La Mendoza del futuro la veo como una Provincia donde sus comunidades valoran la diversidad, que prioriza la igualdad de oportunidades para sus habitantes, con una mejor Gobernanza del agua, con una buena articulación del Estado con la sociedad y el conocimiento, que permita aprovechar los recursos naturales de manera sustentable y eficaz. Valiéndose de nuestros excelentes recursos humanos y los avances tecnológicos.
Con un desarrollo territorial equilibrado y después de haber creado condiciones para la creación de riqueza por parte de todas las actividades económicas que permitan desarrollo en los oasis y las tierras no irrigadas, privilegiando mediante la inversión público-privada, las ventajas de cada región.
Pienso en un desarrollo temporal de 30 años, de una política de Estado, que en materia de recursos hídricos debe contar con tres herramientas fundamentales.
Primero: Una legislación moderna, ordenada, y con las innovaciones necesarias para afrontar los desafíos que nos impone el crecimiento de la población, la mayor demanda de alimentos, la mayor actividad económica y, sobre todo, mayor temperatura y los otros fenómenos asociados al Cambio Climático.
Segundo: Un Plan Hídrico Provincial con elementos científicos comprobables y actualizables para la mejor determinación de la oferta de agua futura, como así también un actualizado conocimiento de la demanda.
Tercero: financiamiento apropiado para generar la infraestructura necesaria para mejorar la eficiencia de distribución del agua, como así también la eficiencia en el uso del recurso hídrico en las distintas actividades humanas.
Pero para ello debemos partir de un diagnóstico sincero, que nos de la línea de base y construir un camino crítico con indicadores medibles que permitan verificar avances concretos en la mejora del aprovechamiento del agua.
Hoy, ¿se cumple con la legislación actual? ¿Se distribuye el agua de forma equitativa? ¿Tenemos información para priorizar las inversiones? Las inversiones, públicas o privadas, ¿a quién benefician? El minifundio, ¿es sostenible con los cultivos tradicionales? Los Planes de Ordenamiento Territorial en el Área Metropolitana, ¿responden a una lógica de conjunto para una prestación eficiente de los servicios?
¿Se frenará el crecimiento urbano, que va ocupando tierras productivas con infraestructura de riego, donde los desarrollos inmobiliarios que generan inversiones muy superiores a la actividad agrícola la desplazan a zonas marginales? ¿Podemos en el corto plazo eficientizar la superposición de infraestructura de riego y agua potable en estas zonas?
Las decisiones son de distintos actores institucionales. En definitiva, a las tres herramientas que mencioné como necesarias, le hace falta además una mejora de la Gobernanza.
Las políticas actuales parecieran apuntar en el sentido correcto. De la madurez de la dirigencia política, económica y social, y los medios de comunicación, depende que se pueda dar un debate de calidad que permita empezar a concretar políticas de Estado que nos acerquen a la visión del comienzo de esta columna.
*El autor es Superintendente del Departamento General de Irrigación