Similaridad fónica, desigualdad significativa

Similaridad fónica, desigualdad significativa

Uno de los problemas ortográficos derivados del seseo proviene de la equiparación de S, C y Z en vocablos que, salvo ese sonido y su transcripción gráfica, son iguales en el resto de su escritura, pero muy diferentes en sus valores significativos. Veamos algunos casos, que van más allá de los comunes ejemplos de ‘casa’ y ‘caza’:

Encausar y encauzar: El primero de estos verbos tiene que ver con el sustantivo 'causa' y adquiere el significado de "formar causa judicial contra alguien". Recordamos que 'causa' tiene, entre sus acepciones, los valores de "litigio o pleito judicial"; también, "proceso criminal que se instruye de oficio o a instancia de parte" y, en los negocios jurídicos, "razón objetiva determinante de las obligaciones que se asumen en ellos y que condiciona su validez".

En cambio, ‘encauzar’ se relaciona con “abrir un cauce” o “encerrar en un cauce una corriente o darle dirección por él”. Metafóricamente, se le da el valor de “encaminar, dirigir por buen camino un asunto”. Entonces, como ejemplos de cada término, escribimos “cárcel de encausados”: “El gobierno ha dispuesto el cierre definitivo de esa cárcel de encausados”.

Y, en cambio, “Con ese canal, han encauzado las aguas del río Suquía”. Podemos unir los dos vocablos en un solo ejemplo: “El encausado por tantos hechos delictivos ha encauzado su conducta por mejor camino”.

Acecinar y asesinar: El primer verbo tiene como significado más importante el de "salar las carnes y ponerlas al humo y al aire para que, enjutas, se conserven"; se forma a partir del sustantivo 'cecina' que podemos encontrar usado en los distintos países americanos como "carne salada, enjuta y seca al aire, al sol o al humo"; en nuestro país y en Bolivia, Paraguay y Uruguay, designa la tira de carne de vacuno, delgada, seca y sin sal; en Chile, nombra el embutido de carne y, en Ecuador, la loncha de carne fresca.

A partir de este último valor, se forma ‘cecinar’, para indicar la acción de cortar la carne en cecinas o lonchas. Traslaticiamente, usado como pronominal, ‘acecinarse’ equivale a “ponerse muy enjuto de carnes, ya por vejez, ya por otra causa”.

En cambio, el verbo ‘asesinar’ está vinculado al vocablo ‘asesino’ y su valor es el de “matar a alguien con alevosía, ensañamiento o por alguna recompensa”.

En sentido figurado, se puede usar este verbo para aludir a que se engaña, en un asunto grave, a una persona en la que se confía. Vemos ejemplos de estos términos en “Lo condenaron por asesinar a sangre fría” y “Al no existir una adecuada refrigeración, debían acecinar las carnes para conservarlas”.

Incipiente e insipiente: El primero de estos términos es el más conocido de los dos; era el participio presente de un verbo latino, "incipere", que significaba "comenzar, dar inicio, poner manos a la obra, emprender"; por lo tanto, este participio, que hoy usamos con valor adjetivo, equivale a decir "que empieza". Leemos y escuchamos, por ejemplo, "La amenaza de una incipiente epidemia aceleró la campaña de vacunación".

En cambio, la forma ‘insipiente’ es menos conocida, pero podemos entender su valor si la relacionamos con el vocablo ‘insípido’, que significa “sin sabor, soso”. Decimos que el agua es “insípida”; si lo afirmamos de una persona, queremos calificarla de monótona, gris, sin personalidad.

Su familia de palabras vincula tanto a ‘insipiente’ como a ‘insípido’ con el verbo latino ‘sapere’, que significaba, en primer lugar, “tener gusto a”, “tener sabor a”, “oler a”, “exhalar un olor”. De este término y con esa acepción es el verbo “saber”, cuando significa “tener gusto a algo”; así nos cantaba Serrat en aquella bella canción: “Tu nombre me sabe a hierba”.

Pero la segunda acepción de ‘sapere’ era “ser juicioso, sensato, inteligente, sabio” y, por lo tanto, “entender de algo, saber, comprender”.

De ese significado, se explica el valor actual más conocido de “saber”, como “tener conocimiento”. Se vinculan a este término “sapiencia”, “sapiente”.

Volviendo a ‘insipiente’, vemos dos partes: a) el elemento compositivo, con valor privativo, ‘in-’, que le confiere el valor de “que no”; b) la base ‘–sipiente’, que proviene del participio presente ‘sapiens, sapientis’, del verbo nombrado, con el valor de “que tiene discernimiento, juicio, inteligencia”. Los dos elementos unidos nos explican el resultado final: “irracional, insensato, necio”. Un ejemplo puede ser “obra de un insipiente”, si se quiere descalificar el valor de dicha obra.

Enlosado y enlozado: En la vida cotidiana, vemos que estos dos términos se usan de manera confusa, pues se desconoce cómo se forma y qué significado posee cada uno.

Para entender las diferencias, es necesario apreciar la distinción entre ‘losa’ y ‘loza’, a partir de los cuales se derivan los vocablos que se confunden.

Si buscamos ‘losa’, vemos que el diccionario lo define como “piedra llana y de poco grosor, casi siempre labrada, que sirve para solar y otros usos”; también, “baldosa” y “sepulcro de un cadáver”. Metafórico es el uso “echar una losa encima”, para significar que se guardará con absoluta firmeza un secreto.

De aquí se forma el verbo ‘enlosar’ y el participio ‘enlosado’, con el valor de “cubrir el suelo de losas unidas y ordenadas”. En cambio, cuando una recién casada recibe como regalo la ‘loza’, está recepcionando el conjunto de objetos hechos en barro cocido y barnizado, como platos, vasos y fuentes, destinados al ajuar doméstico. El verbo ‘enlozar’ y su participio ‘enlozado’ nombran la acción de cubrir esos objetos con un baño de loza o de esmalte vítreo.

Rebosar y rebozar: El primer verbo siempre da idea de lo que se desborda por exceder la capacidad.

Nos dice el “Panhispánico” que, cuando se dice de un líquido, se quiere significar “derramarse por encima de los bordes del recipiente que lo contiene”: “Después del temblor, el agua del tanque se empezó a rebosar”. También puede decirse del recipiente cuyo contenido sobrepasa sus límites. En este caso, se construye con la preposición DE: “Durante el concierto, el salón rebosaba de asistentes”.

Además, en sentido figurado, puede aludir a un desborde emocional: “Después de la distinción, su expresión rebosaba alegría”. El término no homógrafo ‘rebozar’ se usa en el ámbito culinario, ya que el valor significativo es el de “cubrir un alimento con harina, pan rallado y huevo para freírlo”. Suele construirse con un complemento encabezado por ‘en’, ‘de’ o ‘con’: “Rebozar la carne en huevo y harina antes de freírla”.

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