Es la hora del programa planetario de la NASA. Este otoño, la agencia seleccionará entre 28 propuestas para explorar el Sistema Solar hasta dejar quizá tres o cinco. Eventualmente, sólo habrá un afortunado ganador: la misión clase Discovery más reciente de la NASA, a lanzarse en algún punto de principios de la década del 2020.
A continuación, Nature analiza algunos temas más amplios que emergieron entre las propuestas que llegaron a la NASA el mes pasado en respuesta a un llamado de ideas. Diseñadas para un costo de 450 millones de dólares o menos, cualesquiera de estas misiones estaría entre los intentos más baratos de la agencia para explorar el Sistema Solar.
Venus
El hermano tan descuidado de la Tierra no ha sido visitado por una misión planetaria de Estados Unidos desde que el orbitador Magallanes de la NASA finalizó su trabajo con un desplome controlado en la superficie de Venus en 1994 (Venus Express, de la Agencia Espacial Europea, visitó el planeta entre 2006 y 2014, y la sonda japonesa Akatsuki hará su segundo intento por entrar en órbita venusiana el próximo diciembre).
Los entusiastas de Venus han propuesto todo tipo de misiones para explorar el segundo planeta más cercano al Sol. Muchas de ellas utilizarían radar para atravesar desde la órbita las gruesas nubes de Venus y revelar el candente paisaje volcánico activo que hay abajo. La misión Veritas (Emisividad, Radio Ciencia, Topografía y Espectroscopia InSAR de Venus), por ejemplo, generaría un mapa de alta resolución de la superficie del planeta. Volando repetidamente sobre las mismas ubicaciones, Veritas podría revelar si el suelo de Venus está cambiando, como sucede en zonas volcánicas activas y de terremotos en la Tierra.
La Luna
Hablando en términos astronómicos, la Luna está aquí al lado. Doce hombres han caminado sobre su superficie. ¿Qué resta por descubrir?
Abundantes cosas, al parecer. Dos de las propuestas Discovery adoptan enfoques de alta tecnología para problemas específicos de ciencia lunar.
Una, llamada Edad Lunar y Explorador de Regolito (MARE, por su sigla en inglés), apunta a unir la exploración superficial de los astronautas de Apollo con los estudios de laboratorio a los que los científicos han estado limitados desde la Tierra. MARE es una máquina de datación de rocas que aterrizaría en ríos de lava jóvenes sobre el lado cercano de la Luna. Utilizando la descomposición radiactiva de los minerales para medir la edad de la lava, la nave espacial ayudaría a los investigadores a desenmarañar la compleja cronología de la superficie de la Luna.
Si una nave espacial lunar no basta, ¿qué me dicen de tres docenas? La nave nodriza NanoSwarm volaría a la Luna y vomitaría una colección de pequeños satélites miniatura CubeSats. Algunos explorarían misteriosos remolinos magnéticos sobre la superficie lunar y verían cómo interactúan con el viento solar. Otros caerían en picada en el corazón de anomalías magnéticas lunares; segundos antes de estrellarse, las sondas podrían medir esos campos magnéticos mejor que nunca.
Lunas marcianas
Desde 2001, la NASA ha enviado siete naves espaciales a Marte, pero ninguna a sus lunas: Fobos y Deimos. No menos de tres propuestas de misión Discovery se enfocan en los satélites del planeta rojo.
¿Por qué toda esta atención? Porque nadie realmente sabe de dónde vinieron las lunas. Podrían ser restos de la formación de Marte hace más de 4.500 millones de años. Podrían ser pedazos del planeta rojo desprendidos por un impacto más reciente de un meteorito masivo. O podrían ser trozos aleatorios de asteroide u otro material atrapado por la gravedad marciana.
Los tres conceptos de misión explorarían Fobos y Deimos para sondear sus orígenes. Uno consistiría en una nave espacial que orbitaría Marte y pasaría volando varias veces sobre ambas lunas. Otro orbitaría una después de la otra. Y el tercero aterrizaría en Fobos para examinarlo de cerca.
Asteroides
Quizá el grupo más grande de propuestas de la misión Discovery envuelve asteroides y otros cuerpos chicos. Algunas se enfocarían en asteroides específicos. Una visitaría una roca metálica llamada Psyche, que podría asemejarse al núcleo de la Tierra. La misión
Explorador de Asteroides Binarios in-situ (BaSiX) desencadenaría pequeñas explosiones en la superficie de un asteroide binario, para ver los efectos sobre los movimientos gravitacionales de ambos objetos.
Otras ideas con asteroides caen más en la categoría de grandes viajes. Una misión visitaría nueve rocas espaciales chicas (algunas en el cinturón de asteroides que está entre Marte y Júpiter y otras que peligrosamente pasan a toda prisa cerca de la Tierra) para ver qué los diferencia de los grandes asteroides como Vesta y Ceres, que actualmente están siendo orbitados por Dawn, una nave espacial de la NASA.
Y una propuesta llamada Lucy, en honor del icónico esqueleto homínido, recorrería los asteroides troyanos de Júpiter, que orbitan sobre la trayectoria del planeta ya sea antes o detrás de Júpiter. Estudiar asteroides troyanos revelaría los materiales “fósiles” que se agruparon en los primeros días del Sistema Solar para formar planetas y otros cuerpos.
Volcanes planetarios
Los volcanes más activos del Sistema Solar no están en Islandia ni en Hawai; están en la luna Io, que tiene una corteza calentada por la potente atracción gravitacional de Júpiter.
Para evitar lo más posible la peligrosa radiación de Júpiter, la misión Observador Volcánico Io (IVO, por su sigla en inglés) se alzaría en gigantescas órbitas alargadas, pasando cerca de Júpiter y de Io solo una vez durante cada órbita. Pasaría frente a Io nueve veces, fotografiando volcanes tanto en el día como en la oscuridad. La Víspera de Año Nuevo de 2028, incluso volará entre columnas de humo vomitadas por el volcán Pele.
Para alimentar su viaje tan lejos desde el Sol, IVO desplegaría un conjunto de gigantescos paneles solares para absorber la mayor cantidad posible de luz solar.