La NASA renovó su alerta por una nueva tormenta solar para las próximas horas, luego de que las erupciones en el Sol continuaron tras las advertidas por científicos el miércoles pasado y que impactaron sobre la Tierra el último fin de semana.
Las diversas auroras boreales y australes, los apagones de radio y los desperfectos en el sistema de GPS fueron daños colaterales de la tormenta geomagnética a la que estuvo sometido el planeta producto de las emanaciones de nuestra estrella.
Es por esto que la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, la agencia científica del Departamento de Comercio de Estados Unidos (NOAA, por las siglas en inglés) lanzó una advertencia sobre la proximidad del fenómeno clasificado como G4-G5, riesgo de severo a intenso.
Está prevista una probabilidad del 55% de que afecte a latitudes medias con un índice kp9, medida utilizada para cuantificar la actividad geomagnética que cuanto mayor es, mayor será la posibilidad de ocurrencia de auroras visibles en latitudes más bajas.
Los expertos explicaron que las primeras manifestaciones del fenómeno astronómico se esperan para este lunes entre las 18-21 hora (UTC).
Qué es una tormenta geomagnética
La meteoróloga española Mar Gómez explicó que una tormenta geomagnética es un fenómeno causado por perturbaciones en el campo magnético de la Tierra, generalmente desencadenadas por eyecciones de masa coronal (EMC) del Sol o poderosas llamaradas solares.
Cuando esto ocurre se puede perturbar el campo magnético de la Tierra y causar variaciones en la actividad geomagnética, lo que puede conducir a una serie de efectos, incluidas auroras brillantes en latitudes más bajas de lo normal, interferencias en las comunicaciones por radio de alta frecuencia y redes eléctricas, e incluso daños en satélites y sistemas de navegación.
Además durante eventos extremos, la radiación solar puede representar un riesgo para los astronautas en el espacio.
Cuando esas partículas altamente cargadas llegan a la Tierra, se encuentran con el campo magnético y son canalizadas hasta los polos. Y cuando chocan con los átomos y las moléculas en la atmósfera, excitan sus electrones a estados de mayor energía.
Cuando estos electrones regresan a su estado de menor energía, emiten luz, creando así las auroras.