Sigue siendo muy grande la relación de personas que son sorprendidas al volante de sus vehículos y, al ser sometidas al control de alcoholemia, se descubre que excedían los niveles permitidos.
Datos ofrecidos por la Oficina de Estadísticas del Servicio Penitenciario indicaban que 70% de quienes debieron pasar días de arresto por alguna falta corresponde a conductores que conducían en estado de ebriedad, con más de un gramo de alcohol por litro de sangre.
La estadística había sido tomada entre el 8 de octubre de 2018 hasta la tercera semana del año en curso.
También es realidad comprobable, lamentablemente, que el alcohol ha estado presente como causa principal en la ocurrencia de siniestros viales que desencadenaron la muerte de personas.
El año pasado se registraron once fallecidos en siniestros viales con personas alcoholizadas.
Algunos de estos sucesos tuvieron fuerte repercusión en la comunidad, como los decesos de Luciana Montarulli (27) y Julieta Testa (25).
Luego hubo más percances con ciudadanos alcoholizados, aunque afortunadamente sin muertes.
Pero todavía se mantiene la persistencia de estas conductas gravosas, contra cualquier intento de vivir en una mayor armonía, no obstante las modificaciones operadas a la Ley de Tránsito, con aprobación de la Legislatura provincial, que impusieron mayor rigor a las penas y multas.
Las multas establecen sanciones que incluyen desde arresto de hasta 30 días, retención del vehículo, inhabilitación de la licencia de conducir y el pago desde 36.000 hasta 108.000 pesos, dependiendo de la graduación alcohólica.
Esos son los parámetros de castigo dispuestos por la autoridad de aplicación. Sin embargo no parecen ser suficientes porque no podemos desprendernos del estigma de este tipo situaciones en la siniestralidad vial que nos rodea.
Habrá que insistir en que es necesario frenar la venta de alcohol a menores de 18 años, algo totalmente prohibido, comercialización ilegal que sigue filtrándose a personas de esa franja etárea, situación con directa incidencia después en las colisiones y vuelcos en rutas y calles.
En salud y en seguridad vial la relación entre jóvenes, alcohol y siniestros del tránsito es directa, a punto tal que estos son su primera causa de muerte, según lo señalan las estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación.
Siguiendo el pensamiento del especialista en seguridad y prevención de la Sociedad Argentina de Evaluadores de Salud (SAES), doctor Carlos Trad Fager, podemos decir que el conducir un vehículo es una actividad que requiere altos niveles de concentración y atención, y un estado psicofísico en condiciones adecuadas.
La fatiga provoca errores en la conducción, como así también la ingesta de alcohol, drogas o medicamentos (psicotrópicos, sedantes, hipnóticos, antisicóticos, antihistamínicos, antialérgicos, anticonvulsivantes, etc.), que aumentan el riesgo de provocar incidentes serios, ya que actúan sobre el sistema nervioso central, provocando somnolencia, disminución de la atención y visión borrosa.
Es hora de que en la instancia de los particulares, de los ciudadanos, de las instituciones civiles y, sobre todo, de la familia, se pongan todas las cartas sobre la mesa y se despeje y elimine esta posibilidad tan grave que significa manejar automotores después de haber bebido en exceso.