Siniestros viales y factores humanos

Muchos incidentes de tránsito son perfectamente evitables o de ocurrir a velocidades moderadas, no causarían tanto luto en las familias.

Siniestros viales y factores humanos
Siniestros viales y factores humanos

El factor humano sigue estando más presente que nunca en los incidentes de tránsito en todos lados. Particularmente en Mendoza es muy alta la incidencia de un conductor irresponsable como causante de un choque o vuelco porque al momento de guiar el vehículo no tomó todas las precauciones o lo hacía alcoholizado, que es como jugar a la ruleta rusa con un revólver cargado.

Los ejemplos los tenemos muchas veces en las crónicas con el saldo de personas fallecidas o que sufren lesiones invalidantes de por vida.

Como muestra de esta secuela de incidentes viales evitables, traemos a colación lo ocurrido a primera hora de la mañana del jueves pasado, cuando un automóvil de modelo medio se cruzó de carril en la ruta Panamericana, en plena recta, tras la salida del Corredor del Oeste y se estrelló contra un poste de luz, que además soportaba un transformador que cayó estrepitosamente al piso. Los ocupantes del vehículo resultaron heridos, la instalación eléctrica dañada y toda una zona de Chacras de Coria se quedó sin luz durante varias horas. Los heridos fueron trasladados al Hospital Central y atendidos con esmero por los profesionales de ese centro asistencial de primera magnitud, al que llegaron en una ambulancia del Servicio de Emergencia Coordinado (SEC).

Y está bien que así haya ocurrido, pero alarma pensar que si el suceso, ocurrido a las 6.30 hs, con poco tránsito, se hubiese producido más tarde, cuando esa ruta es recorrida por decenas de familias que van hacia sus trabajos y llevan a sus hijos a los establecimientos escolares que cursan, el siniestro podría haber tenido otras consecuencias y causar víctimas inocentes. Más subleva saber que el conductor del vehículo que provocó el episodio viajaba alcoholizado, es decir con sus capacidades de control y atención totalmente disminuidas.

No se trató de un hecho imposible de prever, sino de un percance perfectamente evitable. Si alguien se hubiera percatado de que el individuo no estaba en condiciones de conducir o si el mismo, en un destello de mínima lucidez, hubiera percibido que al arrancar el rodado ponía en marcha una secuencia de imprevisibles derivaciones, o sus acompañantes hubieran intentado hacer algo, tal vez un episodio lamentable se hubiera evitado.

Pero en Mendoza, lamentablemente, pese a los esfuerzos que hacen las autoridades viales, no se puede parar esta epidemia que mensualmente causa muertes y lesiones graves en nuestras calles y rutas.

Hay cambios de leyes en la materia, más exigencias en el otorgamiento de licencias de conducir y multas más severas por infracciones viales, pero todavía no es posible doblegar o morigerar esta cadena de penosos siniestros que exige más atención que la que se le brinda. Un porcentaje de la población suele atribuir este flagelo al azar, desconociendo que perfectamente pueden ser previsibles y evitables, porque a menor velocidad los impactos tendrían otros desenlaces.

Y conscientes de esta realidad, es que en la Legislatura provincial se insiste en incorporar horas de educación vial en la currícula escolar. Es importante que los niños y adolescentes fijen las normativas sobre el tránsito vehicular, primero por ellos mismos, que en algún momento tendrán que conducir y luego como mediadores ante sus padres, cuando éstos incurren en conductas divorciadas del manejo defensivo y las normas viales. Solo así se contribuirá a bajar las estadísticas actuales de muertes en incidentes de tránsito, que tanto conmueven y malogran la vida de las personas.

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