Las imágenes de un control policial en una playa de Niza en el que se ve a una mujer, con un pañuelo en la cabeza, quitándose su túnica frente a agentes, han levantado indignación en las redes sociales y relanzado la polémica sobre la prohibición del burkini en varias ciudades de Francia.
La decisión de varias ciudades de la Costa Azul de prohibir en sus playas el burkini, los bañadores para mujeres musulmanas que cubren todo el cuerpo, excepto cara, manos y pies, ha abierto un encendido debate en Francia y en el extranjero.
El martes por la noche, el diario británico Daily Mail publicó en su página web una serie de fotos - sin lugar ni fecha - en las que se ve a policías realizando un control a una mujer que descansaba en una playa de el Paseo de los Ingleses de Niza,violando su dignidad.
La mujer lleva en la cabeza un pañuelo y una túnica de mangas largas, que luego retira bajo la mirada de los policías, sin que quede claro si lo hace por orden de los agentes o por su propia iniciativa.
El alcalde de Niza onfirmó que unas 15 mujeres han sido multadas desde principios de semana en las playas de la ciudad, debido a la vestimenta que llevaban.
Una madre de familia que fue multada el pasado 16 de agosto porque llevaba un velo, un pantalón y una túnica en una playa de Cannes, anunció que impugnará la multa.
Las imágenes del control policial en Niza provocaron na lluvia de reacciones en las se denuncia "una humillación" y "una cacería a los velos".
A la Corte
La prohibición del burkini en varias playas francesas, muy criticada en Francia y en el extranjero, será examinada por la más alta instancia administrativa del país, el Consejo de Estado.
Los tres jueces que componen el organismo debe pronunciarse en las próximas 48 horas sobre este último episodio dentro del recurrente debate sobre el lugar del islam en Francia y fijar un marco legal sobre el uso de esta prenda.
El primer ministro francés, Manuel Valls, que apoyó públicamente a los alcaldes que habían prohibido el burkini en nombre de la preservación del orden público, declaró el jueves por la mañana a los medios BFMTV y a RCM que "todo lo que pueda presentarse como una estigmatización, una voluntad de ir contra el islam, es evidentemente condenable".
"No estamos en guerra contra el islam", insistió Valls, señalando que la República "protegerá" a los musulmanes "contra las discriminaciones" que puedan sufrir.
Pese a ello, consideró que "el burkini es un símbolo de proselitismo religioso que encierra a la mujer".
Por su parte, la ministra de Educación, Najat Vallaud-Belkacem declaró a la radio Europe 1 que "la proliferación" de ordenanzas contra el burkini no era "bienvenida" y aseguró que se trata de un "deriva política" que "libera el discurso racista".
"Esas ordenanzas no son una deriva", discrepó Valls. "Son una mala interpretación de las cosas. Esas ordenanzas han sido emitidas en nombre del orden público", agregó.
La Liga de Derechos Humanos y el Colectivo contra la Islamofobia (CCIF) recurrieron al Consejo tras una enésima ordenanza municipal contra el burkini en una localidad de la Costa Azul (sureste), que decidió prohibirlo a semejanza de otra treintena de ciudades costeras francesas en respeto de "las buenas costumbres y el laicismo".
La ordenanza en cuestión no utilizaba el término "burkini" pero apunta a esa vestimenta de baño islámica que cubre el cuerpo del cabello a los tobillos.
El texto fue validado por un tribunal administrativo local, que consideró la prohibición "necesaria, adaptada y proporcionada" para evitar problemas de orden público tras los últimos atentados en Francia, entre ellos el de Niza el 14 de julio, que dejó 86 muertos.
La justicia local señaló que este tipo de atuendo podía "verse como un desafío o una provocación exacerbando las tensiones ya presentes entre la población".
Esta nueva normativa "contribuye a legitimar a quienes ven a los franceses musulmanes como un cuerpo extranjero, exterior a la nación", afirmó la LDH a mediados de agosto.