Producir vino blanco sin mención de varietal en una finca de 10 hectáreas con un rendimiento promedio de 200 quintales, ya hace varios años que dejó de ser negocio. El modelo de trabajo de los '80 y los '90 que aún se sigue reproduciendo, está dejando a varios productores con números en rojo.
Un informe de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Acovi) sobre los costos de producción de uva para vinificar, muestra a las claras este problema. Con números cerrados a 2018, producir uva blanca con destino a vino sin mención varietal, tiene un costo anual por hectárea de $ 102 mil, lo que incluye producción, gastos administrativos y amortizaciones, pero los ingresos por comercializar el producto terminado son de sólo $ 70.700, lo que implica pérdidas por $ 31.300 por hectárea.
Carlos Iannizzotto, presidente de Coninagro y gerente de Acovi, estimó que "por los costos actuales, estos viñedos tal como están planteados no logran el punto de equilibrio. Por lo tanto, para ser rentables deben aumentar su producción 44%, algo que es muy difícil con la actual estructura de conducción de estos viñedos".
Con estos números las más de 27.900 hectáreas de cereza y las 14.900 hectáreas de criolla, que representan el 23% de la superficie cultivada, tendrían un destino de erradicación o reconversión si no mejoran las condiciones.
"El mosto no es una opción, porque no tiene un escenario estable en donde el productor se puede confiar de esos ingresos", aclaró Iannizzotto.
Lo cierto es que las demandas de los consumidores y del mercado nacional no acompañan a estos productores.
El mismo análisis pero para los vinos tintos, también muestra un resultado deficitario. Es que el costo promedio de producción de uva tinta con 150 quintales de producción es de $ 100 mil, mientras que los ingresos anuales por hectárea son de $ 81.300 por lo que la unidad productiva arroja pérdidas de $ 18.700 por hectárea.
Mejorar esta situación requiere del incremento de la productividad 23%, una cifra mucho más factible que la estimada para los blancos.
Manual, asistida o mecánica
La falta de mano de obra para la vendimia es una postal que se repite todos los años. En este sentido, el estudio de Acovi muestra que, tanto la cosecha asistida (con carros o bines) como la mecánica, permiten notorias mejoras en la eficiencia de los recursos utilizados. Por eso recomiendan su utilización, en la medida de lo posible.
En este sentido, el subgerente de Acovi, Nicolás Vicchi sostiene que "se plantea la necesidad de mejorar el actual sistema de cosecha con alternativas más eficientes y tecnificadas que mejoren las condiciones laborales y espaciales del trabajador".
Agrega: "Como respuesta a esta realidad, surgen alternativas que tienen por objetivo el apoyo a los productores del sistema cooperativo que, por su escala, podrían quedar relegados de esta modernización. Un ejemplo de ello es la adquisición por parte de Fecovita de tres máquinas cosechadoras que prestan el servicio a asociados y productores integrados. Este servicio permite la tecnificación de la cosecha y el acceso a la tecnología para el pequeño productor".
Según el informe de la entidad, con la cosecha asistida la eficiencia en términos de mano de obra empleada mejora 33%y las condiciones laborales se ven favorecidas sustancialmente, con lo cual se obtiene mayor productividad. Los costos se reducen sólo 3%, pero se logra mayor calidad enológica de la uva.