La toxicidad de ciertos antiparasitarios reduce las poblaciones de escarabajos, altera los ecosistemas, reduce la eficacia de la descomposición del estiércol y afecta la biodiversidad y la calidad de los pastos.
El uso de antiparasitarios en el ganado tiene efectos negativos significativos sobre los escarabajos estercoleros (también conocidos como escarabajos peloteros o coprófagos) que se alimentan en muchos casos exclusivamente de estiércol del ganado (vaca, caballo, cabras, entre otros). Estos insectos desempeñan un papel crucial en los ecosistemas, ya que descomponen el estiércol, mejoran la fertilidad del suelo, reducen los gases con efecto invernadero, dispersan semillas y reducen la proliferación de parásitos.
Sin embargo, los antiparasitarios utilizados para tratar al ganado afectan negativamente a los escarabajos estercoleros de varias maneras. Muchos antiparasitarios, especialmente la ivermectina y otros como la moxidectina, doramectina y eprinomectina, son tóxicos ya que no se metabolizan completamente en el cuerpo de los animales y se excretan en el estiércol. Los escarabajos estercoleros que se alimentan del estiércol tratado ingieren estos compuestos tóxicos, lo que provoca su muerte o afecta negativamente su desarrollo, fisiología y comportamiento.
Efecto a nivel de individuo
De acuerdo a los efectos negativos de estos antiparasitarios tóxicos existe evidencia científica que muestra que tanto la ivermectina como los otros antiparasitarios mencionados anteriormente, producen una disminución de la tasa de supervivencia de los escarabajos estercoleros. La toxicidad afecta especialmente a los huevos y a las larvas de estos insectos, reduciendo la producción de huevos y aumentando la mortalidad de larvas. Esto trae consecuencias a las poblaciones a largo plazo. Como derivación de esto último, también se ven afectados todos aquellos animales que se alimentan de estos insectos (por ejemplo, aves y pequeños mamíferos), es decir se producen cambios negativos en las redes tróficas.
Además, perjudica a los adultos de diversas maneras. Por un lado, dañan su fisiología provocando cambios en su tolerancia a la temperatura y su respiración, así como también cambios a nivel intestinal y sistema circulatorio. Por otro lado, a nivel nervioso afecta los órganos sensoriales de las antenas provocando cambios en su capacidad para detectar alimentos. Finalmente, afectan en gran medida el movimiento de los individuos, provocándoles movimientos descoordinados al caminar y finalmente espasmos musculares.
Efecto a nivel ecosistema
A nivel ecosistema, los antiparasitarios tóxicos producen una disminución de la biodiversidad. Las especies de escarabajos estercoleros más sensibles desaparecen de las áreas tratadas, lo que reduce la biodiversidad y altera el equilibrio ecológico. También producen una disminución de la descomposición del estiércol. Los escarabajos estercoleros juegan un papel vital en la degradación rápida del estiércol. Cuando las poblaciones de escarabajos se ven afectadas, el estiércol permanece en el suelo por más tiempo. Esto provoca la acumulación de residuos fecales, lo que a su vez incrementa la proliferación de parásitos y moscas, afectando tanto al ganado como al ambiente circundante. La compactación del suelo también es un problema indirecto, ya que los escarabajos no pueden enterrar el estiércol, lo que altera los ciclos de nutrientes en los ecosistemas agrícolas.
Al brindar servicios ecosistémicos claves, como la dispersión de semillas y la mejora de la calidad del suelo, la disminución de estos insectos por el uso de antiparasitarios afecta la salud del suelo y los procesos de regeneración de ecosistemas, lo que puede tener consecuencias a largo plazo en la agricultura y el manejo de los recursos naturales. “De hecho, se ha calculado que la contribución de la actividad de los escarabajos estercoleros al servicio ecosistémico de la gestión de los parásitos gastrointestinales ahorra a la industria ganadera del Reino Unido unos 412 millones de euros al año (unos 397 millones de euros en los sistemas ganaderos convencionales y unos 15 millones de euros en los sistemas ganaderos ecológicos). Esto demuestra de que el control biológico de los parásitos gastrointestinales del ganado por estos grupos de agentes biológicos (escarabajos estercoleros) va mucho más allá de la sanidad animal y las implicaciones medioambientales, también favorece considerablemente a la economía de los sistemas ganaderos”, sostienen Sarah Beynon y colaboradores.
Impactos globales y geográficos
A nivel global, el problema es particularmente grave en zonas agrícolas intensivas o en lugares donde el ganado es una parte fundamental de la economía, como es el caso de Argentina. Regiones como América del Norte, América del Sur, Europa, África y Australia han reportado disminuciones significativas en las poblaciones de escarabajos estercoleros debido al uso de antiparasitarios tóxicos. En algunas zonas, la disminución de estos escarabajos ha llevado a la necesidad de importar especies de escarabajos estercoleros desde otros lugares para restablecer el equilibrio en los ecosistemas, lo cual puede causar problemas ecológicos secundarios.
Posibles soluciones
Para mitigar estos efectos, es importante promover prácticas de manejo sostenible, como el uso de alternativas menos tóxicas o la rotación de antiparasitarios, para proteger a los escarabajos estercoleros y sus valiosos servicios ecosistémicos. Entre las alternativas menos tóxicas en España se han propuesto el uso de antihelmínticos fitoquímicos (por ejemplo, timol, carvacrol, cinamaldehído que se encuentran en plantas como el tomillo, el orégano o la canela) como antiparasitarios. Estas alternativas están comenzando a implementarse en algunos países de Europa, ya que se ha demostrado que no son letales para los escarabajos estercoleros y al mismo tiempo cumplen con su función antiparasitaria.
“Además, un manejo de los animales que limite el contagio a partir de las heces, como el mantenimiento de la higiene en las instalaciones y la rotación de pastos reducen los problemas causados por parásitos”, según la veterinaria Elisa Villén Molina.
“El uso racional de medicamentos antiparasitarios -agrega esta profesional- es además fundamental para evitar que los parásitos se hagan resistentes a estas moléculas, que van perdiendo eficacia cuando se usan repetidamente. En lugar de eso, aplicar los antiparasitarios sólo cuando los parásitos estén causando problemas y elegir el fármaco más adecuado en cada caso ayuda a conservar los agroecosistemas y la eficacia de estos medicamentos”.
*La doctora Giménez Gómez es investigadora asistente Instituto Argentino de Investigaciones Zonas Áridas (Iadiza)-CCT-Conicet (Mendoza).
Producción y edición: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar