Son pocas las personas que no están expuestas a caer en el abuso del uso del teléfono celular, ya que éste se ha vuelto parte de nuestra vida diaria casi sin darnos cuenta. Los teléfonos se han convertido en una parte esencial en los ámbitos social, educativo y laboral; además de ser la principal herramienta para acceder a internet, por encima de tablets y computadoras.
En ellos encontramos respuestas y soluciones a la comunicación, el entretenimiento, la búsqueda de información, la administración del tiempo, las estrategias de afrontamiento o el mantenimiento de la identidad social, entre tantas otras cosas.
Así, pasamos tanto tiempo con ellos que en algunos casos ese apego al dispositivo genera ansiedad cuando nos separamos de él. Eso, para los especialistas, podría ser el primer indicio de una adicción en puerta.
Sin embargo, a nivel científico no existe un consenso absoluto para dar respuesta a esta incógnita. Es que por ahora la adicción al celular no se contempla en ninguno de los manuales diagnósticos internacionales y, por el contrario, el término “uso problemático del smartphone” se está abriendo paso en los ámbitos científicos y profesionales.
Sí existen varios factores que dificultan la consideración del uso desadaptativo del teléfono como una adicción: por un lado, y a diferencia de las adicciones reconocidas, la evidencia disponible no ha conseguido asociar de forma inequívoca el mal uso de estos dispositivos con consecuencias psicológicas y físicas graves o muy graves.
Por otro, debe diferenciarse el teléfono inteligente como objeto del uso que se haga del mismo, incluyendo el acceso a contenidos potencialmente adictivos como el juego en línea o el contenido para adultos, entre otros.
Bajo este prisma, no parece sostenerse una relación dosis-respuesta entre el uso del celular y problemas derivados para el individuo. Así, una persona puede utilizar constantemente su teléfono como herramienta de trabajo y no tener un problema de conducta.
Al contrario, otra persona podría utilizarlo durante menos tiempo y, sin embargo, sufrir consecuencias negativas por hacerlo de una forma desadaptativa. En definitiva, la cantidad de tiempo invertido en su uso puede ser relevante pero, en ningún caso, definitoria de problema.
Consecuencias del abuso del celular
Evitar el término adicción no descarta que exista un uso problemático de estos dispositivos. De hecho, las primeras pistas de que algo anda mal es la aparición de problemas interpersonales, laborales o académicos (deterioro funcional significativo).
Pero también es motivo de alerta tener el dispositivo constantemente en la cabeza (prominencia), la necesidad de pasar cada vez más tiempo conectado (tolerancia), el sentimiento de malestar y/o irritabilidad al separase del teléfono (abstinencia), así como el deseo irrefrenable por su utilización (pérdida de control). Lo realmente preocupante es que no se queda ahí: el uso problemático de estos dispositivos puede acarrear problemas de salud.
Entre ellos, una mayor incidencia de accidentes -no solo caídas propias sino de tránsito-; ciertos problemas de salud mental como ansiedad, depresión, pérdida de autocontrol, impulsividad disfuncional y ansiedad social; problemas musculoesqueléticos (síndrome de túnel carpiano y alteraciones cervicales); problemas visuales; pérdida de calidad del sueño y una mayor incidencia de estilos de vida no saludables (tabaquismo y sedentarismo).