Tras varias alertas previas, el Colegio Argentino de Cardioangiólogos intervencionistas (CACI) reiteró su preocupación por la falta de insumos médicos esenciales, el aumento indiscriminado de los costos de estos insumos a causa de las restricciones en la importación y los bajos honorarios que se les reconocen a los médicos en relación con su responsabilidad, preparación y conocimientos adquiridos. “Todo ello conforma una combinación letal para la atención de la salud cardiovascular’, afirmaron.
Desde la entidad advirtieron sobre la falta de insumos esenciales como stents o sustancias de contraste que se utilizan para la realización de angioplastias y otros estudios médicos por cateterismo y el aumento indiscriminado de los costos de esos insumos por restricciones a la importación.
“La situación, lejos de comenzar a solucionarse, se mantiene sin cambios. Las autoridades no demostraron haber escuchado el reclamo mayoritario de las diferentes sociedades médicas que representan a un sector que está gravemente afectado por una situación que pone en riesgo la calidad de la atención de los pacientes, especialmente de aquellos casos con riesgo de vida, como sucede con las enfermedades cardiovasculares”, afirmó el doctor Martín Cisneros, cardioangiólogo intervencionista, presidente del CACI.
La falta de insumos para el sistema de salud, que afecta sobre todo al sector privado, es una señal de alarma que viene sonando hace meses.
Hace una semana, especialistas advirtieron que hay insumos solo para un mes para hacer diálisis en Mendoza y peligra la atención de 1.610 pacientes en la provincia y 30.000 a nivel nacional. Las entidades que realizan la prestación advierten que están usando su stock de reserva y estiman que alcanzarán hasta fines de diciembre o principios de enero. Así lo advirtió la Confederación de Asociaciones de Diálisis de la República Argentina (CADRA), que alertó que se están agotando las reservas disponibles de insumos importados, como sales y cloruros entre otros.
A mediados de agosto, clínicas de todo el país también alertaron sobre estas dificultades y hasta la necesidad que han tenido de postergar intervenciones no urgentes.
En Mendoza, la Asociación de Clínicas y Sanatorios de la Provincia de Mendoza infoamaba que las semanas previas no había podido adquirir los insumos, descartables y medicamentos de uso habitual en sus clínicas y sanatorios. “Esto, además del desabastecimiento existente, pone en riesgo la atención de la salud de la población en el corto plazo dado que también se han producido aumentos desmesurados que dificultan la actividad de las instituciones”, resaltaron en un comunicado.
“De este modo, resultan imposibilitadas de funcionar en esas condiciones, recibiendo muy pocos insumos y en muchos de los casos sin precio determinado (se entrega sólo con remito sin saber el precio de compra pero se cobran las prestaciones efectuadas en mayo)”, explicaban.
Los faltantes y sus riesgos
Entre otros implementos de utilización frecuente en las prácticas médicas por cateterismo, escasean stents, que son los dispositivos que se utilizan en la angioplastia para sostener el flujo sanguíneo que se encontraba obstruido. También hay faltantes de distintos componentes como catéteres que se introducen en el interior de la arteria y material de contraste para guiar el procedimiento, entre otros.
“Está en crisis la atención de las urgencias, tanto sea por infartos coronarios u otras condiciones cardiológicas y cerebrovasculares. Los especialistas, en lugar de concentrarnos en la realización del procedimiento, tenemos que estar pendientes de conseguir los insumos mínimos necesarios para su realización y, muchas veces, trabajar en condiciones muy precarias”, sostuvo el Dr. Juan José Fernández, también cardioangiólogo intervencionista, vicepresidente del CACI.
En opinión del doctor Alejandro Palacios, ex presidente del CACI, toda esta situación grafica claramente que la salud no es una prioridad en nuestro país. Consideró que la medicina está desatendida, “y no por los propios médicos, que hacemos esfuerzos sobrehumanos -muchas veces trabajando sin los recursos mínimos necesarios- sino por el propio sistema y por las autoridades que deben velar por brindar un servicio de calidad a la población (...) En gran medida, es por eso que muchos profesionales emigran al exterior o viajan a hacer guardias y prácticas a los países vecinos, recibiendo retribuciones muy por encima de las que se ofrecen en la Argentina”, destacó.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en la Argentina y en el mundo. Según el último reporte de Estadísticas Vitales de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación, en 2021 se registraron en nuestro país 107.403 fallecimientos por las enfermedades del sistema circulatorio, entre las que se incluyen las hipertensivas, isquémicas del corazón, insuficiencia cardíaca, enfermedades cerebrovasculares, ateroesclerosis y demás enfermedades del corazón y del sistema circulatorio. En conjunto, este grupo de patologías relacionadas directamente con la salud cardiovascular representa 1 de cada 4 (26,1%) defunciones por causas conocidas en nuestro territorio.[1]
“Cincuenta años atrás, el único recurso para tratar el infarto y las obstrucciones vasculares cuando se estaban transitando los primeros pasos era el by-pass coronario. Hoy, la cardioangiología dispone de la posibilidad de realizar procedimientos de revascularización mínimamente invasivos como una angioplastia, que le permiten al paciente volver a su casa en el día o luego de una noche de internación, y retomar sus tareas habituales en menos de una semana. Sin embargo, muchas veces nos encontramos con que nos faltan elementos fundamentales para llevar a cabo estos procedimientos. Estamos a punto de retroceder 50 años en la atención del infarto”, disparó el Dr. Marcelo Halac, cardioangiólogo intervencionista, Secretario del CACI.
“No poder actuar sobre la urgencia coronaria con la realización de una angioplastia primaria o con neurointervencionismo -en el caso de un ataque cerebrovascular-, puede traer aparejadas consecuencias gravísimas como un aumento de la discapacidad asociada al episodio o directamente un incremento de la mortalidad”, completó Cisneros.
“Nadie quiere arriesgar, ni perder dinero. Los importadores retacean insumos, las obras sociales y prepagas demoran autorizaciones y pagan las prácticas en plazos extendidos afectados por la inflación, las autoridades sanitarias no toman cartas en el asunto y las clínicas y hospitales terminan siendo testigos involuntarios de una problemática que afecta directamente la atención programada y las urgencias. En definitiva, somos los médicos los que debemos dar la cara con el paciente e intentar resolver su problema de salud con los pocos medios que tengamos a nuestro alcance”, concluyó Palacios.