Prácticamente incontables son las campañas que se han hecho con hincapié en los riesgos de los consumos problemáticos, ya sea de alcohol o de drogas. Ni hablar cuando estas peligrosas sustancias se combinan además en un cóctel mortal con la acción de conducir un vehículo. Más allá de estas iniciativas, pareciera ser que nunca son suficientes, y las tragedias no dejan de sucederse.
En este contexto, Pablo Triviño (39) y su hija Martina (17) -ambos mendocinos- lograron vincular a la perfección lo lúdico con la concientización. O, en términos más concretos, los simuladores de realidad virtual con la representación exacta de lo que se experimenta al estar bajo los efectos de estas sustancias.
Y el resultado está dando que hablar. Actualmente están trabajando con la Municipalidad de Guaymallén y las escuelas de ese departamento, pero los Triviño ya han recorrido establecimientos de toda la provincia con sus actividades y -siempre con sus gafas- haciendo sentir en primera persona a chicos y adolescentes cómo se percibe la realidad estando con exceso de alcohol o sustancias alucinógenas en el organismo.
“Trabajamos con unas gafas y un software de realidad virtual situados en siniestros viales en 360°. La persona que las usa es quien se encuentra en lugar del protagonista. Hay, por ejemplo, un video en el que salís de un boliche junto a otra pareja y subís al auto. Hay dos situaciones que ejemplifican las posibilidades. En la primera te detiene la policía y hace soplar la pipeta. Como el grado de alcohol en sangre está en cero, te autoriza a seguir transitando y todo sale bien. Pero en la otra situación, estás en el lugar de un conductor que ha bebido, y al girar en una esquina atropellás de repente a un niño que está con su familia. ¡Hasta ves cómo el conductor mira sus manos y está temblando!”, destacó Pablo, quien es técnico químico.
Recientemente han agregado un nuevo programa en el que, si bien no se pone foco en los riesgos de conducir, sí se detienen en la capacidad de reacción y el sentido de la vista de personas que ingieren estas sustancias.
“Al usar las gafas, vos sos la persona que consume alcohol, marihuana, cocaína u otras drogas. Y estás viviendo lo que cualquier persona experimenta en la realidad al consumirlas”, comentó Triviño.
Desde siempre
Padre e hija viven en Dorrego y su emprendimiento familiar se llama SCV (Simuladores de Conducción Virtual). Comenzaron a trabajar en el tema hace 4 años, y siempre tuvo su espíritu -como lo indica su nombre- en la VR (realidad virtual).
“Teníamos simuladores de carreras de autos que pude traer de Europa, y la primera vez que estuve allá noté que la educación vial en aquel continente era más didáctica. Una de las veces que fui traje un software, lo pasé al español y lo patenté. Además les adapté los volantes, pedales y palanca de cambios”, sintetizó Pablo.
Cuando Martina tenía 15 años, se sumó al proyecto su tío -y el hermano de Pablo-, Federico. Juntos confeccionaron manuales de educación vial e iniciaron un emprendimiento de cursos a distancia. "Mientras yo iba con los simuladores, Martina se encargó de educar y capacitar a algunas de sus compañeras. Y así nació SCV. Íbamos a las escuelas y hacíamos capacitaciones. Las compañeras de mi hija daban charlas sobre adicciones, alcoholismo y señalización vial", resumió Pablo.
Más acá en el tiempo, desarrollaron también una plataforma virtual educativa orientada a chicos víctimas de bullying (o “invisibilizados”, como los denominaron), y en este proyecto incluyeron a una psicopedagoga y dos docentes. “Nos llamaron de Tecnopolis y también participamos de La Brújula aquí en Mendoza”, dijo Triviño.
Ya el año pasado recibieron distinciones y reconocimientos a nivel provincial y de los municipios de Las Heras, Godoy Cruz, Guaymallén y Luján de Cuyo.