Más de 200.000 manifestantes marcharon ayer en Francia contra la polémica reforma laboral del presidente Emmanuel Macron, en la primera jornada de protestas que ponen a prueba su capacidad para transformar a la segunda economía europea.
Los sindicatos convocaron cerca de 200 protestas en todo el país contra este proyecto de ley destinado a flexibilizar el mercado laboral, piedra angular del programa del mandatario centrista para tratar de contrarrestar un desempleo que alcanza el 9,5%.
La CGT cifró en alrededor de 400.000 los manifestantes que respondieron a su llamado en toda Francia, con 60.000 únicamente en París. La policía redujo la cifra en la capital francesa a 24.000. El Ministerio del Interior, por su parte, calculó que los participantes eran unos 223.000.
La marcha en París fue interrumpida en varias ocasiones por enfrentamientos, a los que las fuerzas del orden respondieron empleando gas lacrimógeno y cañones de agua.
Los manifestantes retomaron masivamente en sus lemas una polémica declaración de Macron, que la semana pasada advirtió que “no cederá nada” ante “los holgazanes, los cínicos o los extremos”. En algunas pancartas se podía leer “Los holgazanes están en marcha” o “Macron, te jodiste, los holgazanes están en las calles”.
En Marsella, la policía contabilizó 7.500 manifestantes, mientras que los organizadores comunicaron la cifra de 60.000 personas.
En la movilización, el líder de la izquierda radical Jean-Luc Mélenchon, quien se ha alzado como el principal opositor a Macron, prometió que “hará retroceder” al joven presidente de 39 años.
A las protestas se sumaron huelgas que afectaron ayer a los transportes. La Torre Eiffel permaneció abierta, pero los turistas podían subir únicamente hasta el segundo piso, debido a que una parte del personal estaba en huelga.
Primer gran desafío de su mandato, la reforma laboral de Emmanuel Macron pretende reforzar el papel negociador de las empresas sobre las condiciones laborales y limitar las indemnizaciones por despido improcedente.
El objetivo de Macron es dar más flexibilidad a las empresas para impulsar las contrataciones y frenar el desempleo. La falta de trabajo en Francia afecta al 9,5% de la población activa, frente a un promedio de 7,8% en Europa.
Busca también ganarse la confianza de sus socios europeos, que exigen desde hace años reformas estructurales en Francia.
Para imponer sus cambios, Macron optó por el método acelerado de decretos, que impide el debate sobre el contenido y apenas da margen para votar a favor o en contra.
Los cinco decretos serán presentados ante la Asamblea Nacional, donde Macron tiene una holgada mayoría, antes de finales de 2017.
Recortes a los derechos
Los sindicatos estiman que esta reforma da todos los poderes a las empresas y recorta los derechos de los trabajadores, pero el frente sindical está dividido.
Estas protestas se producen en un momento delicado para el mandatario centrista, cuya popularidad se ha desplomado desde que asumió el poder en mayo. Una encuesta reciente mostró que apenas 40% de los franceses está satisfecho con su labor.
Sospechan de policías radicalizados
Algunas decenas de miembros de las fuerzas de seguridad francesas son sospechosos de haberse radicalizado, afirmó ayer el ministro de Interior del país, Gerard Collomb, que pidió que las autoridades tengan capacidad para transferirlos o echarlos.
El comité legislativo de la Asamblea Nacional francesa debatirá hoy un proyecto de ley del Gobierno para incluir en la legislación ordinaria algunos poderes otorgados sólo en situación de emergencia.
El Gobierno del presidente Emmanuel Macron argumenta que ello es necesario para poder poner fin a final de año al estado de emergencia impuesto en el país desde los ataques terroristas de 2015 en París. La propuesta, aprobada por el Senado en julio, ha sido criticada por el Defensor del Pueblo, Jacques Toubon, quien considera que permite restringir la libertad individual.