El tortugo Jorge es toda una institución en el Acuario de Mendoza y ya es un "señor mayor": estiman que tiene entre 80 y 100 años. Sin embargo, a más de uno lo invade la angustia al verlo detrás de un vidrio, en un espacio que parece reducido e inadecuado.
Una vez más, una denuncia puso en evidencia la situación: un militante ecologista manifestó su indignación en la página de Facebook "Mendocinos en Alerta". Desde el Acuario aseguran que la realidad es que "no debería haber llegado nunca a la provincia".
"Por suerte el zoo está cambiando, pero ¿el acuario? El tortugo Jorge vive en un estanque con suelo de cemento, atravesado por una rejilla metálica, nada de arena o vegetación... una verdadera tortura física y emocional para un animal de su especie Es uno de los casos más aberrantes de maltrato animal de la Provincia de Mendoza", expresó.
Bay Cush (tal su seudónimo en la red), en diálogo con Los Andes, explicó que es mendocino y miembro de la organización internacional Personas por el Trato Ético de los Animales. En esa charla, explicó que el animal además se encuentra "en un cubículo ínfimo y sin luz natural", lo que agrava su incomodidad.
Gabriel Flores, representante de Ecológicos Unidos, coincidió con esa apreciación y compartió la preocupación con el resto de los consultados.
"El tortugo está mal ahí, en una pecera de cemento, sin vegetación, paredes de vidrio y el agua que le ponen no es agua de mar, es artificial y se la preparan. Eso le arruina el organismo", consideró. Y subrayó: "para una tortuga de mar, estar en un envase de vidrio es terrible, él va nadando y se choca con los vidrios".
Comentó que durante años ha venido solicitando el traslado del quelonio y el cierre tanto del acuario como del serpentario que está enfrente. Dijo que siempre ha recibido como respuesta que, por haber estado tanto tiempo en cautiverio, el animal ya no puede vivir en su hábitat natural.
“No debería estar aquí”
Desde el Acuario Municipal de la Ciudad de Mendoza aseguraron que el animal no debería haber llegado nunca a la provincia ya que se lo trasladó desde una zona marítima a una desértica. Así lo reconoció el veterinario Federico Correa, responsable del lugar, quien cumple el rol de Director Técnico desde hace 20 años, ya que no existe un director general.
"Cuenta con 22 mil litros de agua marina. Es lo que se le ha podido hacer en Mendoza, un lugar donde no se debería haber traído", destacó.
Explicó que Jorge llegó en 1984 desde Bahía Blanca y que pasó por varios recintos más chicos que el actual. Estiman que tiene entre 80 y 100 años y que en la naturaleza los individuos de su especie viven en promedio entre 47 y 50 años, porque suelen ser víctimas de la pesca.
En opinión de Correa, el espacio en el que vive el tortugo "no afecta su organismo porque está viviendo más que en la naturaleza", subrayó.
Para el profesional haber duplicado su edad promedio se debe a que vive en condiciones controladas y sin agresiones, aunque de algún modo reconoce que no son las ideales.
Respecto del agua detalló que se prepara en forma artificial (lo graficó diciendo: "como la leche en polvo") y que tiene los valores químicos adecuados como los nitratos, nitritos, salinidad y PH.
Contó, además, que se ha intentado buscar adónde trasladarlo, pero que no hay lugar que pueda recibirlo ya que no hay "santuarios" para este tipo de reptiles. Mencionó un lugar en Uruguay con el que estuvieron en contacto pero lo que hacen allí es recuperar animales de la zona y en pocos meses liberarlos en su hábitat natural.
Además, a Jorge "se lo trajo del océano Atlántico pero ha tenido vínculo con especies del Pacífico y podría transmitir alguna enfermedad" si se lo vincula con especies de este último lugar, agregó. Por otra parte comentó que han consultado con biólogos que han recomendado dejarlo donde está.
Legislación
Otro punto de vista se vincula a los derechos de los animales, algo de lo que opinó el abogado Oscar Mellado. Es miembro de la Comisión de Derecho Animal del Colegio de Abogados, donde dijo que es un tema recurrente. "No es un objeto de exhibición, es un sujeto de derecho", recalcó y sostuvo: "decir que no sobreviviría en su hábitat natural es una excusa".
El letrado hizo referencia a que la cuestión de fondo es que el animal tiene derecho a la libertad y a vivir en su espacio natural y todo pasa por considerarlo un "sujeto de derecho" (sic) como no pasó con el oso Arturo, y sí pasó con (la mona) Cecilia".
"No se puede tener un animal para esparcimiento y lucrar con ello, hay que considerarlo como persona no humana sujeto de derecho", especificó. Como opción dijo que podría ser un santuario donde tuviese un hábitat similar al natural y pudiese vincularse con sus congéneres. Pero al mismo tiempo dijo que no conoce alguno con estas condiciones.