La zona salteña en cuestión está llena de atractivos turísticos. El Nevado de Cachi es, sin dudas, el más reconocido. Aunque el camino no llega hasta su base, deja acercarse lo suficiente como para admirar la magnificencia de ese macizo de 9 cumbres. El entorno interpela y hay que seguir. Justamente para encontrarse con Cachi Adentro o Cachadentro, como también se lo llama. Este conjunto de pequeños valles que se abren al oeste, es la principal zona pimentonera del país.
Remontando la quebrada del Río Cachi se puede llegar hasta el comienzo de un conjunto de ruinas conocidas como Ciudad de las Pailas. Admirar el gran desarrollo agrícola que habían alcanzado los primitivos habitantes de esta zona, antes de la conquista incaica, es el tópico. Por su parte, las Ruinas Incaicas de Potrero, también deben contemplarse. Varios recintos pequeños y los restos de lo que parece haber sido un gran templo, para pensar en otros tiempos.
La sorpresa es la actitud constante del que anda por esos caminos andinos. Es lo que despierta, por ejemplo, la Peña Aujeriada (Agujereada). Esta caprichosa formación natural se dio porque una quebrada lateral del río Calchaquí horadó una pared de roca que le cierra el paso, cual ventana, por la que, en períodos de lluvias, pasa el curso de agua.
La recurrencia vuelve, al llegar a Los Graneros, sobre la Ruta 40, hasta donde sólo se accede a pie o en 4 x 4. En una cueva natural se encuentran unos pequeños silos de barro. En ellos había, hasta hace unos 50 años, mazorcas con maíz. Hoy sólo quedan las estructuras. Otra vez hay que sorprenderse porque no se parecen a ningún otro granero cercano y porque fueron hechos en barro, en una zona en la que lo que abunda son las piedras.
Al Campo Negro no hay que fallarle. Al pie de los volcanes, y hasta el margen del río Calchaquí, se extiende una planicie cubierta de piedras negras que son restos de la erupción volcánica. Debajo de la superficie corre una gran capa de lava solidificada que aflora en la barranca que cae sobre el cauce.
La Poma, que en realidad son dos pueblos muy cercanos, otra de las convocatorias. Resulta que para la Navidad de 1930 un fuerte terremoto lo destruyó. Las autoridades dispusieron que había quedado inhabitable y levantaron otro en las cercanías. Pero gran parte de la población se negó a abandonar sus casas y las reconstruyeron. Como resultado, hoy hay dos centros poblados, dos épocas diferentes.
Siempre más
Son los mismos lugareños los que invitan a los turistas a conocer sus beldades. Orgullosos, cuentan datos y brindan descripciones que resultan mucho más vívidas que las de las guías impresas. Cuando se refieren al Abra de El Acay no es la excepción. Éste es el paso carretero más alto del mundo sobre una ruta nacional.
A la hora de hablar del Parque Nacional Los Cardones, la jactancia de los salteños es más notoria, y con razón. Es que al recorrerlo se ven, además de esos enormes cactus, los Amancais -perfumadas flores que surgen por millones después de la primera lluvia y cuando se secan no dejan ni rastro- y las tropas de guanacos.
La Cuesta del Obispo, por su parte, invita a recordar la tradición. A monseñor Adrián Cortázar, al adentrarse a caballo en los Valles Calchaquíes, le fue imposible llegar a destino en el día y debió pernoctar en la mitad de esta cuesta que era poco conocida. La gente comenzó a llamarla "la cuesta de la dormida del obispo" y, por simplificación, surgió el nombre. De allí hay que seguir hasta el Valle Encantado, a unos 3 km.
Como injertado en el entorno árido, el piso, de arenas rojas, está permanentemente cubierto de pasto; las serranías circundantes y pequeñas lomadas que se desparraman en su interior, también de piedra rojiza, muestran caprichosas formas y contienen cuevas, muchas de ellas con pinturas indígenas.
En el Valle del Tonco, afluente del Calchaquí, se encuentran registros de huellas de dinosaurios y de aves que se remontan a fines del período Cretácico. Estas improntas están en paredones verticales y representan una antigua playa elevada durante los movimientos andinos. Vale decir que las huellas de aves corresponden a Enanthiornites y son únicas en el mundo.
El relato de los lugareños parece no terminar. Es que cada sitio, tiene lo suyo. Y así, en la retahíla de puntos que recomiendan, aparece también la Laguna de Brealito, reconocida por su gran belleza y por las leyendas que han pasado de generación en generación. También su caserío, que acaso se parezca al de Isomza, por haberse quedado en el tiempo o al de Amblayo, que ha ganado relevancia por sus quesos de cabra y oveja.