Lo que está sucediendo en los últimos años, especialmente desde 2010 hasta el presente, pareciera dar la razón a lo que refleja el Escudo de la Provincia: el cuerno de la abundancia derramando frutos. Pero no sólo porque Mendoza es ideal para la producción sino, también, porque, por circunstancias externas, no hay dónde "colocar" esa producción y están "sobrando" peras, manzanas y uvas.
La situación se plantea con el vino, ya que no hay modo de ubicar esos 200 millones de litros sobrantes que pesan sobre los precios y terminan afectando al eslabón más bajo de la cadena: los productores. Ahora se plantea también con peras y manzanas, ya que están quedando sin vender 8 millones de kilos y que, según los dirigentes de los sectores, deberían ser destinados a descarte.
El caso del vino es largamente conocido, en razón de que, por ser la principal producción agrícola de Mendoza, lo que sucede tiene un reflejo inmediato en los medios.
Lo que ocurre con las peras y las manzanas, se supo a través de una reciente nota de Los Andes, en la que se indica que en el primer semestre del año pasado se exportaron 9,1 millones de kilos de peras en fresco y que este año esa cifra sólo alcanzó a los 5,5 millones de kilos, lo que supone una caída del 39%. En el caso de la manzana, en el mismo período de 2014 se exportaron 1,1 millón de kilos y este año la cifra se redujo a 656 mil kilos, lo que significa una caída del 45%.
Las causas que han motivado ese sobrestock de peras y manzanas responden a diferentes circunstancias. La principal de ellas fue el bloqueo impuesto por Brasil, durante tres meses, al haber detectado cargamentos de frutas afectadas por carpocapsa, lo que dejó en los frigoríficos saldos exportables que no pudieron ser colocados tampoco en el mercado interno, razón por la cual deberían ser destinados al descarte, según afirman dirigentes del sector.
Aseguran en ese sentido que los precios en el mercado interno se encuentran por debajo de los costos, agregando también que una situación similar a la de Mendoza están sufriendo los productores del Alto Valle del Río Negro.
Con vistas al futuro, el panorama no es demasiado alentador porque, desde el plano económico, la devaluación producida en Brasil y el mantenimiento de los valores de la moneda norteamericana en la Argentina, han dejado a los productos locales con serios problemas de competitividad en el principal mercado de exportación. Con un agravante: como la economía brasileña ha entrado en recesión, los importadores brasileños de frutas están demorando las compras para fin de año, a la espera de que se despeje un poco el panorama.
En el caso del mercado interno, si bien se espera una mayor venta para Navidad y Año Nuevo, resultará difícil modificar la situación que los dirigentes han marcado con claridad. Pero, por si faltaba algún punto más de preocupación, el mismo está dado por el anuncio de Brasil de poner en marcha un denominado Sistema de Mitigación de Riesgos, con un nuevo protocolo que endurece las penas por detección de la plaga (carpocapsa), haciendo responsable desde la unidad productiva hasta el empacador y exportador.
Tal como están dadas las cosas, la situación actual es inquietante y el panorama futuro es más que preocupante. A poco más de un mes del cambio de gobierno resulta imposible esperar que las actuales autoridades modifiquen su política y provoquen los cambios en la economía que permitan mejorar la competitividad, razón por la cual es necesario que quienes compitan en el balotaje sean suficientemente informados y se comprometan a revertir de manera inmediata la situación. De lo contrario, corre peligro la continuidad en la explotación de decenas de miles de hectáreas cubiertas de montes frutales y también de viñedos.