Siria, el ataque que no fue, el drama que sigue

Si se hubiese concretado la intervención militar estadounidense a Siria, la paz mundial -en un sentido global- hubiese quedado seriamente comprometida en virtud de la reacción de Rusia y otros países, no conformes con la idea de neutralizar el uso de armamento no convencional por parte de Damasco con una acción bélica mediante.

La aceptación siria a la gestión interpuesta por Rusia, consistente en resignarse a dejar de lado el armamento químico y aceptar que las Naciones Unidas destruya esos arsenales, fue una sabia respuesta política al pedido que en esos momentos, cuando la tensión en aquella región aumentaba diariamente, efectuara el papa Francisco, en lo que constituyó su primer gran desafío como Pontífice a favor de la paz.

Sin embargo, la realidad nos muestra que las condiciones internas en Siria, que fueron las que dieron origen al desmadre que llevó a sus Fuerzas Armadas a usar armamento químico contra rebeldes y civiles inocentes, continúa y tiende a agravarse cada semana.

Las facciones enfrentadas siguen combatiendo en los distintos escenarios de batalla de ese golpeado país y, paralelamente, aumenta el número de víctimas y heridos graves, refugiados que buscan alivio en algún país vecino y, lo que es más dramático, personas de toda edad que sufren la una muy expandida hambruna, producto de la escasez de alimentos por culpa de la descontrolada guerra civil que los afecta desde hace dos años.

Y en este aspecto también conviene recordar conceptos del papa Francisco hechos públicos en aquellos días en que reclamaba a los líderes de las grandes potenciales del mundo la búsqueda de una salida pacífica para Siria.
 
Decía el pontífice argentino que nadie tenía en cuenta esa grave situación de los sirios como producto de las sangrientas peleas intestinas entre la oposición armada y las fuerzas del régimen. ¿Qué organismo humanitario internacional advirtió con énfasis y la urgencia del caso sobre la guerra entre los sirios y sus consecuencias inmediatas?

Lamentablemente, fue necesario que el recurso despiadado del exterminio apareciese en escena para que la comunidad internacional reaccionara. Y que lo hiciera con el propósito de erradicar un régimen dictatorial pero sin reparar debidamente la real situación social imperante en ese lugar.

Sin duda, el mundo debe estar muy satisfecho de que Estados Unidos y otras grandes potencias no tuviesen que recurrir a la fuerza bélica para poner fin a una inocultable acción caótica producto del uso de armas no convencionales. El acuerdo que dio el gobierno de Siria para que la ONU analice sus arsenales y destruya las armas químicas evitó una crisis internacional de futuro incierto y puso calma en todos los rincones del mundo, puesto que una guerra siempre arroja consecuencias imprevisibles en todo sentido.

Pero no por ello se puede dejar de advertir que la división entre los sirios, ya sea por cuestiones políticas como étnicas o religiosas, se mantiene con más enfrentamientos y mucha más pobreza y desolación para la población. Una guerra interna, una guerra civil puertas adentro de una nación también debe llamar la atención de todo los líderes del mundo.