Con el brote de la pandemia y la primera declaración del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) en todo el país, las rutinas cambiaron. Conceptos como confinamiento y teletrabajo se convirtieron en protagonistas principales de la vida de los argentinos. Y el día a día de millones de personas siguió su marcha entre las cuatro paredes.
Además de mudar sus puestos de trabajo a sus domicilios, las actividades domésticas ocuparon un lugar clave entre los quehaceres diarios. Para quienes tienen mascotas, el cambio también fue notorio. Y es que esos compañeros que solían monopolizar la estadía en las casas se encontraron de un día para el otro con una compañía permanente. Y también con un cuidado sobredimensionado, al que no estaban acostumbrados.
“Con el confinamiento muchas cosas cambiaron en la relación entre las personas y sus mascotas. Desde lo conductual, los dueños empezaron a controlar a sus animalitos por situaciones que, de repente, les llamaban la atención. Esto fue fruto de la convivencia 24 horas por 7 días. Y hubo cosas que en muchos casos empeoraron, como son trastornos de la conducta. Algunos perros han llegado a tener híper apego ya que generan un vínculo súper estrecho con los propietarios. Esto es algo que se trata de evitar porque, cuando las personas se ausentan durante mucho tiempo, las mascotas se ponen mal y pueden romper cosas de las casas”, detalló la veterinaria clínica y especializada en etología (una rama equivalente a la psiquiatría en animales domésticos), Maga Morgui Capo.
“El problema se va a dar cuando volvamos a la normalidad y la gente tenga que volver a estar fuera de su casa durante muchas horas. Además, se suma otra situación que puede volverse preocupante y es que mucha gente -al contar con mayor cantidad de tiempo libre- llevó a sus casas cachorros. Entonces, llegaron un montón de mascotas que se acostumbraron a un dueño que estaba presente y pendiente, más de lo que va a estar dentro de unos meses”, advirtió la especialista.
En cuanto a recomendaciones, Morgui Capo destacó que lo más adecuado es -paulatinamente- intentar acomodar la rutina de actividades de las mascotas a los horarios que serían habituales fuera del contexto de pandemia. “Lo ideal sería intentar mantener una rutina similar a la que se mantendría normalmente cuando los dueños no están todo el día en casa. Entonces, si los dueños trabajan medio día (cuando no hay cuarentena) que en ese momento los animalitos estén solos en el patio, por ejemplo. Estaría buenísimo poder ir haciendo esto de forma gradual, ir acostumbrándolos a ciertos horarios de alimentación, de juego y de descanso que tendrían sin las personas en casa todo el día. Y después buscar un espacio compartido que sea lo más parecido a lo que era cuando nada de esto existía”, simplificó la especialista.
Desacostumbrados
Soledad vive con su hija y ambas mudaron sus obligaciones (trabajo y escuela) a su hogar. El tercer habitante en esa casa es Ástor, un bulldog francés que pasó de ser alguien que se quedaba solo todas las mañanas a tener compañía full time. “Hemos armado dos oficinas en la casa y él está permanentemente yendo de una a la otra. Siempre está con alguien”, detalló.
Y aunque todavía mantienen el teletrabajo y la educación a distancia, ambas ya evidencian las primeras consecuencias ligadas a las mañas de este acostumbramiento. “Si tenemos que salir por algo, cuando volvemos encontramos que el perro ha sentido estrés. Lo dejamos adentro de la casa y lo único que hace es acostarse en un sillón o hacer pis en los pies cuando volvemos. Cuando voy a lo de mi mamá, ya directamente lo llevo. O empiezo a priorizar ir a lugares pet friendly, para poder llevarlo. Creo que termina siendo un problema de ambos: del dueño y del animal”, sintetizó.
La veterinaria especializada en etología separa las consecuencias del incremento del tiempo en que permanecen juntos en una doble lectura. Por un lado, lo considera beneficioso ya que les ha permitido a dueños detectar enfermedades en sus mascotas a tiempo.
Sin embargo, la parte no beneficiosa es la que implica imaginar un escenario futuro cuando, por ejemplo, los chicos deban regresar a las escuelas.
“Al principio de la cuarentena teníamos visitas y tratábamos de limitarlas sólo a urgencias, como hicieron todos los especialistas en salud. Así y todo, la gente vino más que antes a las consultas porque se daba cuenta de cosas que quizás hacía tiempo habían aparecido en sus mascotas y no lo habían notado o no les parecían graves”, continuó Morgui Capo.
Este panorama se da más en los perros que en los gatos. De hecho, por lo general los felinos están más acostumbrados a tener sus espacios y sus tiempos. “Muchos se sintieron invadidos y hay casos de dueños que traían a sus gatos porque el animal no se había acostumbrado a estar tanto tiempo y los arañaban”, agregó la veterinaria.
A Fernando le toca vivir ambos panoramas con su perro Rocco y con su gato Picasso. “Rocco casi nunca se queda solo. Pero el fin de semana pasado, cuando íbamos a visitar a mi suegra, se puso a llorar en la puerta. Hacía meses que no se quedaba solo. En tanto, Picasso sigue siempre echado y casi que nos mira como pidiéndonos que no hagamos ruido al salir”, comparó.
Jorge y Micaela también se han acostumbrado a compartir más tiempo con sus perras Tita y Frida en esta cuarentena. Aunque ambos son odontólogos y nunca dejaron de hacer su trabajo de manera presencial, sí se vieron obligados a suspender su vida social y visitas a familiares. Y eso los llevó a compartir más tiempo con sus mascotas. “Son híper demandantes y tal vez sea más culpa de nosotros que les damos más bolilla de lo normal y ellas se agarran de eso. Pero cada vez que les damos algo, te demandan más y más. La ventaja es que se llevan muy bien entre ellas y se hacen compañía. No sé cómo se irán a poner cuando retome la normalidad”, indicó Jorge.
Por su parte, Micaela ve venir consecuencias en las rutinas de los canes. “En la pandemia han estado más encima nuestro; comen mucho más también. Se han vuelto mucho más demandantes de cariño, comida y salir a pasear. Creo que cuando se vuelva a la normalidad, eso las va a estresar y va a impactar. Ahora salimos un segundo al consultorio y empiezan a ladrar, saltar; se vuelven locas”, sintetizó la odontóloga.
Tenencia responsable
La veterinaria Maga Morgui Capo indicó que es fundamental que en esta época de encierro se haga hincapié en la tenencia responsable. “Aprovechando que están encerrados y en la casa, mucha gente ha salido a buscar más cachorros. El problema es que muchos de ellos probablemente terminen reubicados en casas de amigos o familiares porque la gente se va a dar cuenta de que precisan mucho tiempo de dedicación y atención”, indicó la especialista.
Justamente en los cachorritos será más impactante el cambio, puesto que no conocen otra rutina o normalidad que la de un compañero permanente y constante en su espacio.
La importancia del paseo
Aunque el confinamiento trajo por defecto un mayor tiempo compartido en los hogares entre los seres humanos y sus mascotas, también tuvo otra repercusión contraproducente: el encierro total. Y es que mucha gente se encontró desbordada en sus obligaciones y las tareas de sus hijos, por lo que el paseo diario con las mascotas se diluyó o eliminó.
Con el comienzo de la cuarentena, Roxana Di Marco se reinventó y dedicó su vida al paseo de perros. “Por el confinamiento, muchas personas no le podían dedicar la salida a sus mascotas y muchos de los perros han estado teniendo hasta problemas de salud por no poder salir. Hay una perrita que, por el encierro, se mordía mucho la patita hasta lastimarse. Pero le encontramos el ritmo y ya no se muerde más. Eso le ha pasado a muchos perros, a quienes les ha cambiado la vida”, resumió Roxana.
Incluso, muchos perros que se habían puesto dañinos con el encierro se han tranquilizado. “Como a todos, les viene bien el aire libre. Vuelven más tranquilos y, como son muy perceptivos, a veces llegan y se dan cuenta de que el patrón no la está pasando bien y se acercan a darle cariño”, concluyó.