Sobrepeso en la infancia y adolescencia: riesgo de síndrome metabólico

En las últimas décadas existe un alarmante aumento de las enfermedades cardiovasculares como hipertensión, infarto de miocardio y ACV.

Sobrepeso en la infancia y adolescencia: riesgo de síndrome metabólico
Sobrepeso en la infancia y adolescencia: riesgo de síndrome metabólico

También la diabetes del adulto, con las gravísimas complicaciones que estas enfermedades traen a quienes las padecen, a sus familiares y al sistema de salud.

En la Argentina, son la primera causa de muerte luego de los 50 años y lo importante a destacar es que son prevenibles si hacemos un diagnóstico en la infancia y adolescencia, modificando los factores de riesgo que llevan a estas enfermedades.

Estos factores de riesgo suelen venir agrupados y se los denomina en su conjunto “síndrome metabólico”. Para su diagnóstico se requiere 3 de los 5 factores. Estos son: obesidad abdominal, hipertensión arterial, aumento de la glucemia, aumento de los triglicéridos y resistencia a la insulina.

En niños y adolescentes con sobrepeso, el 50% tiene por lo menos un factor de riesgo metabólico, según estudios hechos en nuestro país.

Un papel fundamental en la producción del Síndrome Metabólico, lo juega la obesidad abdominal. La OMS considera desde 1998 el sobrepeso como una epidemia global, y se pronostica para el 2020 que la mitad de la población mundial tendrá sobrepeso u obesidad.

¿Qué produce la grasa abdominal?

Se trata de varias situaciones:

1. Resistencia a la insulina: Esto ocurre porque el acúmulo de grasa segrega ácidos grasos libres que llegan al hígado y que alteran la acción de la insulina, y el páncreas debe producir más insulina para mantener la glucemia normal. Con el tiempo éste mecanismo fracasa y sobreviene la diabetes. Además es la responsable de la dislipidemia y de generar  hipertensión arterial.

2. También producen sustancias que se llaman Adipocinas: que llevan a  un estado inflamatorio y con tendencia a la coagulación que, en las arterias genera el inicio de la disfunción endotelial, la aterogénesis y la hipertensión arterial.

La resistencia a la insulina también puede ser producida por otras causas como son: hipotiroidismo; tratamientos con corticoides por enfermedades crónicas intestinales, dermatológicas, respiratorias; déficit de hormona de crecimiento; hijos de madres diabéticas tipo 1 o diabéticas gestacionales, hijos de madres obesas o tener antecedente de nacimiento con peso menor a 2.500 gr o mayor a 4.000 gr; estrés psicosocial, falta de sueño y depresión; sedentarismo; uso de antipsicóticos ; antecedentes familiares.

La pubertad reduce un 30% la sensibilidad de la insulina, provocando una resistencia fisiológica, normal y transitoria. Sólo en los niños con alto riesgo, debería ser controlada para evitar el paso hacia las enfermedades del adulto.

¿Cuál es la población de riesgo?

Niños o adolescentes con los siguientes antecedentes:

1. Obesidad materna antes o durante el embarazo.

2. Ganancia de peso excesiva durante el embarazo.

3. Madre diabética previa al embarazo o diabética gestacional.

4. Peso al nacer menor a 2.500 gr o mayor a 4.000 gr

5. Lactancia con fórmulas artificiales, con ganancia de peso del bebé excesiva, por encima de las curvas normales.

6. Sedentarismo. Muchas horas destinadas a las computadoras y televisores.

7. Dieta rica en carbohidratos (comida chatarra, comida procesada, frituras, bebidas cola, golosinas, panificados).

8. Antecedentes familiares de diabetes  y  de enfermedades cardiovasculares.

Es importante identificar los grupos de alto riesgo  para poder realizar detección y el tratamiento precoz y prevenir la enfermedad cardiovascular , la diabetes  y también otras patologías que pueden padecer éstos niños en el futuro  como son enfermedades respiratorias, artritis, artrosis, irregularidades menstruales, esterilidad, trastornos del sueño y algunos tipos de cánceres.

Medidas prioritarias

Es fundamental la intervención sobre los hábitos de vida:

1. Promover lactancia materna: por su menor aporte calórico y sobre todo proteico con respecto a la alimentación con fórmulas artificiales.

2. Dieta rica en vegetales, frutas, cereales y granos enteros que aportan fibras y magnesio, protectores del síndrome metabólico. Disminuir el consumo de sal, azúcar y grasas. Consumir comidas caseras.

3. Actividad física: promoverla en todas sus formas, individual o grupal. Esta última tiene la ventaja de la identificación con su grupo de pares en los chicos, fundamental para un crecimiento saludable. Mínimo 30 minutos al día.

4. Restringir a no más de 2 horas el uso de computadores, teléfonos o TV.

5. Respetar las 6 comidas diarias y recordar que el desayuno es una de las más importantes.

6. Es fundamental que toda la familia se involucre en los cambios de hábitos saludables, los papás son los aliados en los tratamientos.

Podemos concluir que de cada 4 niños que consultan por sobrepeso, uno presenta síndrome metabólico; que éste está fuertemente ligado a la obesidad abdominal y a la resistencia a la insulina. Que estos niños son los futuros enfermos cardiovasculares y diabéticos, entre otras graves enfermedades que padecen y que podrían morir a causa de ellas, o sea a causa de enfermedades que se previenen actuando precozmente.

Tengamos en cuenta que el estilo de vida tiene una fuerte influencia en la producción del síndrome metabólico y que el compromiso para modificarlo hacia una vida más saludable debe ser de todos, papas, niños y terapeutas.

* Ex presidente de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Mendoza y actual miembro de Comisión Directiva. Docente Carrera de postgrado UNCUYO. Docente Universidad del Aconcagua. Médico de planta Servicio de Ginecología Hospital Misericordia.

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