¿Sobra producción?: la vitivinicultura ante un cambio de fondo - Por M. Soledad Gonzalez

La industria sabe que está frente a varios desafíos que de alguna forma deben tener solución.

¿Sobra producción?: la vitivinicultura ante un cambio de fondo - Por M. Soledad Gonzalez
¿Sobra producción?: la vitivinicultura ante un cambio de fondo - Por M. Soledad Gonzalez

Con las crisis, de todo tipo, primero llegan las acusaciones de unos y otros, luego, en teoría, la autocrítica y sobre el final algo se debería aprender para evitar caer en el mismo error,  con el sólo objetivo de no volver a repetir el mismo ciclo. Fue transversal a los dos eventos vitivínicolas de ayer, un tema: el cambio. Ahora, las propuestas son diferentes.

Por primera vez, se hicieron públicas las grietas que existen hacia adentro del sector, cuando en el discurso de Coviar, Ángel Leotta, habló de “mantener viva la institucionalidad” como un reto y de “los intereses egoístas particulares”. Cornejo hizo lo propio y también cristalizó las diferencias entre las cámaras a la hora hacer un diagnóstico claro sobre cómo se llegó a esta crisis. Al parecer hay un problema y requiere de solución.

En el agasajo de Vendimia, el presidente de Bodegas de Argentina, Walter Bressia, señaló que “esta organización de la vitivinicultura tiene fallas y hay relaciones entre partes que no funcionan bien”. En síntesis, al parecer, hay relaciones que mejorar ya que sin eso no se podrá avanzar.

La industria sabe que está frente a varios desafíos que de alguna forma tienen que tener solución. Suena razonable pensar que hay un desencuentro entre la oferta y la demanda que lleva varios años. Ello lleva entre otras cosas a ofrecer productos que quizás ya no son interesantes para el consumidor.

De acuerdo están todos los sectores en admitir que hay un excedente de 300 millones de litros de vino tinto varietal, que deberán tratar de vender en el mercado externo. Lo cierto es que los conocedores de las exportaciones coinciden en sostener que colocar este producto en el exterior tendrá sus dificultades, a lo que suman que solicitar al gobierno exenciones impositivas para exportar a granel termina beneficiando sólo a un puñado de empresas, que son las que manejan este negocio a la perfección.

¿Sobra producción? Ya hay estudios privados que muestran que  "sobrarían", de persistir las actuales condiciones, entre 8.000 y 30 mil hectáreas. Ahora, este tipo de investigaciones no son para tomar decisiones a la ligera, sino que requieren de un trabajo entre privados e instituciones públicas de prestigio, como el INTA, el INV, 
entre otras, para dar el marco necesario a esta discusión. Esto eventualmente requerirá un estudio serio para saber cómo hay que producir a futuro.

El último informe del INV sobre la superficie cultivada deja  una punta de lanza al respecto.  Existen 218.233 hectáreas de vid, y si bien hubo una disminución de 2.616 hectáreas respecto al año anterior, la superficie actual es un 8,5% mayor que la registrada al 2000. Sin embargo, el mercado interno en ese período fue disminuyendo y las exportaciones tuvieron altos y bajos.

Hoy hay 18 provincias argentinas que registran superficie cultivada de vid. El 70,1% del total se encuentra en Mendoza, 21,4% en San Juan, pero de los 23.931 viñedos inscriptos en el país, el 59% de los viñedos son menores a cinco hectáreas, es decir, se trata de unidades económicas que no son rentables. Se hace evidente que estos productores no pueden vivir exclusivamente de la vitivinicultura y si lo hacen están sumidos en graves problemas, ya que no pueden acceder a tecnología. Algo más para evaluar.

Cabe destacar que la industria, al margen de las actuales circunstancias en los últimos 15 años ha dado un gran salto de calidad, y su carta de presentación tiene saldo positivo. Es que al margen de la falta de tratados de libre comercio que complican las exportaciones por los altos aranceles que se pagan, los costos internos que reducen la competitividad y la inflación, la vitivinicultura sigue teniendo posibilidades de recuperar los mercados perdidos y además mantenerse.

En el mercado interno, con precios razonables y productos innovadores, se puede seguir tentando al consumidor en cada ocasión de consumo, lo que podría seguir evitando la caída por debajo de los 18 litros per cápita.

No se puede dejar de evaluar los contextos y si bien es cierto, que en momentos de estabilidad, las condiciones para colocar y vender productos era más propicia, no es menos cierto que es necesario trabajar hacia el interior de la cadena, para ajustar costos.

Tal como se ha dicho en otros espacios, lo cierto es que el plan anticíclico puesto en marcha por el Gobierno provincial, al que se suman otros aportes disponibles, pueden generar en el mediano plazo algunas políticas tendientes a mejorar la situación cíclica en la que está sumida nuestra industria madre.

Al parecer, es necesario abandonar los parches y pensar seriamente en el largo plazo. Eso no sólo incluye a los productores primarios, sino también a las bodegas que son las que consiguen y abren los mercados en el exterior. No se pueden esperar soluciones mágicas.

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