A 50 años de Larks’ Tongues in Aspic, el álbum que consolidó la maestría de King Crimson

Un día como hoy, pero de 1973, el grupo liderado por Robert Fripp lanzó este álbum, considerado uno de mejores del rock progresivo. Medio siglo después, se demuestra cómo influyó a otros artistas.

A 50 años de Larks’ Tongues in Aspic, el álbum que consolidó la maestría de King Crimson
La formación que grabó "Larks' Tongues in Aspic" en 1973.

Hay discos que representan una bisagra en la historia de una banda. Otros, que la consolidan. Unos más, que ratifican el camino que un artista o grupo seguía. Otros, por cierto, que revolucionan la música de su época. En ocasiones, algunos se animan a la experimentación. Y hay también discos que influyen enormemente a otras bandas de su tiempo y las que vendrán. Bien: no sería arriesgado decir que hace 50 años, la banda King Crimson publicó un disco que fue capaz de reunir todas esas virtudes.

En 1973, King Crimson ya había lanzado cuatro álbumes, pero fue con Larks’ Tongues in Aspic que logró una vez más llegar a la cumbre. La formación que grabó este disco incluía a Robert Fripp en la guitarra (el líder y cerebro del grupo), Bill Bruford en la batería (que acaba de abandonar Yes), David Cross en el violín, Jamie Muir en las percusiones y John Wetton en el bajo y voz.

El primer disco de King Crimson, In the Court of the Crimson King (1969), fue una obra fundamental del rock progresivo, pero fue en Larks’ Tongues in Aspic donde la banda mostró de nuevo que podía ayudar a consolidar los límites de este subgénero y, a la vez, ser revolucionaria. Con influencias de la música clásica y experimental, el álbum mostró una faceta en la que Fripp se alejaba del estilo “sinfónico” mostrado en placas anteriores: no sólo su disco debut, sino también In the Wake of Poseidon, Lizard o Islands, en las que predominaba esa exploración por los bordes más tersos del prog rock.

La icónica portada del disco de King Crimson.
La icónica portada del disco de King Crimson.

Larks’ Tongues in Aspic está compuesto por seis pistas, cada una de ellas una pieza maestra en sí misma. La intensidad y complejidad de la música es notable, y cada miembro de la banda muestra su virtuosismo en cada nota. No sólo el rock, sino también el jazz, el heavy metal, la balada, la improvisación y la música experimental de cámara confluyen aquí. Canciones como Larks’ Tongues in Aspic, Part One y The Talking Drum se convirtieron en bombas de demolición para los límites del rock. Otros temas notables, en los que destaca la personalidad de la voz de Wetton, son Easy Money, Book of Saturday o Exiles.

En este punto, hay que decir que Crimson siempre mostró una inestabilidad importante en su formación. Sólo habían pasado cinco años desde el inicio de la trayectoria del grupo, pero ya habían pasado por sus filas tres vocalistas (entre ellos, el gran Greg Lake), más otro nutrido grupo de bateristas, tecladistas y vientistas.

La alineación que consiguió Fripp para esta nueva etapa, aunque también tuvo sus deserciones, encarna sin embargo una de las etapas más sólidas de la trayectoria de King Crimson. De hecho, son los protagonistas de una reconocible “segunda etapa”, ya que Fripp, Bruford y Wetton animaron dos discos más, también brillantes, con la compañía de otros músicos. Así, parieron luego de este álbum fundamental, otros dos que exploran la misma veta: Starless and Bible Black y el magistral Red.

En todos aparece, además, un letrista que los acompañó, asumiendo el reemplazo de otra pérdida que había tenido la banda: la de su poeta emblemático, autor de la lírica hasta ese momento, Peter Sinfield. El que lo sustituyó era un letrista quizás no tan inspirado, pero que supo adecuarse a lo que el nuevo sonido de Crimson estaba proponiendo. Era Richard Palmer-James, quien poco después de su aporte poético al grupo de Fripp, se sumaría a otros músicos para conformar la banda Supertramp.

A medio siglo de su publicación, el legado de Larks’ Tongues in Aspic sigue siendo importante en la música actual, y su influencia se puede sentir en bandas de rock progresivo y experimental de todo el mundo. Hay que decir que el disco también abrió la puerta para que el camino de King Crimson siguiera su evolución en los años siguientes, hasta que el grupo se disolvió y se tomó una pausa que duró siete años, al término de los cuales volvería a sorprender. Pero eso ya es otra historia.

La influencia de Larks’ Tonges in Aspic excede los tiempos y los géneros: por sus momentos más duros y con guitarras más fuertes, supo influir en otras bandas progresivas, en bandas de metal, en grupos de fusión y hasta en el grunge que llegaría década y media más tarde, especialmente en Nirvana: el propio Kurt Cobain se declaró alguna vez admirador King Crimson, como si las iniciales de ambos artistas (KC) evidenciaran una conexión a través de la música.

En definitiva, Larks’ Tongues in Aspic es un disco que marcó un antes y un después en la historia del rock progresivo. Y 50 años después de su lanzamiento, sigue siendo una obra maestra, como si acabara de ser publicada.

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