La situación trágica

Analizando lo que parece un callejón sin salida para la situación de Israel, el autor hace un parangón con cómo debe enfrentar un individuo la presión de tener que decidir entre dos bienes y lo traslada a la realidad de esa nación.

La situación trágica

A veces la vida presenta decisiones claras, pero con frecuencia presenta situaciones trágicas. Una situación trágica es una en la que estás atrapado en una prensa entre dos bienes en competencia, así que es necesario ceder a uno u otro, o quizá un poco a ambos. O es una en la cual usted está en pos de algo bueno, pero debe pelear con brutales enemigos a lo largo del camino, así que es imposible ser virtuoso mientras se es inocente.

Una situación trágica significa que usted está intentando alcanzar algún gran proyecto que es bueno, pero queda atrapado en una circunstancia que impone horribles necesidades. El desafío consiste en mantener vivo el proyecto humano, y hacer lo que sea necesario, al tiempo que no se va a los extremos o se corrompe por esas necesidades.

Israel está atrapado en una situación trágica. Está rodeado por un mundo árabe que es mayormente hostil a su existencia. Ningún líder árabe tiene suficiente legitimidad para hacer la paz. Es una región marcada por Estados fallidos, Islam radical fuera del centro y agitación rampante.

Actualmente, esta brutal situación se reduce a una tortuosa decisión, que Ari Shavit captura en su soberbio libro "Mi tierra prometida": si no se retira de Cisjordania, estará política y moralmente condenado al fracaso, pero si efectivamente retrocede, pudiera enfrentar a un régimen en Cisjordania apoyado por Irán e inspirado por la Hermandad Musulmana cuyos misiles pudieran poner en peligro la seguridad de Israel. La necesidad de ponerle fin a la ocupación es mayor que nunca, pero también los riesgos".

Entonces, ¿cómo se maneja una situación trágica? Lo primero y más difícil es que debe renunciar a la ilusión de que usted no está en una situación así. Tiene que renunciar a la ilusión de que la vida será pura y que todos le darán su aprobación y que usted será capaz de ir en pos de todos sus bienes armoniosamente.

En segundo lugar, se debe identificar y comprometerse empecinadamente a un proyecto humano, y nunca perderlo de vista, que en el caso de Israel es su supervivencia como una democracia.

El tercer paso es tropezar cautelosamente hacia adelante. Se cometen los propios errores lentamente, y se evita la gran embolia, porque la definición de una situación trágica es que cada una es única y las reglas del libro no aplican. Usted debe aceptar que ha sido lanzado a circunstancias que usted nunca elegiría para sí. Debe someter cada respuesta moralmente peligrosa al escrutinio y no calificarse con base en una curva.

A lo largo de las décadas, los israelíes han tropezado a través del error, la incertidumbre y la ambigüedad moral. Pero, colectivamente, se han adaptado a sus trágicas circunstancias con cierto grado razonable de éxito. No retrocedieron del drama en el que quedaron atrapados. Si algo hacen es criticarse mutuamente. La sociedad se sigue moviendo sobre una gran ola de argumentos febriles. Siempre hay nuevas partes, a medida que viejas improvisaciones caóticas -la economía semisocialista, el proceso de Oslo, la valla de seguridad- se vuelven obsoletas.

Sin embargo, siempre habrá aquellos cuyas mentes respinguen ante la ambigüedad de una situación trágica. Algunas de estas personas se convierten en realistas amorales y deciden en la brutal situación que se permite cualquier cosa que promueva la supervivencia. Bajo su liderazgo, la seguridad se convierte en inseguridad porque se toman medidas de seguridad al extremo. Estas son las personas que quieren colonizar Cisjordania de manera permanente.

Del otro lado, hay personas cuyas mentes parecen huir, casi instintivamente, de la ambigüedad y van al absolutismo. A menudo, estas son buenas personas, con altos ideales. Sin embargo, toman a una sociedad variopinta en una dura situación, como Israel, y quieren juzgarla con base en abstracciones legales en blanco y negro. Encuentra un crimen o un error y piden una condena general (estas personas no suelen aplicar este criterio a sí mismos).

Se nota a estas personas porque rara vez se les ve tomando la perspectiva de personas que no son de su agrado. Ellos no reconocen que incluso los proyectos más humanos a menudo involucran error, temor y pecado a lo largo de la marcha.

Muchos europeos piensan en Israel de esta manera, como lo hacen los miembros de la Asociación de Estudios Americanos, o ASA, que esta semana anunció un boicot académico de Israel. ASA tiene un problema con la forma en que Israel está ocupando Cisjordania. ¿Quién no? Sin embargo, la ASA se niega a reconocer la complejidad de la horrenda situación que Ari Shavit identifica.

Más bien, la ASA quiere tomar los errores de Israel y usarlos como pretexto para convertirlo en una nación inmanejable. Aplicando respuestas extremas a errores próximos, declara que Israel y sus universidades están más allá de lo aceptable moralmente. Efectivamente discriminan a académicos israelíes en virtud de su nacionalidad.

El fracaso para lidiar con la ambigüedad es uno de los grandes trastornos de la era. Es una huida de la realidad. Al tomar una legítima inquietud moral y abstraerla de la situación real, esta enfermedad convierte el cuidado moral en una forma de estupidez moral y, a final de cuentas, de inhumanidad. Así que como detractores o expertos, vale la pena tener en mente lo que los psicólogos llaman el error fundamental de atribución: no culpe al carácter cuando el problema es la situación.

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