Silvia Etcheverry es muy delgada de cuerpo, pero su presunta fragilidad esconde una militancia incansable y persistente en el barrio La Gloria, heredando la tenacidad de su mentor espiritual, el padre Jorge Contreras.
La mujer fue distinguida recientemente por el Concejo Deliberante de Godoy Cruz junto a María Norberta Mercau, Teresa Reneé Riby y María Cristina Fiuri, por su valioso aporte a la comunidad departamental.
Silvia se hizo acreedora del reconocimiento municipal debido a su tesonera labor en el jardín maternal Crecer Juntos, donde ejerce la dirección. Está agradecida por el reconocimiento, pero lo considera excesivo porque sostiene que su labor "es parte de un trabajo en equipo donde participan muchos".
La docente, oriunda de La Plata, sufrió en los '70 la persecución del gobierno militar y junto con su ex esposo, delegado del SUPE en la Refinería de petróleo platense, se radicó primero en Brasil, y luego se exilió como refugiada política en Suiza.
En su residencia europea conoció a cuyanos, mendocinos y gente de San Luis, que le recomendaron venir a vivir a Mendoza. Aceptó la sugerencia y se estableció en nuestro medio, circunstancia que no olvida porque su arribo coincidió con el terremoto de enero de 1985.
Para entonces ya se había inclinado por la educación, enfocándose a los más chiquitos. Contribuyó a formar un jardín maternal dentro del ex Cricyt (hoy CCT Conicet Mendoza), pero paralelamente fue convocada por la comuna de Godoy Cruz (era intendente Carlos de la Rosa), y se decidió por la propuesta municipal.
Luego de realizar la carrera de Profesorado de Nivel Inicial, en la Escuela de Formación Docente (hoy facultad), estaba resuelto para entonces que el ámbito del servicio educativo elegido sería junto a los más pequeños, de 0 a 4 o 5 años.
"En 2001 ocurre un hecho determinante en mi vida: el padre Jorge Contreras me convoca para hacerme cargo del jardín maternal "Crecer Juntos", en el corazón del barrio La Gloria". La vinculación con el luchador sacerdote fue decisiva para afianzar su compromiso social.
"Jorge era un hombre coherente, decía cosas y las hacía... Eran las 2 de la mañana y estaba trabajando o pensando qué encarar... A todos nos llenó de un entusiasmo por brindarnos a los demás".
De aquellos años difíciles en el barrio, recuerda la lamentable muerte de un niño de 3 años, que cayó mortalmente herido en medio de un enfrentamiento a tiros entre bandas. "Una respuesta a esa dolorosa realidad fue quemar armas, que eran de juguete, en un espacio público, como una forma de pedir que cesara la violencia".
A su juicio, la situación en ese territorio de Godoy Cruz, sin llegar a ser óptima, porque siguen habiendo problemas, se fue mejorando a nivel de los más excluidos.
Y en esa aproximación a mejores niveles de vida, mucho tuvo que ver la unión de entidades intermedias, como la iglesia (parroquia Virgen Peregrina), el centro de salud, la agrupación de jubilados, la unión vecinal y otras de la zona.
"Claro, todo tenía la impronta del padre Contreras", sostiene la entrevistada. Fue la época en que surgieron el programa "Comer en familia", tratando de superar el simple asistencialismo, y los proyectos con la Universidad Nacional de Cuyo, que permitieron acercar el ámbito universitario a jóvenes del barrio, que se favorecían con el intercambio de saberes y el acceso a enriquecedoras experiencias.
"Nuestra idea desde "Crecer Juntos" es que el barrio no solo es violencia, asesinatos o las barrabravas del fútbol. Sé que es difícil instalar esa idea, pero a nuestro ámbito de trabajo se acercan muchas mujeres que son jefas de hogar, que han superado el estigma de tener un marido preso y que están saliendo a través de la crianza de sus hijos, para quienes quieren una opción mejor", expresó la educadora.
Sobre el accionar de la delincuencia que todavía subyace en barrios como La Gloria, dijo que "su erradicación conlleva procesos largos, destruir es más fácil que construir..., construir cuesta mucho, pero en el centro maternal donde trabajamos vemos una luz en el horizonte. Y lo digo porque nuestra tarea consiste en que el niño se incline hacia la educación, el trabajo, la solidaridad, en suma, hacia los valores positivos".
En la entidad que conducen se contiene a 126 niños, de 2, 3 y 4 años. Completan el plantel de educadores 7 y 12 auxilares.
Silvia, la docente que brinda cariño a los niños del barrio La Gloria
Tras haber padecido el exilio, se radicó en Mendoza. Hace casi 15 años que está al frente del jardín maternal Crecer Juntos.
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