A menos que recrudezca repentinamente la guerra comercial global y EEUU suba fuertemente su tasa de interés (lo cual no está previsto), no hay riesgos de una nueva devaluación para el peso argentino hasta el segundo semestre.
Las tensiones internas crecerán con el ruido electoral a partir de mayo y por el magro desempeño de la actividad económica, dado que la recesión podría ser más duradera de lo que postula el Gobierno, extendiéndose más allá de abril.
Los riesgos de devaluación están morigerados por la disponibilidad de divisas. Según cálculos del ministerio de Hacienda, el Gobierno tendrá en 2019 un “sobrante” de U$S 10.000 millones. Eso podría ser vendido al Banco Central -para engrosar reservas- o en el mercado cambiario para levantar pesos que vayan a financiar un año electoral en el que el resultado fiscal primario debe dar en diciembre promedio cero para el año.
Ese sobrestock de divisas estará dado por los desembolsos del FMI: el 15 de marzo ingresarán U$S 10.793 millones y el 15 de junio U$S 5.396 millones, de los U$S 22.554 millones previstos para todo 2019.
No obstante, también será determinante lo que ingrese por la cosecha récord estimada en 143 millones de toneladas. En la gestión de Macri esperan entre U$S 30.000 y 32.000 millones a lo largo del año, con picos de liquidación entre abril y junio.
Los dólares que el Gobierno venda estarán delimitados por dos variables: las necesidades de pesos para financiar al Tesoro, por ejemplo en la importación de gas; y las necesidades del Central para evitar que el tipo de cambio suba por encima de los $ 41.
Que el dólar suba hoy 3 o 4 pesos no tendría gran incidencia en los precios domésticos dado que los mismos ya están ajustados a un tipo de cambio de alrededor de $ 40 desde setiembre, después que la divisa tocara su máximo histórico de $ 41,88.
Las ventas del Tesoro al Central se darán sólo si no generen cortocircuitos con la política monetaria, enfocada hoy en bajar la inflación. Esto es: que se pueda esterilizar la emisión de pesos con facilidad para que la base monetaria no crezca al menos hasta el 30 de junio.
Operadores financieros consultados indicaron que el mercado está anticipando que la inflación podría desacelerarse violentamente en los próximos meses hasta alcanzar un ritmo del 20% anual en junio por el torniquete monetario y el desplome del consumo.
La tasa de Leliq, de referencia para el mercado, cayó ya 15,42 puntos porcentuales desde el récord de 73,52% del 8 de octubre hasta el 58,10% de ayer. En este contexto, el dato de inflación de diciembre que el Indec publicará el martes es clave: si viene menor a lo esperado, la baja de tasas podría entonces acelerarse.