La primavera invita a volver a la precordillera mendocina. Esta vez la ruta elegida es la 13, que conecta con una serie de hitos, algunos conocidos y otros que pasan desapercibidos en este recorrido de casi 100 kilómetros desde el oeste de la ciudad de Las Heras hasta Uspallata. El camino no está en muy buenas condiciones y probablemente por este motivo el municipio no lo tiene en cuenta para sus recorridos turísticos este año. Es que ahora, se ha centrado en potenciar la ruta 52 Villavicencio-Uspallata, antiguo paso a Chile.
Así, el camino de la 13 queda reservado entonces para aquellos aficionados a los vehículos todoterreno, motoristas, ciclistas y jinetes.
Ya el ascenso al primer monolito, que marca la superación de los 2.100 msnm significa toda una aventura y a mitad de camino, el segundo hito nos indica que estamos a 3.100 metros, para luego iniciar un descenso hacia Uspallata. Aquí muchos viajeros se salen del camino principal unos kilómetros para conocer una antigua estación de telégrafo que perteneció a la compañía All America Cables, de origen estadounidense. Hace casi 60 años dejó de prestar servicio, pero hasta hace unas dos décadas se mantuvo prácticamente intacta y sirvió de refugio de montañistas y aventureros. Está entre entre el cerro Pelado, la Pampa de Canota y el cerro El Diablo.
El lugar, conocido como American Cable, fue punto de encuentro la semana pasada de una transmisión en HF (”high fidelity”: alta fidelidad), a cargo de un grupo de radioaficionados locales.
“Es la segunda vez que lo hacemos, es de alguna manera volver a la vida a este lugar que fue un punto muy importante desde el punto de vista de las comunicaciones en sus inicios”, asegura Horacio Bollati, radioaficionado, piloto civil y apasionado por la montaña. “Hoy lo que queda es una lágrima, está en ruinas. En 1982, la edificación conservaba el doble vidrio en sus ventanas, el techo a dos aguas perfectamente aislado que formaba una cámara térmica y una estufa a leña. Hoy no queda ni la sala de transmisión”.
Bollati explica que este sitio fue un guardahilo del telégrafo. “Lo que se hacía era traspasar las noticias que llegaban y se retransmitían, todo en código inventado por Samuel Morse. Aunque el lugar también contaba con transmisores de chispa para comunicaciones interurbanas entre la capital y el guardahilo”.
Aclara que se trata de los inicios de las comunicaciones, “la prehistoria de Internet” y cuenta que a fines del siglo XIX, la línea del telégrafo llega a Chile. Una compañía trasandina se hizo cargo del tendido del cable del telégrafo que comunicaba Valparaíso con Mendoza. La conexión continuaba por San Luis hasta Buenos Aires. Ya para 1928 la línea de cable conectaba con Uruguay, Brasil y con Europa a través de un cable transoceánico. “Es muy poca la información que se dispone de la sede de Mendoza, pero según datos aportados por personas vinculadas a estas tareas, en el guardahilo de All America Cables trabajaban 30 personas, entre operarios, administrativos y personal de mantenimiento de las instalaciones, los 365 días del año, las 24 horas del día. Hacían turnos de ocho horas”, grafica Horacio, al advertir que en esta zona, a pesar de estar a unos 50 km de la ciudad y medio de la montaña, siempre hubo movimiento de personas.
Cuenta también que en 1965 le dan de baja, pero siguió operando esporádicamente hasta 1976. Uno de los hechos más trascendentes fue que esta línea se utilizó para informar el derrocamiento de Allende en setiembre de 1973 y diario Los Andes, que contaba también con esos antiguos equipos de comunicación sirvió de nexo para dar a conocer la noticia (Los Andes del 11 de setiembre de 2003). “Pinochet había cortado toda comunicación con el exterior el día anterior al plebiscito que había convocado el gobierno de Allende, pero no tuvo en cuenta esa “línea abandonada” (de la que hablan las crónicas) por donde se filtró la comunicación”, indica Bollati.
Entre otros hechos, también recuerda la comunicación de al menos tres accidentes aéreos registrados en las cercanías. “Por esta línea se informó el accidente del Skymaster, en 1946 que, según trascendió, buscaba uranio en la precordillera. También comunicaron la caída del trimotor San José, cerca de Puente del Inca o el Fairchild de Aeropostal que se precipitó muy cerca del American Cable”.
Hoy, por las redes sociales se pueden ver fotos de visitantes reunidos en el American Cable, una postal que se repite todos los años sobre las ruinas de aquella estación guardahilo. Hace un tiempo, el diario El Andino, de la ciudad chilena de Los Andes, rindió homenaje a aquellos trabajadores de los guardahilos. “A principio del año 1928 se establecieron las primeras líneas que permitieron la comunicación de larga distancia internacional con la República Argentina, cuya ruta de contacto (cable físico) pasaba por la ciudad de Los Andes y seguían su trayecto hacia Mendoza; en varias partes adyacentes a la línea férrea del Ferrocarril Trasandino, inaugurado en el año 1910, vía que por muchos años unió a estos dos países hermanos”, señala El Andino. Y agrega que esta actividad laboral se extinguió por los 80, “con la llegada masiva de la microonda y después con la fibra óptica”
Bollati comenta que si bien el sitio está en ruinas, se puede observar parte de la línea del telégrafo que está intacta, en la famosa Quebrada del Telégrafo, junto al arroyo El Alumbre hasta Uspallata. “Esa línea que venía desde Valparaíso está intacta, los postes son cónicos de fundición, con alambre de 3mm de aluminio acerado”. Ahora, para ver un guardahilo bien conservado hay que viajar hasta Villa Mercedes, San Luis. Bollati comenta: “En Mitre al 1.500 están las instalaciones que recibía la información proveniente del American Cable. Fue declarada patrimonio provincial en 2006 “.