A una semana del impactante femicidio de la mujer coreana, su “cerrada” comunidad volvió a trabajar en la finca donde ocurrió el crimen

La Justicia mendocina imputó esta semana a la pareja de la víctima, otro trabajador rural que está siendo asistido por la diplomacia de su país. Los testigos confirmaron que Yoo Kyunga había puesto punto final al vínculo con su femicida.

A una semana del impactante femicidio de la mujer coreana, su “cerrada” comunidad volvió a trabajar en la finca donde ocurrió el crimen
A una semana del femicidio en Nueva California, la comunidad surcoreana vuelve a la normalidad laboral en el complejo donde residen y trabajan Foto: Mariana Villa / lLos Andes

La reservada “Finca de los Coreanos”, ubicada en Nueva California en San Martín, pasó de ser un lugar totalmente desconocido para los habitantes de la zona –al no haber casi contacto con los miembros del establecimiento agrícola, todos asiáticos)– a estar “en boca de todo el mundo”, luego del femicidio de Yoo Kyunga (49) por parte de su pareja Kim Cong Jim (34), ocurrido hace una semana.

La mujer, con residencia temporal en la Argentina, era una de las empleadas más antiguas de la empresa de capitales surcoreanos que se dedica a la plantación de almendras y nueces. Hablaba español y tenía un cierto nexo con la comunidad.

Luego de las tareas investigativas que llevó adelante la Justicia mendocina en el predio, sito entre calle Sullivan y Onetto, en las últimas horas, volvieron a habitar el edificio los 34 trabajadores restantes, quienes no se comunican en castellano y tienen una residencia provisoria en Mendoza por razones laborales.

La chacra está aislada y no tiene otros establecimientos rurales cercanos. Varios perros y una oveja están al frente de las plantaciones, conformando una postal simpática, si se quiere, en medio de este horror con implicancias internacionales.

A una semana del femicidio en Nueva California, la comunidad surcoreana vuelve a la normalidad laboral en el complejo donde residen y trabajan

Foto: Mariana Villa / Los Andes
A una semana del femicidio en Nueva California, la comunidad surcoreana vuelve a la normalidad laboral en el complejo donde residen y trabajan Foto: Mariana Villa / Los Andes

La vida en la finca de Los Coreanos

Los Andes visitó con su equipo el lugar para lograr algún testimonio de los individuos que habitan en ese lugar, pero por la barrera idiomática, los consultaron sólo se limitaron a escapar de la presencia de los periodistas, sin hacer ningún tipo de declaración, tampoco permitieron que se prosiguiera con la toma de imágenes.

Los obreros se disponían ayer a retirar las malezas con una retroexcavadora y a supervisar los árboles. En otro sector, una cuadrilla, trabajaba en el acopio de semillas. Todo se daba en un clima de absoluta tranquilidad, como si el lugar nunca hubiese estado bajo la lupa de la Justicia y mucho menos que hubiese ocurrido el homicidio de una mujer.

A una semana del femicidio en Nueva California, la comunidad surcoreana vuelve a la normalidad laboral en el complejo donde residen y trabajan

Foto: Mariana Villa / Los Andes
A una semana del femicidio en Nueva California, la comunidad surcoreana vuelve a la normalidad laboral en el complejo donde residen y trabajan Foto: Mariana Villa / Los Andes

En medio de las hectáreas de nogales y almendros, días atrás, Kim Cong Jim le quitó la vida a su novia mientras esta dormía, a las 2 de la madrugada del viernes 10 de febrero. El hecho salió a la luz, 72 horas después, luego de la desesperada búsqueda de la mujer. Su imagen se viralizó a través de las cadenas de WhastApp en las horas desesperadas en las que nada se sabía de ella.

La confesión de Kim Cong Jim a los residentes del campus de trabajo fue un elemento clave para el esclarecimiento del crimen y el hallazgo del cuerpo semienterrado, en el sector que él mismo indicó. La víctima presentaba el rostro totalmente desfigurado por la acción de los insectos y la descomposición. El asesino confeso no se comunica en castellano y tampoco habla en inglés, según señalaron voces del caso.

Pesquisas en la finca Don Pedro de Nueva California _ Departamento San Martín, en calles Sullivan y Onetto, en el límite con Lavalle. Allí se investigó el asesinato de Yoo Kyunga, de 49 años. 

Foto: Orlando Pelichotti
Pesquisas en la finca Don Pedro de Nueva California _ Departamento San Martín, en calles Sullivan y Onetto, en el límite con Lavalle. Allí se investigó el asesinato de Yoo Kyunga, de 49 años. Foto: Orlando Pelichotti

Las pesquisas todavía no pueden certificar que se trata de Yoo Kyunga, por lo que en una colaboración conjunta con la embajada surcoreana en Argentina, se solicitó la extracción de ADN de los familiares de la fallecida para realizar la compatibilidad con material genético perteneciente a la damnificada. Se espera que en un mes, se puedan tener los resultados del match genético.

Esta semana Kim Cong Jim fue imputado por femicidio, agravado por la alevosía con la que perpetró el crimen y por el vínculo que tenía con su víctima.

Aún restan más estudios forenses para cerrar la investigación, en los que se terminará de corroborar la ingesta de veneno por parte del atacante. El día que se entregó a la policía, aseguró haber bebido un herbicida para terminar con su vida, pero fue asistido por los médicos y salvó su vida.

Los abogados del imputado buscan extraditarlo para que se continúe con el proceso en Corea del Sur. Sin embargo, al haberse cometido el femidicio en territorio argentino es aquí donde debe desarrollarse todo el proceso penal, desde su investigación hasta la sentencia. Una vez que esos pasos se hayan cumplido se podrá solicitar que el acusado vuelva a su país.

Para facilitar las tareas de los investigadores y dar un marco de derecho al ciudadano surcoreano, la Justicia local contrató a un traductor proveniente de Buenos Aires, ya que en la provincia no hay intérpretes de este idioma.

La autoría del crimen quedó registrada en las cámaras de vigilancia que filmaron el momento en el que el sujeto la toma del cuello, la lleva a otra habitación y luego, se ve ya en el exterior ocultando los restos. Su compañera había decidido poner punto final a la relación, según el relato de los convivientes que habían sido testigos de algunas discusiones.

El circuito de videovigilancia se instaló luego de que en una de las inspecciones de Migraciones se constatara un raro comportamiento de la mujer, que había dejado de tomar su medicación. Según trascendió tenía problemas de salud mental y por sugerencia de la diplomacia coreana se colocaron las cámaras, a modo preventivo.

Yoo Kyunga, de 49 años, la mujer asesinada en San Martín. Su foto se viralizó a partir de la preocupación de vecinos que hace días no la veían. (Gentileza)
Yoo Kyunga, de 49 años, la mujer asesinada en San Martín. Su foto se viralizó a partir de la preocupación de vecinos que hace días no la veían. (Gentileza)

Fuentes ligadas a la investigación dejaron trascender que se radicó una denuncia en la Justicia Federal por sospechas de trata de personas, luego de que en una visita de Migraciones se notara el nerviosismo de la mujer, pero más tarde se determinó que la llegada de los trabajadores rurales estaban sujetas a derecho.

Orden y pulcritud

Las instalaciones en donde residen ahora 34 empleados rurales surcoreanos están en condiciones de extrema pulcritud y orden. Hay espacios compartidos como un comedor y en las habitaciones no hay muebles, ni camas.

Algo que despertó la atención de los uniformados que estuvieron haciendo las labores investigativas, es que los integrantes de la comunidad coreana dormían en esterillas en el piso.

A una semana del femicidio en Nueva California, la comunidad surcoreana vuelve a la normalidad laboral en el complejo donde residen y trabajan

Foto: Mariana Villa / lLos Andes
A una semana del femicidio en Nueva California, la comunidad surcoreana vuelve a la normalidad laboral en el complejo donde residen y trabajan Foto: Mariana Villa / lLos Andes

Esta práctica es muy común en la cultura oriental y si bien con el paso del tiempo es cada vez más frecuente que utilicen las camas, estas últimas estaban reservadas para las clases sociales más altas.

No se observan elementos religiosos en este establecimiento que supo pertenecer hace más de una década a la firma Frusi Argentina SA, una cooperativa de origen español que realizó una millonaria inversión pero quebró y capitales surcoreanos luego adquirieron esta propiedad.

Las diferencias culturales con los empleados de San Martín habrían derivado en litigios, por lo que para esta empresa fue más conveniente trabajar con personas de su mismo país con una residencia temporal en Argentina.

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