Para ponerlo en una imagen clara, podría decirse que la pandemia de coronavirus ha roto todo lo que ha tocado.
Las consecuencias que ya ha dejado el Covid-19 en lo económico y en lo sanitario siguen evidenciándose, y se suman las que llegarán a futuro. Dentro del turismo -uno de los tantos sectores golpeados en Mendoza-, la actividad en el Parque Provincial Aconcagua será distinta esta temporada, ya que no se habilitarán los permisos de ascensos, ni para ninguna actividad que implique acampar o pasar la noche en el lugar. La misma disposición regirá para todas las áreas naturales protegidas.
De esta manera, una de las actividades predilectas de los andinistas extranjeros que visitaban Mendoza no estará habilitada; al menos durante las primeras semanas. Y el impacto económico será notorio, si se tiene en cuenta que el año pasado cada permiso para ascenso a visitantes internacionales rondaba entre los 500 y los 1.150 dólares.
“Ante la situación sanitaria que tenemos, es importante que se hayan logrado acuerdos con el Consejo Asesor del Parque Provincial Aconcagua. Aquí surgió la alternativa de suspender el pernocte; aunque no será algo que se extenderá durante toda la temporada, sino al comienzo. Luego se irá evaluando si, en base a la situación sanitaria, se pueden generar otras aperturas”, destacó el director de Recursos Naturales, Sebastián Melchor.
La decisión tiene que ver con un recaudo desde lo sanitario y en cumplimiento de las recomendaciones referidas a evitar grandes aglomeraciones.
“Los especialistas nos han recomendado suspender los campamentos, ya que en horas de la noche existe una mayor probabilidad de que se evidencien los síntomas del Mal Agudo de Montaña (MAM). Las características de este son dolor de cabeza, descompostura y fiebre. ¿Cómo saber, entonces, si es Covid-19 o mal de montaña?. Como los síntomas son similares, se decidió suspender el pernocte”, agregó Melchor, quien prefirió no hablar de fechas tentativas de apertura para esta atípica temporada (generalmente comienza a mediados de noviembre, salvo Laguna del Diamante que se habilita en diciembre).
En el Parque Provincial Aconcagua solo estará habilitado el trekking por el día a Horcones, Confluencia y algunas expediciones en la Quebrada de Vacas.
La novedad es que, por primera vez desde que fue incorporado al parque, se habilitará el senderismo en la Quebrada de Matienzo, con ingreso cercano a la villa de Las Cuevas y el túnel internacional Cristo Redentor.
“Nadie quería una pandemia que afectara tanto en lo social y económico, pero como tarea preventiva consensuamos esta forma de trabajar. A nadie le sirve que tengamos un parque repleto de casos positivos”, se explayó Melchor.
Preocupación
Más allá del acuerdo alcanzado dentro del Consejo Asesor del Parque Aconcagua para esta primera reapertura, entre quienes año tras año trabajan en el Aconcagua la preocupación e incertidumbre son notorias.
Se trata de más de 600 familias que dependen de forma directa de la temporada en el parque, y no todos podrían adaptarse a la suspensión de los acampes.
En setiembre, por medio de una nota que también fue filmada por el equipo de profesionales médicos y representantes de las asociaciones de guías de montaña; los miembros de la Asociación de Porteadores de Aconcagua presentaron al Gobierno una propuesta para el funcionamiento del área. Lo llamativo es que, a diferencia de lo que se ha autorizado, los trabajadores solicitaban que no se habiliten los centros de visitantes ni las actividades que implicaran una estadía mínima; sino que se haga foco en “en los huéspedes con pernocte, como se viene realizando con el turismo interno; donde se exige un mínimo de estadía, con reserva, lo que permite un mayor control de las personas que allí transitan”.
Incluso, y ante la decisión de los grandes operadores de no montar sus domos en los campamentos (dado que más de 80% de los tickets de ascenso corresponden a andinistas internacionales); los trabajadores proponían trabajar de manera independiente y con campamentos itinerantes.
“Hay una dependencia grande de Aconcagua para la mayoría; y esta forma de abrir va a tener una repercusión muy grande en arrieros, porteadores y campamenteros. Si bien sería una gran oportunidad para que los guías puedan trabajar de forma independiente en lo que es trekking, otros vamos a tener que trabajar de otra cosa. Porque el trabajo de arrieros, campamenteros y porteadores solo se puede hacer en el Aconcagua, en los ascensos”, destacó el porteador, Matías Sergo.
Otros trabajadores que se mostraron preocupados con esta situación son algunos Guardaparques. Cada año, además de los que integran los cuerpos fijos, se refuerzan las áreas protegidas con personal temporario para la temporada.
“Al limitarse las actividades, son entre 50 y 70 trabajadores que están en la incertidumbre. Solo en Aconcagua suelen contratarse entre 30 y 35 en verano”, destacó el guardaparques Lucas Aros, quien se desempeña en Aconcagua y, además, es delegado de ATE.