Una regla básica del periodismo marca que debe trabajarse sin apelar a la ficción y sin embargo, el oficio puede permitirse cierta licencia al respecto cuando, por ejemplo, lo que se cubre es un simulacro. Lo que sigue entonces, es un relato imaginario a partir de una hipótesis de desastre del Ministerio de Salud.
El tremendo sismo de 8 grados que a las 8.55 sacudió a Mendoza durante más de dos minutos provocó importantes daños materiales en todo el Gran Mendoza (lugar del epicentro), que incluyeron a los hospitales Central y Lagomaggiore, los que han quedado prácticamente incapacitados de hacer frente a la atención de las víctimas.
Ante esta situación y tras los primeros minutos del terremoto, el Ministerio de Salud decidió trasladar la cabeza de su operativo sanitario a la zona Este, donde el hospital Perrupato quedó a cargo de articular la atención de los pacientes.
Lo primero que se buscó fue definir el número de camas libres, no sólo en el Perrupato, sino en los sanatorios y en los tres hospitales de la región. "Estamos esperando la llegada de un número importante de pacientes con heridas múltiples y lo primero que tenemos que saber es con cuántas camas disponemos", comenta 25 minutos después del sismo, Gustavo Patti, director de Perrupato.
Así, sobre dos pizarrones en la sala de reuniones del hospital, se arman cuadros de síntesis para tener en claro cuántas camas libres hay en la región. “Cada jefe de área está acercando su información para saber, no solo cuántas camas hay libres, sino cuántas altas podemos dar de forma intempestiva en la próxima media hora y qué pacientes pueden ser trasladados a centros de menor complejidad”, describe el doctor Rubén Avaca. Ese esfuerzo de los médicos conseguirá aumentar en un 50% la disponibilidad de camas en el Perrupato y también se dejará en claro que hay tres quirófanos disponibles, 27.000 litros de agua potable de reserva y 720 litros de combustible almacenados.
A las 9.55, es decir una hora después del sismo, le avisan por radio al director del Perrupato que el terremoto ha dejado afectadas a unas 10.000 personas. “Afortunadamente, la mayor parte de esa gente no necesitará de atención médica y entre aquellos que sí, llegarán pacientes con lesiones de diverso grado: algunos leves, otros graves y otros irrecuperables. Tenemos que organizarnos en función de eso”, comenta alguien mientras termina de anotar unas cifras sobre la pizarra.
Es por eso que en el polideportivo Torito Rodríguez, a pocas cuadras del Perrupato, se arma la recepción de los heridos, para dejar allí a los identificados con los códigos verde y negro, el resto seguirá viaje al Perrupato.
“El paciente con un código verde puede movilizarse por sí mismo y no necesita de atención médica urgente, por eso es que no hace falta que venga ahora mismo al hospital”, explica Sergio Saracco, a cargo del Plan de Emergencias Médicas y Catástrofes: “Por otro lado, la persona identificada con código negro es la que llegó fallecida, pero también la que muestra un estado que no es recuperable”.
Saracco hace una pausa y agrega: “Hay que entender el escenario en el que estamos: un terremoto con centenares de heridos, en el que debemos optimizar los recursos y perder 10 minutos en masajes cardíacos para revivir a un paciente, puede implicar la muerte de otras cinco o diez personas que están esperando ayuda urgente”.
Ya se dijo, los pacientes códigos verde y negro serán ubicados el polideportivo, y sí serán derivados al Perrupato los señalados como códigos amarillo y rojo, es decir los heridos que necesiten de atención médica rápida o urgente, no más allá de las dos horas en el mejor de los casos.
A las 10.10 y luego de numerosas comunicaciones con el resto de hospitales y sanatorios de la región, en el Perrupato hay otro dato concreto: la zona cuenta a esta hora con casi 400 camas disponibles para la atención de pacientes.
A las 10.15 todavía no ha llegado al Perrupato ningún herido, aunque se sabe, son muchos los que vienen en camino y en pocos minutos más, habrá mucha gente en la guardia; es por eso que se armó el primer filtro en el polideportivo Torito Rodríguez y es por eso también, que apenas bajen los pacientes a la guardia, lo primero será identificarlos por su código.
Desde hace 20 minutos, el bufet del Perrupato se transformó en espacio para la atención psicológica de los familiares de pacientes y en el aula magna, con colchones sobre el suelo, se ha improvisado una docena más de camas. Todo suma y hace rato que llegó el personal fuera de servicio, de franco o con licencia.
A las 10.29 arriban las primeras ambulancias: una mujer con código amarillo que pasa directamente a una de las salas y un hombre código rojo que es derivado enseguida al shock room para estabilizarlo.
En los siguientes minutos, el ingreso de pacientes se repite incesantemente, incluso hay algunos con código verde que pasaron el filtro del polideportivo y son dejados en el exterior del hospital, porque ya es demasiada la gente que ocupa la guardia.
Hay gritos de dolor; alguien que pregunta por su esposa; otro, con una fractura expuesta que histérico, ruega que no lo toquen; una mujer que ingresa desvanecida y con un hierro que le cruza la pierna pasa al quirófano.
Los camilleros van y vienen con pacientes y por momentos, el operativo satura parte de la guardia, pero nadie pierde la calma; también hay gente de la Policía, de Bomberos y de Defensa Civil.
Un rato más tarde, el simulacro ha terminado y Saracco explica que el Perrupato, sin incluir al resto de los centros de atención de la región, pudo asistir a 185 pacientes: “Hay cosas que mejorar; para eso sirven estos operativos. En el momento más intenso hubo alguna dificultad en la guardia con una ambulancia que ingresó mal, pero se solucionó rápidamente. La idea es coordinar el trabajo de todos y atender a la mayor cantidad de pacientes posibles, para que los códigos rojos se transformen en amarillos y no en negros”.
Tres heridos viales
En medio del simulacro de atención de pacientes de una catástrofe sísmica, llegaron a la guardia del Perrupato tres pacientes reales, con politraumatismo por dos accidente viales distintos y si bien ningún caso registró gravedad, recibieron la atención médica necesaria.
“El simulacro se realiza con la mayor parte del personal posible, pero obviamente que el hospital sigue funcionando y es por eso que parte de la guardia quedó para la atención normal de la gente que viene a ser atendida”, señaló Sergio Saracco y cerró: “De todos modos, es lo que ocurriría también luego de un sismo, el hospital debería atender a los heridos del terremoto y a gente que llega con otros problemas”.