El pasado 26 de octubre se realizó el traslado histórico de uno de los animales más reconocidos y queridos por los mendocinos. Es que el tortugo Jorge fue movido del reciento donde vivió por 38 años, en el ex acuario de la Ciudad de Mendoza, y pasó a su nuevo hábitat en la ciudad de Mar del Plata, donde ya comenzó a adaptarse y empieza a mostrar las primeras señales positivas.
El viejo habitante del ex acuario municipal se encuentra en el Centro de Rehabilitación de Fauna Marina Aquarium (CRFMA), ubicado en la ciudad balnearia bonaerense, donde está rodeado por varios especialistas que le dan los cuidados adecuados y van informando sobre su estado de evolución. Por ello, según los especialistas del lugar, todo indica que el animal ha respondido de la mejor manera y muestra sus primeros resultados positivos en estos primeros siete días de adaptación.
El informe que emitieron los profesionales del lugar indica que a Jorge se lo notó más activo durante los dos primeros días de su estadía, pero ahora se encuentra más tranquilo y alterna períodos de actividad y descanso. Esto se debe, en parte, al estrés que significó el viaje y, por otro lado, al reconocimiento del nuevo espacio.
Por el lado de su salud, le realizan estudios de sangre periódicamente. El primer día que llegó, le tomaron muestras de sangre y los resultados arrojados fueron normales, pero con algunos resultados aún pendientes.
Lo mismo se hizo en el octavo día, con una nueva extracción y revisión general, donde se aseguró que los valores son normales y están controlados. “Presentó un cuadro clínico muy bueno. No hay alteraciones con respecto a la situación previa del animal. Se lo ve muy bien, muy confortable, aprovecha muy bien el espacio y realiza muchos movimientos, se lo ve muy activo y eso es muy bueno. No hay ningún tipo de resultado que advierta una condición negativa. Estamos muy contentos”, resumió a Los Andes Sebastián Fermini, subsecretario de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Ciudad de Mendoza.
Uno de los puntos que más llama la atención sobre su actividad es que existe un marcado interés por parte de Jorge por la radiación solar directa, de la que se lo privó durante su vida en cautiverio. Busca mucho el sol apenas los rayos ingresan en el estanque que habita y eso lo destacan los profesionales del Centro de Rehabilitación.
No sólo eso, también hay que decir que ingirió mayor cantidad de piezas de calamar que al principio, observándose que podría comer aún más. Por el momento, sólo se alimenta de calamares para luego, poco a poco, ir incorporando nuevas comidas a su dieta. Además, se sigue manteniendo en una profundidad de apenas 1.5 metros de agua, con una temperatura de entre 19 y 20 grados de rango. Sin embargo, se planea que de a poco se vaya aumentando esa profundidad para el entrenamiento de su musculatura.
Objetivo final: el mar
A Jorge se le realiza un seguimiento también desde Mendoza. “Acordamos un régimen de informe semanal para luego estirarlo a quincenal. Esto será los primeros meses, además de las visitas que realicemos para corroborar todo lo informado”, explicó el subsecretario de Ambiente y Desarrollo de Ciudad.
Como bien detalló Fermini, este es un plan de rehabilitación que consta de etapas. Por el momento esta es su primera etapa, donde se observa cómo se adapta al espacio en agua marina. Luego pasará a otra, donde se intentará que Jorge interactúe con otros animales.
Otra de las etapas es que pase a una laguna de dos hectáreas con agua marina, que se encuentra al lado del mar. El objetivo final, si todo va bien, es que vuelva a su ecosistema natural: el océano. Para eso tiene que volver a aprender a alimentarse por cuenta propia, convivir con otras especies y nadar en otras profundidades.
Jorge se trasladó del ex acuario municipal (ahora llamado Centro para la Conservación de la Biodiversidad) hacia el Centro de Rehabilitación de Fauna Marina Aquarium, luego de pasar 38 años de su vida en un mismo lugar, cuando llegó en 1984. Viajó en avión dentro de una caja con una base de colchón húmedo controlado por veterinarios especialistas y llegó a Mar del Plata en tiempo y forma para comenzar con su adaptación.
Se encuentra en un estanque de 120.000 litros de agua de mar ubicado fuera de la zona de visitantes del oceanario, donde, justamente, no podrá recibir visitas durante su estadía allí para respetar el acuerdo de la no exhibición del animal, que se comprometió entre el gobierno de la Ciudad de Mendoza y el centro de rehabilitación.
Jorge pesa alrededor de 100 kilos, tiene entre 65 y 72 años y su promedio de vida es de 100 años. Fue una de las atracciones del acuario de la provincia por varios años y fue el personaje más querido del lugar.