Ir andando sin norte, sin oeste, sin este, y extraviado del sur. Como gira este mundo, de la luz a la sombra, de la sombra a la luz, de la luz y la sombra a ti.
Luis Eduardo Aute, 2006
Si bien uno puede controlar la luz artificial de muchas maneras, es frecuente escuchar mencionar que los seres humanos contribuimos a generar uno de los tipos menos conocidos de contaminación, la lumínica.
Parecerá extraño hablar de contaminación lumínica en el momento en que acabamos de recordar el reciente Día Internacional de la Luz, celebrado -16 de mayo. Esta jornada hace referencia a cuando, en 1960, se usó exitosamente un láser fabricado por el ser humano. Pero, en base a las recientes noticias sobre “luces en el cielo”, y la creciente preocupación por la flota de satélites Starlink, parecería ser el momento oportuno de volver a un tema que, de todas maneras, tiene por protagonista a la luz. Sí, los Starlink producen contaminación lumínica y los astrónomos participamos de movimientos internacionales para tratar de corregir la acción nociva de esas flotas de satélites.
Sabemos que el control de la polución lumínica tiene objetivos claros e importantes: uno de ellos es reducir la iluminación hacia el cielo, para eliminar el resplandor; otro es evitar que las luces públicas ingresen a nuestras casas en la noche para eliminar la intrusión, y finalmente se propone remover carteles lumínicos (o señales luminosas innecesarias) en espacios públicos y, de esta manera, reducir el encandilamiento. Sin embargo, todas estas medidas no producen una mejora sustancial si no atendemos a la fuente misma de luz, es decir, la lámpara, tubo o LED que se emplee para iluminar en la noche, cuando el planeta debería estar a oscuras.
Ser o no ser luz azul
La luz que detecta nuestro ojo está compuesta por varios colores, los que forman el arco iris. Cada color, a su vez, está relacionado con una temperatura color.
Parte de la conciencia ciudadana en temas de contaminación lumínica involucra la discusión de la influencia de la mala iluminación en el ambiente y la salud y la necesidad de elegir la fuente adecuada. Frente a una luz azul con alta temperatura color y otra con baja temperatura color, esta última mejora la salud respetando el ritmo circadiano al buscar luces cálidas en término de diseño, de baja temperatura color, igual o menor que 3.000 K (grados Kelvin, escala absoluta de la temperatura).
Los colores tienen distintos efectos: la luz azul es buena durante el día ya que mejora la atención, la velocidad de reacción y el ánimo, pero completamente nociva en la noche.
El ecosistema nocturno sufre extinciones masivas por el mal uso de la luz en la noche. Los insectos son particularmente sensibles a la luz azul, a la que se dirigen sin evaluar el peligro al que se enfrentan. La reproducción celular en las plantas también se acelera frente a la luz azul, como así también la tasa de producción de oxigeno. En el caso de los seres humanos, estudios recientes muestran que el exceso de luz artificial en la noche incrementa el riesgo de desarrollar depresión, desórdenes en el sueño, diabetes y hasta cáncer de mama y próstata, alterando el reloj biológico directamente relacionado con la producción de melatonina, hormona inductora del sueño, que controla el sistema inmunitario y ayuda al funcionamiento de órganos y glándulas como el páncreas y la tiroides.
Los LED usados para iluminación en espacios públicos, pero también los de pantallas de computadora, celulares o TV, emiten grandes cantidades de luz azul y es lo que se debe evitar tras la puesta del Sol. Son más eficientes que las lámparas incandescentes y las de bajo consumo, ¡pero podrían afectarnos también más eficientemente!
Luz, sueño, ambiente
La exposición a la luz azul de la iluminación exterior resulta ser un tema de importancia para la protección de la salud. En general, la recomendación es sólo usar iluminación con una temperatura de color de 3.000 K o inferior y desarrollar la conciencia de la gente frente al riesgo de las malas prácticas de iluminación.
Si la luz azul tiene efectos adversos para la salud, entonces las preocupaciones ambientales y la búsqueda de iluminación de bajo consumo podrían estar enfrentadas con la salud de las personas.
En este sentido, sólo nos queda comunicar los conocimientos actuales relacionados con la luz para asegurar una iluminación responsable, en donde los diversos factores que afectan a la organización de la naturaleza que evoluciona en un planeta con ciclos de luz y de oscuridad, sean mínimos.
Hasta la invención de la luz artificial, nadie sospechaba que una enorme cantidad de lúmenes (la unidad con la que se mide el flujo luminoso), estaría disponible para todos en los LED, con un consumo energético relativamente bajo, respecto de otras fuentes de luz.
Disfrutemos de la luz generada por el hombre, siendo conscientes de cómo afecta de manera positiva pero también negativa a la vida sobre el planeta.