Sistemas electorales fraudulentos

A esta altura de la evolución tecnológica de las sociedades, es increíble observar el modo en que se sigue votando en la Argentina, con tamaño primitivismo frente a realidades que han superado absolutamente la modalidad del cuarto oscuro con boletas de pa

Sistemas electorales fraudulentos

La reciente instrumentación de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias acaba de mostrar en toda su dimensión la crisis y senectud del sistema con boletas de papel, ya que ahora no sólo se eligen los candidatos previamente seleccionados por los partidos, sino que son directamente los ciudadanos los que deben armar las listas partidarias entre una cantidad infinita de aspirantes que, por el momento, lo único que hace es confundir más que transparentar la participación democrática del pueblo.

Pero lo más grave de todo es que si bien ese sistema ya no le sirve para nada al elector, le sigue siendo muy útil a la clase política ya que de ese modo puede limitar la voluntad popular y hacer que candidatos impresentables que con una elección efectuada de un modo más moderno y tecnológicamente adecuado no los votaría nadie, ahora pueden pasar desapercibidos entre la multitud de boletas que, de tan enredadas, terminan por ser indescifrables para el hombre común no habituado a esos menesteres.

En los territorios gobernados por caudillos feudales o patrones de estancia -tanto en el conurbano de Buenos Aires como en muchas provincias chicas- el sistema de boleta de papel dividida por partidos o por sectores internos de los mismos lo único que hace es consolidar el interés de las oligarquías gobernantes, ya que -entre otras cosas- permiten la manipulación grosera, como la desaparición de boletas de los partidos más pequeños, con los cuales a la postre siempre se impone el que está en el poder, que tiene mayores instrumentos y voluntad para realizar el fraude.

De ese modo, desde dentro de la misma democracia se van construyendo metodologías que en vez de dar mayor participación al ciudadano lo alejan de la política ya que éste ve que ni siquiera con su voto puede cambiar la realidad negativa y entonces termina dejando todo en manos de las élites que lo que quieren es, precisamente, no ser juzgados popularmente por su accionar.

Algunos aducen que el voto electrónico o sistemas similares se prestan al fraude, cuando en realidad estos sistemas que aplicamos actualmente ya han introducido el fraude sin ningún lugar a dudas.

Por eso lo importante es que -aun contemplando todas las estratagemas y trampas que pueden derivarse de cualquier sistema de votación- se tienda a todo tipo de alternativas que den total libertad de acción al pueblo, que se pueda elegir sin ningún condicionamiento, acabando con las listas sábana en las que el arrastre se convierte en una falsa opción.

Como ningún avance político se logra sin una lucha por sus derechos de la sociedad civil organizada, es que será necesario que los reclamos ciudadanos se multipliquen lo suficiente hasta doblegar el intento de las minorías que quieren desfigurar la democracia desde dentro, permitiendo que el sistema sea en sí mismo un fraude.

Lamentablemente, con una élite política más propensa a apoyar líderes que instituciones y que busca la eternización en todos y cada uno de sus cargos, los intereses para evitar que el pueblo vote en la plena potencialidad de todas sus capacidades son de una magnitud escandalosa. Y contra ellos se debe luchar.

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