Primero sobreviene el miedo, el susto de sentir que la tierra tiembla y la incertidumbre e impotencia de no saber ni cómo ni cuándo termina. Momentos después, las señales de alerta emitidas por las autoridades nacionales y municipales no dan alternativa: hay que evacuar.
En el caso del terremoto de 8,2 grados registrado el martes en el norte de Chile y el posterior riesgo de tsunami, los sistemas de emergencia sirvieron para dar aviso rápido a la población y favorecer la evacuación.
Primero sonó una potente sirena para ser oída por los habitantes de las ciudades costeras afectadas (en el municipio de Arica no sonaron porque no funcionaban, lo que generó varias críticas). Mientras, carabineros patrullaron las calles y por altavoces pidieron abandonar sus hogares y retirarse a los cerros. Incluso algunas personas recibieron mensajes de texto en sus teléfonos celulares gracias al "Sistema de Alerta de Emergencias" (ver aparte).
Habitantes de un país acostumbrado a los sismos, los chilenos ya saben por dónde tienen que evacuar. Las calles tienen una señalización incorporada a la geografía cotidiana en la que se les indica por dónde subir a los cerros. No da lo mismo cualquier camino y es preferible hacerlo a pie para evitar congestionamiento de vehículos.
Siempre lo principal es mantener la calma y no generar riesgos a sí mismos ni a terceros. En lo posible hay que subir aprovisionados con agua mineral, linternas, una muda de ropa y abrigo. Muchos lo tienen preparado de antemano, acostumbrados a vivir con el temor de que en cualquier momento los puede sorprender una alerta.
Como las posibilidades de que un ciudadano que vive en Chile sufra un terremoto son altísimas, los expertos recomiendan estar preparados y no entrar en pánico. Las familias deben conversar sobre este tema para preparar un plan frente a alguna catástrofe. Se les recomienda acordar un punto de encuentro en caso de que el sismo los encuentre separados.
En el caso de que haya niños pequeños, psicólogas citadas por la cadena TVN recomiendan no transmitirle los temores y darles contención, ya que los niños atravesarán el problema de acuerdo a cómo vean al adulto.
