La firma Quevedo Hermanos tiene producción de papas para consumo en Mendoza y en tierras propias situadas en Villa Dolores (Córdoba). "Allá -comenta Julio Quevedo- nos va un poco mejor porque la tierra es nuestra y lo que uno saca es para uno; mientras que acá estamos pagando al propietario del campo entre el 28% y el 30% de lo producido".
Pero advierte que "la actividad del sector está complicada, porque los costos de producción siguen siendo bastante elevados. Siguen aumentando los precios de los agroquímicos, de los combustibles, de los jornales, falta gente para trabajar".
Además, agrega: "La presión impositiva es muy fuerte, las cargas sociales son muy importantes, nosotros tenemos todos los empleados dentro de la ley".
Rolando Tumbarello, por su parte, dice que esta coyuntura de mejores precios "ayuda al sector papero a recuperar parte de lo que hemos perdido durante varios años, aunque lamentablemente se debe a una desgracia climática". De todos modos, advierte también que los costos de producción han seguido subiendo, hasta situarse entre 25.000 y 30.000 pesos por hectárea. Para él, los rubros de mayor incidencia son los fertilizantes y la mano de obra.
Compara la situación del productor mendocino con el del Sureste de Buenos Aires. Allá necesitan menos gente porque tienen más tecnología; y pueden hacerlo porque tienen mayores extensiones de muy buena tierra, mientras que acá, los mejores terrenos son prácticamente islas.
"Lo mismo pasa en Córdoba, donde están sembrando con máquinas de cuatro surcos, y nosotros trabajamos con máquinas de dos porque las superficies son muy chicas y cuesta meter las máquinas. Eso, en el mejor de los casos, porque todavía hay muchos, particularmente en el Norte de Mendoza, que siembran a mano", señala el productor Tumbarello.