Dos semanas atrás, el Wall Street Journal -el diario de negocios más prestigioso del mundo- publicó una nota diciendo que Macri podría no terminar su mandato.
Es un diario serio, pero no siempre acierta o tiene la razón.
La afirmación de este medio -que no comparto- se explica por la historia reciente. Entre 1989 y 2002, cuatro presidentes no terminaron su mandato en la fecha prevista y se fueron antes: Alfonsín, De la Rúa, Rodríguez Saá y Duhalde.
En otro país, sería una fantasía plantear que un presidente no termina su mandato en democracia, pero en la Argentina la historia es un antecedente relevante.
En los cuatro casos, la salida anticipada de los presidentes se dio por una combinación de economía en crisis y la protesta en la calle fuera de control. No es la misma situación hoy en la Argentina.
Pero al comenzar ciertas dificultades con el incremento de la tasa de interés en el mundo y aumentar la protesta social, a veces reaparecen fantasmas del pasado, aunque ello no sea del todo justificado.
Moyano lidera el gremio de camioneros, que es muy poderoso. Si para, se interrumpe la exportación de granos, la distribución de combustible, la recolección de basura, el clearing bancario, etc.
Además, está liderando la "oposición dura", donde convergen los gremios combativos, los partidos de izquierda, el kirchnerismo, movimientos sociales y organizaciones de derechos humanos.
Tiene poder de movilización, como lo mostró el 21 de febrero. Pero no está en condiciones de convocar un paro general, porque la mayoría de los grandes gremios no le responden. Convocó a esta marcha porque se siente amenazado por varias causas judiciales con acusaciones de corrupción, que él percibe son impulsadas por el gobierno.
Paralelamente, Macri en realidad está dejando su agenda de reformas para el eventual segundo mandato y está evitando situaciones de conflicto.
Pero el riesgo más importante es que la tasa de interés internacional siga subiendo, lo que complica a un país con endeudamiento creciente como Argentina, y que al mismo tiempo la conflictividad social también se incremente.
Es la combinación que, como dijimos, recrea los fantasmas del pasado.
La marcha convocada por Hugo Moyano el 21 de febrero mostró que tiene poder de movilización en la calle y que puede controlarlo, ya que se evitaron hechos de violencia, lo que era un riesgo para él.
Al mismo tiempo, mostró que el grueso del sindicalismo peronista no lo acompaña y lo mismo sucede con la mayor parte del peronismo (gobernadores, intendentes, legisladores, etc.)
La realidad es que Moyano por un lado parece consagrarse como el líder de la "oposición dura" frente a Macri, al mismo tiempo que pierde influencia tanto en el sindicalismo como en el peronismo.
Es posible que se articulen nuevos bloques sindicales, en función de los cuales Moyano ha cambiado de aliados o compañeros de ruta. El 21 de febrero convergieron en el palco de la movilización, junto con el sector del sindicalismo peronista que lidera Moyano, las dos centrales sindicales combativas no-peronistas. Frente a ellas quedó el grueso del sindicalismo peronista, que comienza a discutir la reorganización de una CGT sin Moyano.
El interrogante es qué sucederá ahora con las causas judiciales que amenazan a Moyano, su familia, su organización sindical, su obra social y su club de fútbol (Independiente).
En su discurso, mencionó más de una vez que estaba dispuesto a ir preso. Que el contexto político influye en los pasos de la Justicia no es un hecho nuevo.
Para Macri, Moyano liderando la "oposición dura" puede ser el enemigo preferido desde el punto de vista político-electoral. Pero la protesta social en la calle puede afectar la gobernabilidad.
El Presidente busca la simpatía y el apoyo de la opinión pública, para ser reelecto en 2019. Moyano, en cambio, mostrar poder, sin reparar en la opinión en ella ni tener una estrategia político-electoral.
No puede competir con éxito frente a Macri, pero si la política baja a la calle es cuando las minorías activas se potencian.
Desde esta perspectiva, lo sucedido el 21 de febrero puede terminar beneficiando electoralmente a Macri, la cuestión es que en el futuro no perturbe la gobernabilidad.