Ambiente: urgen cambios en lo climático y político

Un investigador de EEUU identifica doce riesgos planetarios a abordarse como soluciones mitigadoras, si queremos dar continuidad a la vida en buenas condiciones.

Ambiente: urgen cambios en lo climático y político
Hemos administrado mal los recursos naturales, pero sin embargo aún se pueden hacer correcciones salvadoras.

El catedrático americano Jared Diamond, profesor de la UCLA (Universidad de California - Los Ángeles) y columnista de Discover, Nature, Geo y otros prestigiosos medios de divulgación científica, es el autor del famoso libro “Collapse” editado por Penguin Books–USA en 2006 primera edición. En el recorrido de sus casi 600 páginas podemos encontrar frondosa información acerca de cómo pueblos de la antigüedad han manejado y administrado el uso de los recursos naturales y los riesgos ambientales que les tocó vivir.

Al mismo tiempo, compara las consecuencias de dichas actividades, en aquellos contextos, con civilizaciones actuales y detalla minuciosamente a quienes aceptaron un destino adverso; a aquellos que enfrentaron las dificultades no siempre con victorias y también a los que resolvieron exitosamente sus desafíos.

A los fines de esta nota, he resumido los conceptos centrales sobre los cuales el autor y la mayoría de los científicos trabajan para encontrar soluciones a los problemas ambientales que continuamos enfrentando, pero también a la ardua tarea de convencer a pueblos y gobernantes de que debemos realizar acciones y tomar decisiones para no caer en las mismas consecuencias que soportaron muchas comunidades antiguas desaparecidas.

Diamond identifica doce riesgos planetarios que deben ser abordados con soluciones mitigadoras si es que queremos dar continuidad a la vida en condiciones confortables. Ellos son:

1. Continúa la destrucción acelerada de los hábitats naturales, como bosques, humedales, arrecifes, o lechos oceánicos, lo cual significa, para el ser humano, la pérdida de servicios ecosistémicos, como son la protección de cuencas fluviales, la erosión de suelos o mantener los hábitats con la mayor cantidad de fauna y flora posibles. Agrega: la deforestación fue, tal vez, el principal factor de desaparición de ciudades antiguas precisamente por la pérdida de los citados servicios ambientales.

2. La pesca mal gestionada hace que se pierdan muchas proteínas. La vida marina aporta alimentos a más de 2.000 millones de personas. Se trata de un recurso gratuito en el que no se necesita invertir para disponerlo como los de la vida terrestre. Es sólo el costo de pescarlo y aun cometiendo barbaridades en su obtención, al arrasar con redes gigantescas de flotas factorías que depredan la variedad buscada y también todo lo que se encuentra alrededor.

3. Es visible la desaparición de gran parte de la vida salvaje. Esto ha ocurrido ya con especies, poblaciones y diversidad genética y no sólo eso: de mantenerse el ritmo actual de presión, gran parte de lo que queda podrá desaparecer en los próximos 50 años. Así, los animales de gran porte y los árboles con frutos comestibles o de buena madera, están expuestos.

4. La erosión de suelos avanza en mayor proporción que su regeneración: el agua y los vientos son sus verdugos cuando estos no están debidamente protegidos por bosques o sembradíos. Afirma Diamond que la pérdida de bosques significa la pérdida de suelos en más de quinientas veces su superficie.

5. Continuamos usando energía fósil como la principal fuente de producción eléctrica y para mover industrias y transportes: así, petróleo, gas y carbón predominan aún. Se dice que hay reservas por unos decenios más, lo que significa un complicado futuro cercano. De allí la importancia de encarar la transición a energías limpias.

6. La presión sobre ríos, lagos y acuíferos es cada vez mayor. El 90% del agua dulce es consumida por la agricultura y la industria y sólo 10% es para uso humano. El agua hoy soporta la enorme presión ejercida por el consumo y la contaminación. Los acuíferos son extraídos en mayor proporción que su natural reposición. Algunos pueblos originarios como los mayas en México o los anasazi en EEUU, fueron víctimas de estos descuidos en los cuidados de factores vitales para la subsistencia.

7. El crecimiento vegetal depende de la radiación solar y las lluvias. Pero esto, al parecer, no será un fenómeno duradero debido a que la tecnología avanza velozmente en otra dirección que es la de utilizar esa energía para fines humanos, lo cual disminuirá el propósito natural inicial, aunque no sabemos en qué proporción.

8. Las industrias contaminan todo: aire, agua, suelos. Estamos hablando de residuos químicos en general y material particulado con efectos negativos en la vida silvestre y hasta en el propio ser humano. Las chimeneas, los desagotes en cursos de agua y la emisión de gases refrigerantes, son las evidencias.

9. El traslado e implante de especies foráneas de fauna y flora: Nos referimos a especies que son trasladadas de forma deliberada de donde son nativas a otro donde no lo son. Esto suele hacerse para combatir alguna plaga local u otros propósitos, pero es frecuente ver que el objetivo perseguido termina en depredación de una o más especies nativas.

10. La actividad humana produce y emite GEI (gases de efecto invernadero) a la atmósfera por combustión o respiración, pero también genera otros perjuicios como debilitar la capa de ozono por el uso de CFC (clorofluorocarbonos) y, como ya hemos repetido infinidad de veces, por el uso de combustibles fósiles para la producción de energía.

11. La población mundial sigue creciendo de manera peligrosa: En los últimos 60 años el crecimiento ha sido brutal, lo cual representa una enorme presión sobre los recursos naturales. Esto no ha pasado inadvertido en la comunidad científica mundial que, a través de organismos específicos, ha recomendado controles de natalidad que algunos países han aceptado, aunque sólo ha sido una minoría. Lo cierto es que más crecimiento poblacional significa más comida, infraestructura, energía, industria y recursos naturales.

12. Finalmente, dice Diamond que, si los 7.400 millones de habitantes que hoy somos estuviéramos criogenizados, almacenados y sin comer ni metabolizar nada, no produciríamos ningún problema ambiental. Pero no hacemos nada de esto y, además, crecemos por doble vía: la natural y luego por las migraciones de población de países de bajo consumo a sociedades de alto consumo, con lo cual se acrecienta la presión sobre los recursos naturales.

Según el mencionado autor, estas doce amenazas ambientales guardan relación entre sí, ya sea influyendo unas sobre otras; acentuando sus problemas, o dificultando su solución. No se trata de eliminar todo lo que está mal en las doce amenazas. Lo que se busca es armonizar racionalmente el uso y consumo de los recursos naturales y adaptar a ellos la población máxima que el planeta podrá soportar. No se ve hasta ahora una decidida acción mundial sobre las advertencias de Diamond y de toda la comunidad científica, pero, con buena voluntad, podríamos ver una lucecita al final del túnel, alimentada por energía renovable y soportada por el nuevo gobierno de los Estados Unidos encabezado por Joseph Biden, que ha decidido, desde el primer día de su mandato, cortar con la intransigencia a admitir los cambios que el mundo necesita.

Todos deseamos que su país pase a ser de segundo contaminador mundial a uno de los actores principales del acuerdo de París de 2015, como así también que la República Popular China deje de lado su nada prestigioso ranking de primer contaminador y ponga su mirada en el mundo y no en sus propias fronteras.

Las migraciones de países

Crecemos, por vía natural y por las migraciones de población hacia sociedades de alto consumo, con lo cual se acrecienta la presión sobre los recursos que da la naturaleza.

*El autor es periodista especializado en temas ambientales.

Edición y producción: Miguel Títiro

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