A pesar de los probados efectos benéficos sobre la salud humana y según los casos y la época, su menor costo relativo comparado con otros alimentos, como algunas carnes, el consumo de frutas y hortalizas no termina de despegar en la Argentina.
El dato deja más de una conclusión, porque merece lecturas desde distintas perspectivas.
Por un lado, se demora es deseado avance en los estándares de salud pública y, por otro, sigue sin abrirse el panorama para miles de productores (incluidos, por supuesto, los de la región) que, en un eventual escenario de demanda creciente, podrían ver mejorada su economía.
En realidad, las noticias poco alentadoras no son exclusivas de Argentina, en estos últimos tiempos. En Europa, también se mantiene estancado el consumo aunque en otros niveles que los que se contabilizan en nuestro país.
Están preocupados
Según consigna una reciente edición de "Freshfel Consumption Monitor", reporte de Freshfel Europe que analiza las tendencias de producción, comercio y suministros de frutas y vegetales frescos en los 27 países de la Unión Europea, sólo 10 de los países miembros se encuentran sobre los niveles recomendados.
El informe, del que da cuenta el sitio Portalfruticola.com, revela que el consumo de fruta en 2011, si bien fue 3% superior al del año previo, resultó 3% inferior al promedio del período 2006/2010. En el caso de verduras y hortalizas, el consumo interanual 2011 anotó una suba de 2%, pero una caída de 3% frente al promedio de los cinco años anteriores. El reporte revela que hay preocupación por la tendencia a largo plazo, porque "se caracteriza por un estancamiento o más bien un disminución"e insta a estimular el consumo para "remediar la actual tendencia".
Estamos muy lejos
Pero sería bueno ver cuál es la realidad que preocupa a los europeos. El informe consigna que el consumo de fruta en 2011 fue de 197.08 gramos por habitante al día; y el de verduras y hortalizas, 185.52 ramos por habitante al día. Un total de 382,6 gramos per cápita diarios. En definitiva, no tan lejos de los 400 gramos que recomienda, como mínimo deseable- la, Organización Mundial de la Salud.
Más preocupante entonces deberían ser los sólo 140 gramos por habitante al día que registra la Argentina.
El Dr. Ing. Agr. Claudio Galmarini, coordinador del Programa Nacional Hortalizas, Flores y Aromáticas del INTA, admite que "no se cuenta con buenas estadísticas de lo que comemos los argentinos".
"Hay datos de encuestas sobre la cantidad de hortalizas consumidas, pero pocos detalles acerca de la diversidad", agrega.
El experto sostiene que esos datos son suficientes como para saber que en general, la población de mayor ingreso tiende a consumir más frutas y verduras, pero aún así están lejos de cubrir la cuota que recomienda la OMS. Por el contrario, "la población con menor ingreso consume pocas hortalizas y de poca variedad, concentrándose en el consumo de papa, cebolla, tomate y zapallo".
Contra el crecimiento
Galmarini -que es, además, docente en la Facultad de Ciencias Agrarias (UNCuyo) e investigador independiente del Conicet- señala por otra parte algunas situaciones que atentan contra un posible crecimiento en el consumo.
Apunta, en ese sentido, que "el conjunto de las producciones hortícolas especializadas son trasladadas a través de largas distancias hacia los principales centros de consumo, con grandes pérdidas debido al mal manejo pos cosecha, transporte y logística". A ello "se suma el hecho que la mayoría de los productos son comercializados generalmente a granel, lo cual los hace poco competitivos y atenta contra su calidad".
Galmarini detalla que "en general, no existe una verdadera tipificación del producto; no se etiqueta con información al comprador". Además, "algunos productos llegan a los mercados de distribución con residuos de agroquímicos por encima de las tolerancias". Esta falta de trazabilidad, atenta con la prédica de un mayor consumo de hortalizas por sus vínculos con la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles.
Cambiar el rumbo
Para que esta realidad cambie, es necesario rever algunos puntos críticos de la cadena.
Galmarini explica que "en el área de desarrollo tecnológico aparecen como de una extraordinaria importancia todas las tecnologías que posibiliten la horticultura de precisión para la obtención de productos diferenciados, donde las variables están acotadas y pueden monitorearse durante la gestión del proceso productivo".
Uno de los elementos de esta diferenciación son las propiedades nutracéuticas, lo que convierte a estos productos en una opción saludable.
Asegura, en este sentido, que "el aumento de la percepción por parte de la población de la relación entre la alimentación y la salud ha renovado el interés por la elección de los alimentos, aunque parece no haber sido suficiente para mover la aguja".
El especialista considera importante hacer una difusión responsable del valor de los alimentos funcionales. Destaca, en ese sentido, iniciativas como el programa "Cinco al día", impulsado por el Instituto Nacional del Cáncer en Estados Unidos, que promueve la ingesta diaria de cinco raciones de hortalizas. También hizo referencia a campañas similares que se dan en Europa y en Argentina. Mendoza tiene la suya propia como es la campaña "365 Tentaciones", que impulsa la provincia.
El aporte científico
Mientras tanto, los centros de investigación trabajan para poder recomendar, a los productores, materiales genéticos que permitan obtener frutos cada vez más saludables; y orientar a los consumidores sobre la manera de aprovechar mejor las propiedades de cada especie.
Esto ocurre en el mundo, en Argentina y también en la provincia. Mendoza es sede de instituciones de investigación, que cuentan con grupos de trabajo especializados en horticultura. Entre ellas el INTA La Consulta, la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA), el Iscamen, el IDR o el Inti. Por otra parte, es sede del único posgrado de horticultura del país, el cual se dicta en la FCA de la UNCuyo.
Esto es importante, porque implica que están los recursos humanos y tecnológicos necesarios para optimizar las cualidades de la oferta productiva. El Ing. Galmarini (como especialista en Mejoramiento Genético de Hortalizas de la EEA La Consulta INTA) aclara que no todas las cultivares de una misma especie tienen las mismas propiedades, pero asegura que es posible seleccionar variedades con mayores atributos benéficos para la salud y orientar para mejorar "la tecnología de manejo de cultivo, almacenaje, post-cosecha y procesado de los alimentos, que influyen en el contenido de fitonutrientes de cada producto".
Impacto económico
Está claro que un incremento en el consumo de frutas y hortalizas tendría, junto con los beneficios para la salud pública, un impacto económico importante para los sectores productivos.
Entre las diez principales especies cultivadas por su volumen a nivel mundial, aparecen tres cultivos hortícolas: la papa, la mandioca y la batata. El más importante es el de papa, que se ubica detrás de la caña de azúcar, el arroz, el maíz y el trigo.
Al hacer foco en la horticultura, el Ing. Galmarini recuerda que "es una actividad intensiva, que ocupa en general menor superficie que otras actividades agrícolas, pero que aporta gran valor agregado". Explica que de las alrededor de 270 millones de hectáreas que tiene el país, cerca de 30 millones se dedican a la agricultura y de estas, menos del 2% a la producción hortícola.
"La producción de hortalizas representa alrededor del 11 % del producto bruto agrícola nacional", indica.
La superficie implantada varía de año en año, dado que gran parte de los cultivos son anuales. La horticultura nacional abarca alrededor de 500.000 hectáreas y ocupa más de 10 millones de jornales por año, lo que la transforma en una de las actividades de mayor valor social. Especies como ajo, batata, cebolla, lechuga, papa, pimiento, poroto seco, tomate, zanahoria y zapallo, concentran más del 85 % del valor de la producción.
En Mendoza se destinan alrededor de 40.000 hectáreas a la producción de hortalizas, las que representan cerca del 9 % de la superficie nacional. Los principales cultivos son ajo, papa, tomate para industria, cebolla, zanahoria, zapallo, lechuga, maíz dulce, melón, poroto para chaucha. Además, se cultivan sandía, brócoli, alcaucil, espárrago, frutilla, batata, espinaca, apio, remolacha, pepinos, entre otras hortalizas.
La provincia lidera la producción de las llamadas "hortalizas pesadas" (ajo, zapallo, papa, cebolla, zanahoria), de tomate para industria, de hortalizas deshidradatas y es una importante zona productora de semillas hortícolas. En este último rubro se destaca la producción de semilla botánica de cebolla y zanahoria y de especies de propagación agámica como papa y ajo. La zona de Malargüe es reconocida a nivel nacional por la calidad de la "semilla de papa" que produce. Mendoza es también un centro de abastecimiento para el sur del país, a través de la logística que poseen algunos mercados cooperativos, como el de Guaymallén y empresas distribuidoras pertenecientes a grandes cadenas de supermercados.
Sigue bajo el consumo de frutas y hortalizas
La ingesta media, por habitante y por día, apenas supera la tercera parte de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. A pesar de los aportes tecnológicos a la producción y las acciones de promoción, el consumo no repunta.
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