Angelita, la chancha que aprendió a caminar con acuaterapia en una piscina de Luján

Nacida a fines de 2023 en una finca del secano lavallino, su dueño decidió tomar cartas en el asunto cuando la vio en riesgo de muerte. Durante su recuperación aprendió a nadar, a caminar y se comportaba como perro. Ya volvió a su hábitat. Su historia.

Angelita, la chancha que aprendió a caminar con acuaterapia en una piscina de Luján
Angelita, la chancha rescatada que se salvó con acuaterapia en una piscina (Gentileza)

La de Angelita, una chancha hermosa y simpática que llegó al mundo en una finca del secano de Lavalle y que, al nacer, fue aplastada por su madre, es una historia de amor y superación que tiene como protagonista a la familia mendocina Vila-Barbeito, que vive en Chacras de Coria, Luján de Cuyo.

Bautizada así en honor a Ángeles, prima de esta familia y una de las principales motivadoras para la salvación de la chancha, Angelita nació un día de calor extremo de fines de 2023 y estaba muy débil, prácticamente al borde de la muerte, apartada en el corral y sin tomar teta.

Matías y la chancha Angelita (Gentileza)
Matías y la chancha Angelita (Gentileza)

Conmovido y decidido a salvarla, Matías, dueño de la finca, decidió tomar cartas en el asunto y la llevó a su domicilio. En el trayecto llamó por teléfono a Pimpo, su mujer: “Voy con compañía”, le anunció.

“Casi me muero cuando lo vi venir con la chancha y enseguida pusimos manos a la obra para lograr que sobreviviera. Compramos jeringas y le dimos leche maternizada pero, así y todo, casi no se movía”, recuerda, en diálogo con Los Andes.

Los días iban pasando. Pimpo y Matías creían que podría estar fracturada porque seguía sin poder caminar.

“Entonces decidimos largarla en la pileta y fue increíble la destreza que tuvo al nadar. Le encantó y su recuperación, gracias a la acuaterapia, fue inmediata, al punto que muy pronto comenzó a caminar”, recuerda Pimpo entre risas.

La chancha se hizo amiga de la perra de la familia, llamada Vaca (Gentileza)
La chancha se hizo amiga de la perra de la familia, llamada Vaca (Gentileza)

Por entonces Angelita era la mimada de la familia y de un nutrido grupo de primos que no hacían más que preguntar por ella. La chancha ya tomaba mamadera y comía alimento balanceado que la familia complementaba con polenta y avena.

“Hicimos de todo para salvarla y lo logramos. Se acopló a la familia y formó una gran hermandad con nuestra perra Vaca, que también rescatamos tiempo atrás de una bodega. Dormían juntas y, cuando las llamábamos, venían las dos corriendo”, evoca Pimpo.

Angelita, la chancha rescatada que se salvó con acuaterapia en una piscina  (Gentileza)
Angelita, la chancha rescatada que se salvó con acuaterapia en una piscina (Gentileza)

Tanto se había recuperado Angelita que, naturalmente, comenzó a demostrar instinto de cerdo. “Comenzó a hacer pozos en todos los canteros de mis rosas y jazmines. La adoramos, pero nos dimos cuenta de que era imposible tenerla en el jardín”, señala.

Incluso, relata, se metía en la cocina y pedía alimento. “Estaba muy domesticada, era una chancha-perro”, agrega.

Con dolor, aunque también con la alegría de haber logrado ayudarla a salir adelante, los Vila decidieron llevarla nuevamente a la finca.

“Fue increíble como corrió junto a su madre y sus hermanos y se prendió de la teta. Fue una alegría haberla tenido y aún le seguimos los pasos y le tomamos fotos. Está muy sana y siempre en la finca”, cuenta.

Pimpo concluye: “Me la hubiese quedado por divertida, graciosa y obediente, pero debía volver a su hábitat. Espero lo mejor para ella y que pronto se convierta en una buena y prolífera madre”.

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