No todos los cumpleaños son para festejar. Si lo duda sólo tiene que preguntar en Impsa. Es que con 108 años de vida, la multinacional mendocina cumple el primero desde que cayó en default, y aún no puede reestructurar la deuda por U$S 20 millones con inversores bursátiles que la llevó a esa situación.
Sin perspectivas ciertas hasta ahora, apura esa negociación cuya resolución en parte depende de una medida judicial para salir de la convocatoria de acreedores de su subsidiaria WPE por U$S 800 millones, que le permitiría liquidar activos en Brasil.
El 3 de octubre de 2014, la corporación que conduce Enrique Pescarmona había notificado a la Bolsa y la CNV que no podía afrontar el vencimiento de un cupón de U$S 20 millones correspondiente a la emisión de Obligaciones Negociables Clase VIII y IX por U$S 390 millones.
Eso hizo que la calificadora de riesgo Standard & Poors le rebajara la nota de “CC negativa” (compromisos vulnerables de no ser pagados) a D (en default), técnicamente cese de pagos.
Desde allí empezó a recorrer un camino escarpado del que no se visualiza el final o, al menos, no el deseado. Por lo pronto, el próximo jueves 15 será clave: ese día, la Justicia brasileña resolverá si acepta la propuesta a sus acreedores y decreta el fin de la convocatoria.
Ese resultado, de darse tal como pretende Impsa, le permitirá empezar a vender activos de WPE (Wind Power Energy), sobre todo el megaparque eólico de Santa Catarina, por el cual ya hay varios oferentes en línea de largada.
“Indudablemente, una buena resolución de la convocatoria en Brasil favorecerá la situación de Impsa en Argentina”, reconocieron desde el seno de Impsa.
El lunes fue un día de hermetismo y tensión para la cúpula, que con el CEO Juan Carlos Fernández y el responsable financiero y arquitecto de un eventual convenio, David Seltzer, estuvo reunida en Buenos Aires para tratar de acercar posiciones con tenedores de bonos, entre particulares, fondos de inversión y varias aseguradoras.
A la espera de la Justicia
Pese a ser prioridad, en Impsa prima la reserva. Saben que, más allá de la propuesta preliminar de pagar con acciones (25% del paquete) convirtiéndolos así en socios, hay un grupo "duro" que resiste determinadas condiciones.
“Trabajamos en forma coordinada con los acreedores para encontrar la solución”, justificó el gerente de Relaciones Institucionales, Ismael Jadur.
Sin embargo, del otro lado de la mesa, a raíz de una cláusula que condiciona el acuerdo a un nivel mínimo de reinversión de utilidades, lo ven muy distinto. A criterio de uno de los inversores involucrados en el tire y afloje, “no se puede hablar de negociación ni avances. Hay compañías tan enojadas que prefieren pedir la quiebra”.
La emisión de las ON implican una categoría K, por la cual a partir del reconocimiento de la deuda, Impsa busca minimizar desembolsos. Esto disparó particularmente el malestar de algunas aseguradoras que habrían decidido ya recurrir a estudios jurídicos para una demanda.
Lo cierto es que, hasta aquí, la crisis financiera de la que Impsa no termina de salir la forzó a atender dos frentes. El restante es el operativo, que afronta con menos personal. En los dos últimos años, hubo un ajuste de su dotación de personal del orden del 50%, aunque de acuerdo a la propia firma no fue sólo cesantías.
Según los mismos datos, entre 2012 y 2013 en Impsa se desempeñaban más de 1.600 trabajadores, que al comenzar 2015 apenas superaban los 1.000, Pero, entre despidos y retiros voluntarios, se redujeron a 876 puestos actuales.