área, la renovación de carteles).
Es conocida la recurrencia de los aluviones, también mencionados como aludes y reconocidos por los profesionales como flujos de detritos o escombros (en este caso de la formación geológica del Grupo Choiyoi), al igual que su impacto sobre la RN 7 (Quebrada Seca, Quebrada del Camino, arroyo Ranchillos, entre otros), por lo que su impacto ha sido motivo de estudios por miembros del IaniglaConicet, cuyos investigadores tienen proyectos específicos al respecto y gentilmente nos ilustraron sobre el fenómeno, sus causas y recurrencia, precisado que a la que impacta en el arroyo Ranchillos le corresponde una periodicidad cuyo lapso es mayor que en los otros cauces.
Por lo tanto, si no es excepcional la ocurrencia si lo es que por primera vez, por lo menos en los últimos 80 años, la masa que se desplazó alcanzara una parte de los recintos arrasándolos.
Con medios al alcance, como Google Earth, puede accederse a las imágenes, al menos desde 2000, que permiten apreciar el curso del arroyo, el tambo, el camino incaico, como así modificaciones en el curso hasta la notable envergadura del fenómeno de febrero de 2018 con los cambios en el terreno y las pérdidas de estructuras.
Dentro de la lamentable afectación natural del patrimonial cultural que implicó recintos menos connotados del tambo, vemos que la construcción más compleja o con funcionalidades más salientes, no sufrieron daños y en esto debe considerarse su disposición incaica, más protegida en el sitio.
De los aproximadamente 5.500 m2 de superficie construida en el tambo, nuestros cálculos en base a los registros señalados, incluida la observación de imágenes satelitales, arrojan que las pérdidas ascienden a unos 400 m2, es decir alrededor de 7,5%.
Sabemos cuáles estructuras se perdieron y contamos con los registros de ellas, con lo que al menos queda la posibilidad de ejemplificar sus plantas en el terreno (máxime que persisten indicios de algunas estructuras).
*El autor es investifador del Incihusa-Conicet; UNLaR; proyecto SIIP-FFyL, UNCuyo.
Edición y producción Miguel Títiro