Sobrepeso, esa incómoda comodidad

Engordar es un proceso al que nos vamos acostumbrando.Arrastrar un peso extra a cada momento produce un daño que puede y debe ser revertido.

Sobrepeso, esa incómoda comodidad
Sobrepeso, esa incómoda comodidad

Nadie engorda en un día, es un proceso que requiere tiempo, sumar gramo a gramo, día a día, mes a mes, año tras año. Y así como vamos aumentando de a poco, también nos vamos adaptando y acostumbrando al sobrepeso y ya no nos molesta tanto. Aunque en algún momento nos empiece a apretar el pantalón o tengamos que pasar al siguiente agujero del cinturón, nos consuela decir que es pasajero...y lo que era un talle de más pasó a dos y luego a tres, y del pantalón pasamos a la calza y a la ropa suelta y nos las arreglamos para ponernos las medias y a atarnos los cordones, aunque no nos podamos agachar.

De adaptarnos pasamos a sobre adaptarnos, haciendo abuso de esa capacidad que nos ayudó a sobrevivir como especie. Si no nos hubiésemos podido adaptar a los cambios, hubiésemos desaparecido como los dinosaurios, pero nuestra capacidad de adaptación es maravillosa, lástima que no sea selectiva y la pongamos al servicio del sobrepeso y la obesidad. Llegamos a adaptarnos casi a cualquier cosa, hasta a andar por la vida cargando veinte, treinta o más kilos extras las veinticuatro horas del día todos los días. Exigimos a nuestras piernas a trasladar más peso del que fueron diseñadas a cargar, sometemos a nuestros órganos a trabajar extra, los desgastamos hasta enfermarlos.

Nadie hace un cambio hasta que no está lo suficientemente molesto o asustado y como engordamos de a poco y nos fuimos acostumbrando al sobrepeso, no nos resulta tan incómodo ni tan peligroso. Entonces, estamos en problemas.

Es un buen ejercicio buscar algo concreto cuyo peso sea equivalente al exceso de peso que estoy cargando. Si lenta y distraídamente me puse dos kilos por año, al cabo de diez años tengo unos veinte kilos de más. ¿Qué pesa veinte kilos? Una valija que se despacha en el avión, no puede pesar más de veintitrés kilos, diez kilos es lo que pesa una garrafa y cincuenta una bolsa de cemento.

"Si de golpe despertáramos en el estado en que nos encontramos, cargando el peso de una valija, una garrafa o una bolsa de cemento, nos resultaría absurdo no quitarnos ese peso de encima".

El tema ahora es dejar de sentirme cómodo, dejar de resignarme a seguir cambiando por un talle más, a cansarme cada vez que camino o cuando subo una escalera... si la subo.

Es hora de despertar y de dejar de acomodarnos a la incomodidad.

Lic. Jordana Wolff. Psicóloga MN:13475

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