Sin inversiones, por no ser creíbles

Un duro informe del Banco Mundial ubica a la Argentina entre los países donde no conviene hacer negocios, ratificando los dichos de industriales locales respecto de los problemas que se presentan para trabajar, importar y exportar.

Sin inversiones, por no ser creíbles

La dura calificación realizada por el Banco Mundial respecto de las posibilidades del país para hacer negocios, no hace más que ratificar lo que los argentinos -y los mendocinos en particular- venimos observando en los dos últimos años y que se han profundizado con el correr de los meses.

De acuerdo con un informe del organismo internacional, Singapur es el país que ofrece mejor ambiente para los negocios en todo el mundo, seguido de cerca por Nueva Zelanda y Hong Kong. Sitúa a Haití y a Venezuela entre los peores, mientras la Argentina ocupa el lugar 124, entre 182 países considerados.

Mendoza podría ser tomada como ejemplo de lo que sucede con las inversiones extranjeras. La década de los ’90 abrió las puertas para el ingreso de capitales externos, aunque con un costo muy elevado para los argentinos en general.

Luego del impasse por la crisis de 2001, la situación volvió a tomar impulso en 2003, con la economía ya estabilizada. Hubo fuertes inversiones que se tradujeron en importantes plantaciones de olivos, almendros, nogales y muy especialmente en vides en distintas zonas de la provincia.

El Valle de Uco fue uno de los más beneficiados y fueron miles las nuevas hectáreas implantadas, especialmente en la zona del pedemonte, las que fueron acompañadas inclusive con la construcción y puesta en funcionamiento de bodegas.

Las principales inversiones llegaron desde Francia, Chile, España, EEUU y hasta Holanda, entre muchos otros países, que comprendieron toda la cadena del vino, desde el viñedo hasta el fraccionamiento y la distribución, especialmente con metas específicas hacia las exportaciones.

Las inversiones no sólo alcanzaron a la actividad en sí; se ampliaron a las proveedoras de insumos, como cristalerías proveedoras de botellas; distribuidoras y fábricas que se dedican a los tapones de corcho o plástico; proveedoras de levaduras o las que fabrican tanques y elementos para la elaboración de vinos o aceitunas.

Pero es aquí donde han comenzado los problemas, porque esa industria “paralela” necesita insumos importados pero, como consecuencia de medidas adoptadas por el Gobierno nacional en su intención de evitar la salida de dólares, se producen importantes demoras en las “autorizaciones” para el ingreso de productos.

Los empresarios han pedido, en innumerables oportunidades, reglas claras para poder continuar con la actividad. Señalan que la inflación interna y un dólar desfasado han generado la caída en la competitividad de los productos argentinos en los mercados mundiales.

Corre peligro el avance alcanzado con los vinos, mientras se ha detenido la apertura lograda con el aceite de oliva, que se había impuesto por su excelente calidad y buen precio.

Ante los planteos de los sectores, los funcionarios nacionales responden con evasivas, atribuyendo los inconvenientes a la cadena de valor en un afán por evitar la autocrítica o de no aceptar que es la política económica la principal generadora de los mismos.

No sorprende entonces la muy mala calificación establecida por el Banco Mundial. Señala que Singapur es el país más seguro y en la lista de privilegiados figuran también Nueva Zelanda, Hong Kong, Dinamarca, Corea del Sur, Noruega, Estados Unidos y el Reino Unido.

En el otro extremo de la lista, Venezuela figura en el lugar 182 sobre 189 países y Haití aparece en una posición mejor, en el lugar 180. Entre los países latinoamericanos, cuatro figuran entre los 50 mejores: Colombia en el lugar 34, Perú en el 35, México 39 y Chile 41. Brasil está en el lugar 120 y la Argentina en el 124.

La tabla mide el ambiente operativo para los negocios, incluyendo las complejidades o facilidades para iniciar una empresa, transferir una propiedad o resolver una disputa comercial, el tiempo para liberar importaciones y exportaciones en un puerto o la rapidez para conseguir una conexión eléctrica, por ejemplo.

Es de esperar entonces que, ya que quienes tienen a su cargo la conducción económica del país no adviertan sobre la gravedad de los problemas, el informe del Banco Mundial les haga reconsiderar su posición y reconocer que, si continúan por el camino trazado, no sólo no habrá inversiones sino que muchas de las que vinieron puedan comenzar a retirarse.

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