Damasco solicitó este lunes a la ONU “que impida toda agresión contra Siria”, en momentos en que Estados Unidos y Francia intentan convencer a sus legisladores de la necesidad de lanzar un ataque contra ese país, acusado de utilizar armas químicas.
El gobierno sirio, que se mantiene en estado de alerta a pesar de que se aleja la perspectiva de una acción militar inminente en su contra, pidió al jefe de la ONU, Ban Ki-Moon, que haga todo lo posible para “impedir una agresión contra Siria”.
“El gobierno sirio llama al secretario general de la ONU a asumir sus responsabilidades (...) y a multiplicar sus esfuerzos para impedir cualquier agresión contra Siria e avanzar hacia una solución política pacífica de la crisis”, indicó el delegado permanente de Siria en la ONU, Bashar al Jaafari, en una carta dirigida a Ban.
Por su parte, París anunció que pondrá a disposición de los parlamentarios franceses documentos que demuestran la responsabilidad del régimen sirio en el ataque químico del 21 de agosto cerca de Damasco, dos días antes de que el parlamento francés se reúna para debatir la eventual intervención militar en Siria.
El jefe de la diplomacia rusa, Sergei Lavrov, declaró por su parte ayer que “en lo absoluto” no está convencido con las pruebas presentadas hasta ahora por Estados Unidos y sus aliados sobre el supuesto uso de armas químicas por parte del régimen sirio contra los rebeldes.
A tres días de la reunión del G20 en San Petersburgo, Rusia reiteró ayer su oposición a cualquier ataque contra su aliado sirio. Ese tipo de acción podría “postergar por mucho tiempo, incluso para siempre, la perspectiva” de organizar una conferencia de paz internacional para encontrar una solución al conflicto sirio que ya ha causado más de 110 muertos, advirtió Lavrov.
Rusia envió un navío de reconocimiento y de vigilancia electrónica hacia la costa siria en el Mediterráneo.
Preocupación china
Mientras tanto, China se declaró ayer “muy preocupada” por eventuales “acciones militares unilaterales” contra el gobierno de Damasco. Pekín reiteró que solo una “solución política” resolvería la crisis siria.
En cuanto a Irán, también aliado del gobierno sirio, su ministro de Relaciones Exteriores, Mohamad Javad Zarif, rechazó nuevamente cualquier intervención militar extranjera en Siria, y se dijo dispuesto a ayudar a encontrar “una solución pacífica”, durante una conversación telefónica el domingo con Ban Ki-Moon.
Por otra parte y ante la perspectiva de un ataque, la oposición siria acusa al gobierno de haber “trasladado equipos y soldados hacia las zonas residenciales e inmuebles gubernamentales de índole civil (...) y haber colocado lanzacohetes y armas pesadas en barrios residenciales”.
El Congreso de EEUU
Barack Obama, que se declaró el sábado determinado a atacar Siria, pero con el aval del Congreso de su país, lanzó, junto al vicepresidente Joe Biden y el jefe de los servicios de la presidencia, una intensa campaña para intentar convencer a los parlamentarios reticentes a dar su apoyo a la intervención militar en Siria.
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, aseguró que Estados Unidos recibió y analizó muestras que prueban el uso de gas sarín en el ataque del 21 de agosto, que atribuyó nuevamente al régimen de Damasco.
Reunidos en El Cairo el domingo, los cancilleres de los países de la Liga Árabe reclamaron que se tomen “medidas de disuasión necesarias” contra el régimen sirio, tras un ataque químico “cuya responsabilidad recae sobre el régimen”.
Las declaraciones de la Liga Árabe no hablan sin embargo de la eventualidad de bombardeos extranjeros contra Siria, una señal de la profunda división latente dentro de esta institución sobre esta esa cuestión, calificada como “injerencia extranjera” por varios países miembros como Egipto, Argelia, Irak o Líbano.
Ayer, el Papa Francisco reiteró su llamado del domingo contra cualquier intervención armada en Siria. “Nunca más la guerra, nunca más la guerra”, escribió el Pontífice en su cuenta Twitter.
Al menos 42 personas murieron el domingo en un ataque del ejército sirio contra rebeldes en la ciudad de Ruhaiba, en el noreste de Damasco, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.